lunes, 11 de agosto de 2014

Jorge, el hombre amoral

La mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta.
Gilbert K. Cherterton
Para mi artículo número CIEN tenía pensados varios temas posibles que desarrollar, como en anteriores entradas mezclando elementos de mi exclusivo interés personal como lo son las carreras de montaña, la filosofía o los acontecimiento de mi vida (mi principal área de interés, claro). Parecía apropiado abordar los diez años que ahora cumplo sin fumar (el nueve de agosto de 2004, de madrugada, eché la última calada a un cigarro). O las ya solamente tres dos semanas y poco que restan para enfrentarme a los ciento sesenta y ocho kilómetros y casi diez mil metros metros de desnivel positivo acumulado del Ultra Trail del Mont Blanc, o quizá la crónica, sin pretender enmendar la muy lúcida visión de Quique, del entrenamiento que hemos hecho tres días por la Sierra de Guadarrama, recorriendo desde El Escorial a Miraflores más de cien kilómetros, que nos han sentado de auténtico lujo como puesta a punto para el evento de los Alpes.

En primer plano bajando, en la imagen de la izquierda, Jorge, el hombre amoral. 

Sin embargo, el primer día de esta ruta de tres jornadas recibí la insólita petición por parte de mis compañeros para hacer una reflaxión filosófica sobre la proverbial amoralidad de nuestro compañero Jorge Ureña y, claro, si ya es terriblemente halagador que te pidan que escribas (aunque sea medio en broma) cualquier cosa, es irresistible que te mencionen una de tus obsesiones como filósofo: la amoralidad.

Por tanto, trataré de contar a través de imágenes el entrenamiento que hemos llamado "Guadarraidiot 2014 trainning" muy, muy sucintamente, complementando la que podéis leer en el blog de Corriendo por el Campo y aportando, humildemente, algunas reflexiones sobre el tema propuesto por mis compañeros.

Debo aclarar, dado el título de esta entrada en el blog y antes de continuar, que cualquiera que pase más de cinco minutos con Jorge se da cuenta de inmediato de que está ante una de las personas más íntegras y de mayor rectitud moral que puede llegar a conocer en esta vida. Pero estaba servida la excusa para abordar el tema del mal, de la moralidad, la amoralidad y la inmoralidad, el pensar sobre las personas que deciden desde una ética ácrata, no someterse nunca a las inmoralidades de la mayoría y no regirse por códigos de comportamiento obsoletos aunque estén casi universalmente aceptados, quienes, tachados de inmorales por unos o de amorales por otros, no se aferran a la moral material imperante sino, simplemente, hacen siempre lo que deben hacer, sin más motivo que ese que Kant llamaba "el Imperativo Categórico" y quizá Nietzsche, siempre pensado y situado por la historia tan lejos del pensamiento del otro alemán, la superación de la moral del esclavo, la manera de actuar que le es propia a personas que se elevan sobre el resto de la vulgaridad, de la vanidad y de la ignorancia que aplasta y asfixia nuestra sociedad.

El primer día, en parte por el inesperado atasco para cruzar Madrid un viernes. Porque claro, en mi mente no era viernes, era "vacaciones", pero atravesar la M-30 dirección norte un día laborable no respeta a nadie, mucho menos a quien queda para "folgarse" por la sierra mientras el resto van a la oficina. En parte por no apurarnos en Miraflores y entretenimientos varios, a nuestro paso por la "Rotonda del Gato" en Manzanares el Real ya temiésemos que no llegaríamos puntuales a nuestra cita con el tren. El tren, no como aquel de Hendaya, llegó puntual y nos dejó en tierra por tres minutos escasos, trastocando planes y logísticas. Soy interrogado en este punto por los miembros (con perdón) de CxC sobre la razón del gato de la rotonda ante lo que debo mostrar mi humilde ignorancia. Esto será motivo, causa y razón de escarnio los días siguientes en los que como réplica a cualquier explicación que me permito hacer como aborigen ellos pueden permitirse siempre responder: "si, pero de gatos, ni puta idea". Merecida mofa.

Una captura de pantalla de gmaps de la "rotonda del gato".

Como todo el mundo debe saber, la Pedriza del Manzanares es un promontorio granítico singular con miles de vías de escalada y, la Peña del Gato es uno de los lugares emblemáticos para quienes acuden a "la Pedri" a practicar su afición. No por nada se ha llamado a esta zona la "Escuela de escalada". Esta peña da nombre a una urbanización de este municipio. Una estatua de un minino preside la rotonda que le da acceso. (N. del A.)
Volviendo a la filosofía. Como casi todo el mundo, a lo largo de la vida he tenido la mala suerte de tropezar con malas personas de distinta tipología. He encontrado, por ejemplo, al tipo de persona acomplejada y cargada de odio hacia todo lo que considera que le amenaza (todo y todos es una amenaza para la persona con complejo de inferioridad, de hecho), que acaba tratando de que todo el mundo comparta su miseria y mezquindad, he encontrado a la persona tan asustada y cobarde a la que el miedo invencible le lleva a mirar hacia otro lado cuando ve la injusticia aunque sea su obligación y responsabilidad impedirla, a la persona que, llevada por la ira, pierde la capacidad de dar una respuesta proporcional a las afrentas y amenazas, reales o imaginarias, que le rodean. Muchos tipos de mal, quizá tantos males y malignidades como actos de maldad y personas malvadas andan hollando el suelo del mundo.

Quizá lo que me ha sorprendido es encontrar un puñado, tres, quizá cuatro personas a lo largo de mi vida, que entrarían en la categoría de psicópatas, en cierto sentido, personas "amorales" que usan a los seres humanos con los que se cruzan como objetos, como medios para alcanzar sus fines, como piezas de juego en un tablero que se despliega ante su imaginación. Son personas que descubren el poder de la manipulación y que, poco a poco, van perdiendo el contacto con la realidad, que van creando un mundo en el que los sentimientos y el dolor causado a otras personas pasan a ser secundarios y, al cabo de un tiempo, inexistentes. Suelen estas personas llegar a un punto en el que se desvelan cuando ya son incapaces de medir las consecuencias emocionales de sus actos sobre otras personas. Un día las ecuaciones de la manipulación, las sumas, restas y multiplicaciones que hacen con el fin de alcanzar sus fines no incluyen el dolor y la reacción al dolor de los seres que han tratado como meras herramientas y se asombran y lanzan una mirada de incredulidad cuando ven a sus víctimas, rotas de dolor, actuar de una manera que no esperaban. El psicópata, el manipulador, acaba por perder la empatía, la capacidad de sintonizar y vibrar con otras personas. Todo empieza como un juego, como una serie de trucos que se pueden poner en marcha para conseguir lo que se desea y acaba con el aislamiento emocional y social de un casi-ser-humano ávido de tener poder sobre otras personas, siempre deseosa de gobernar los actos ajenos a través de intrigas y manipulaciones.

La manipulación, tratar a las personas como herramientas es el mal más puro que conozco.

Por supuesto unas personas influimos en otras. Por supuesto un educador, en cierto modo, "manipula", pero la persona hacia la que dirige su manipulación es un fin en si misma. No busca, si se trata de un buen educador, de usar a la persona, sino convertirla en un ser autónomo, en convertir a los objetos de educación en sujetos libres, que puedan pensar y decidir por si mismos. No son piezas de un juego, son, en si mismas, jugadores. No son medios, son fines. La diferencia es que educar es un acto de amor hacia otras personas. Si no se trata de eso, no es educación. Por eso no debe confundirse la "amoralidad" de quien no está en posesión de estructuras morales que guíen sus actos (el o la psicópata) , con la supuesta amoralidad de quien no se siente vinculado por la moral cristiana o cualquier otra "moral material" que reúna en un conjunto de normas rígidas unos "mandamientos" habitualmente en beneficio de una casta sacerdotal. Trasládese también a los partidos políticos y sus "creyentes".

La verdadera moral anarquista está muy cerca de esta idea. Lástima que el anarquismo esté representado en el imaginario colectivo por "posturitas kostrosos" que esconden su intransigencia y fanatismo detrás de una pose estética.

Es muy difícil guiarse por un criterio simplista. No sirve, para quien quiere actuar "correctamente", aferrarse a unos mandamientos fanáticamente, pero, tampoco, basta con una moral teleológica, finalista (el fin justifica los medios) o planteamiento deontológico (el fin NO justifica los medios), pero tampoco un principio absoluto (la felicidad, la libertad,...) que abre a interpretaciones subjetivas todos los actos... quien quiere obrar correctamente no se siente nunca del todo satisfecho por las respuestas que se han elaborado a lo largo de la historia para "simplificar" la conducta y la toma de decisiones. En algunos aspectos de la vida actuamos de forma "eudemonista", en otras somos "deontologístas" o "teleologístas" o "pragmatistas" o... nadie es totalmente coherente con una única ética fuera de su discurso oficial, en sus actos cotidianos.

Yo entiendo la moral como un diálogo interior y, en la media en que ese diálogo sea sincero, complejo, problemático... si, que no resuelva con una ecuación simple, con una rápida apelación a la divinidad, al Karma, a la Naturaleza, al Subconsciente,.. e incluya la justificación de los actos propios, en la medida en que no seamos complacientes con nosotros mismos y podamos DAR RAZONES de lo que hacemos, razones complejas, razones bien trabadas lógicamente, razones revisables, no blindadas ante cualquier refutación potencial, en esa medida, creo que estamos ante una persona moral.

Para mi la moral es ajustarse a las reglas del juego del lenguaje moral en el diálogo interior que mantenemos con nosotros mismos de manera que se puedan "dar cuentas" a otras personas y sin "romper las reglas" implícitas en los juegos de convivencia, en la interrelación entre seres humanos. No es algo sencillo y no debe serlo.

Por el contrario el discurso sencillo, el discurso del "por que si", "porque así está escrito", es el mal. Nadie pretende ser malvado ni se ve a si mismo como ello, pero las peores personas con las que nos podemos cruzar son aquellas dispuestas a utilizarnos como herramientas de sus fines y dispuestas a justificar el dolor que causan con ello desde una explicación simple y mecánica, naturalista, irracional, esotérica y supersticiosa. Desde la psicoterapia o desde el cristianismo, desde el pijipismo kármico new age, o desde la doctrina oficial del Partido.

Inmoral.

Luis, el querido y no respetado Presidente de CxC, el primer día, meditando  extenuado por la noche  y la jornada extendidísima de montaña. El primer día hicimos 50 kilómetros y entorno a 2000 D+ . Luis es, como parece requisito para formar parte de Corriendo por el Campo, otro excelente ser humano.
Parece también requisito cierta propensión a la apostasía para mi grata sorpresa.
El segundo día iniciamos la jornada subiendo el Puerto de la Fuenfría  por la Senda Borbónica. En la imagen ese punto de cruce de corrientes telúricas por la que pasan los caminos medievales cruzándose con la Calzada romana, el GR-10 y los caminos recorridos por los guadarramistas de principios del siglo XX y con los lugares donde las trincheras y los nidos de ametralladora ofendieron los bosques durante la Guerra Civil arrojándola los cadáveres sangrantes de los jóvenes soldados.
En las escaleras de piedra junto al albergue del RSEA Peñalra, al final de la segunda (y cómoda) jornada. El peor lugar para crecer. Un humilde cardo y, sin embargo, un ser bello, resistente y completo.  Como tantos seres que nos cruzamos que han crecido en un entorno hostil.
Un remojón de piernas en el agua fresca que baja del puerto de Navacerrada, después de la merecida siesta del segundo día.
Deliciosa lasaña casera para cenar y prontito a la cama. Hoy hemos sido muy buenos. 



Impresionantes vistas de la Pedriza entre la niebla desde la Cuerda Larga.

Quien "no encaja en el mundo", está siempre cerca de encontrarse a sí mismo.
Hermann Hesse