miércoles, 26 de noviembre de 2014

La Maratón Alpino Jarapalos. Me la han puesto dura.

Sin lugar a dudas, desde que corrí la última vez en 2010 la Maratón Alpina Jarapalos, esta carrera la han endurecido. Me la han puesto más dura de lo que esperaba en lo que a desnivel, al menos, se refiere.

Voy a hacer propósito de enmienda que este mes casi no he escrito y contaros un poco sobre esta carrera para quien no la conoce, porque merece francamente la pena. La crónica va con un poco de retraso, pero hasta que me mude a un planeta con más de treinta horas de día, no me da para todo la vida.

Por cierto, eso, que al día le falten horas es muy bueno. Suele ser buena señal.


Lo de que me la han puesto dura lo digo también por la excelente organización. Se cuida el detalle pero pasa desapercibido en gran medida. Al final parece muy sencillo visto desde fuera. Muchos voluntarios, avituallamientos completos cada cinco kilómetros de media, alguno con sorpresa incluida de amplio surtido de cervezas, como ya es tradición en esta carrera... cuidado, que no siempre tiene por qué sentar bien. Las más de las veces empujarse una lata del espumoso elixir de cebada suele tener como consecuencia correr con gases, algo nada agradable. El estado de priapismo llega a su máxima erección cuando tras entrar en meta te dan un plato de migas, embutido, fruta y un refresco (si, un par de cervezas también, si quieres) y lo ingieres en el mismo estadio del que sale la prueba.

A lo largo de los años he ido progresando un poco, desde aquel 2005 que rompí a correr. Cada año soy más fuerte y más rápido... pero poco más. Paralelamente el auge de las carreras hace que me las vayan poniendo cada vez más duras. Cuando corrí Jarapalos en 2009 y 2010 pase bien los cortes, pero no muy sobrado, al igual que este año, con lo que mis progresos quedan enmascarados por lo burra que está la gente. Cada vez está todo el mundo mejor preparado y solamente en distancias de más de cien kilómetros consigo que la experiencia acumulada se note algo en las clasificaciones de las carreras.

Ya no digo nada del asfalto. La gente corre que se las pela. En las primeras medias maratones que corrí llegaba al final del pelotón, pero no muy descolgado, entorno a las dos horas. Ahora, salvo algunas de las más "populares", en la mayoría de las medias, entrando diez o quince minutos antes, entro igualmente en un puesto de cola (con perdón).

Es como correr en una cinta, como la carrera de la Reina Roja de Alicia en el país de las Maravillas. Esforzarte al máximo para continuar siempre en el mismo sitio.

En lo que se refiere a la montaña hay una tendencia general a ponérnosla más dura por parte de las organizaciones.

La verdad es que el recorrido del Jarapalos es bonito, tiene su punto de dureza y se nota que, como dice la organización, es una carrera hecha por corredores y para corredores. Pero estaría genial que también hubiese carreras (y me refiero sobre todo a la Sierra de Guadarrama y alrededores), más fáciles. Dirigidas al segmento de corredores que nos gusta "pistear". A veces pienso que quienes montan carreras por aquí están moviéndose en un círculo muy endogámico de "machacas" y d'élite y que pronto llegarán desde fuera (ya están llegando) organizadores de eventos con más visión de marketing a proporcionar lo que quiere a un mercado potencial que está esperando para incorporarse. Ahora mismo la lógica es la de producción de bienes que había en la fabricación de coches en el Berlín del otro lado del Telón de Acero. Si tienes que esperar dos años a que te den un vehículo, te da igual lo que te den. Si se van a agotar los dorsales, parece que no hay que estudiar las necesidades del consumidor. Un error que siempre se paga (preguntadle a Kodak qué tal van las acciones y si han despedido ya al directivo que no quiso salirse de su linea de producción tradicional)

Tradicional "carga de hidratos" la noche antes de la carrera
En el previo a la carrera tengo que hacer mención a un conjunto de hechos. Desde que me inscribí con Anne Souplet sufrí un bombardeo casi diario de mensajes pesimistas por parte de la corredora francesa en la linea de autodesprecio que podemos escuchar a la puerta de un examen por parte del clásico empollón que solamente saca sobresalientes (no he estudiado nada, es muy difícil, voy a suspender, no he tenido tiempo de preparármelo...). Después de varios miles de "tú haz tu carrera", "no se habla más del tema, está decidido, ve tú solo delante", "no voy a pasar los cortes", "no he entrenado nada, voy a hacer el ridículo"... que por supuesto, sabiendo lo que iba a ocurrir, ignoré con la cara de poker que le pones al amigo empollón que siempre saca sobresalientes y, en cualquier caso, que va a hacerlo mejor que tú, estábamos en Málaga al fin con el Maestro Javier de Cárdenas que venía a acabar su primer maratón.

Con el maestro Cárdenas me inicié en el mus, el futbolín avanzado, el heavy metal
 y en beber litros de cerveza en los parques de Getafe y nunca nunca, en eso de correr.

Nadie hubiese imaginado jamás que algún día corriésemos un maratón juntos.
Las tripillas, eso si, ahí siguen.
Personalmente me aburren las crónicas en las que se se va contando cada kilómetro recorrido como si las sensaciones del corredor en cada momento tuviesen interés en si mismas. Intentaré reducir a las relevantes las notas sobre como estaba en cada momento.

La salida, como todo lo demás, bien organizada y puntual. Dejamos las cosas en el ropero (avisos por megafonía de la hora de cierre del mismo) y paso del control para asegurarse de que cada persona que tomaba la salida estaba bien contabilizada. Es importante que al final, contando retirados y llegados a meta no te falte nadie que pueda aparecer al cabo de unos días en el fondo de una sima o flotando boca abajo en un cauce de agua. Es por esta razón y no otra que los escobas tienen la obligación de retirar a los corredores en los puntos de control en los que no pasen los tiempos de corte, aunque ello suponga algún disgusto, como nos cuenta Livan en su siempre recomendable blog.

Empezando como quien dice.
Como ya he puesto el perfil, sabréis que la carrera empezaba "tirando p'rriba", cosa que hicimos a tan buen ritmo que, por mi parte, me quedó claro que pasaríamos los cortes a la perfección. Aunque andaba en tareas de escoba tuve la oportunidad  en esos primeros pasos de saludar a Fali, "el Coleta", y compartir unos metros con él para recibir noticia de su próximo objetivo de más de ochocientos kilómetros en semi-autosuficiencia (qué demonios, si los avituallamientos están a cien kilómetros, no es "semi"). Tener la oportunidad de hablar con él o con Mark Wooley (que también lo hicimos) es uno de los pequeños lujos de este deporte. "Populares" que si estuviesen desarrollando su actividad en un deporte más mediático tendrían una ficha millonaria y serían conocidos en todo el mundo son personas cercanas y simpáticas con las que puedes charlar de tú a tú.

Subiendo, claro, p'arriba, no se puede subir p'bajo
Fotos de Trail Running Málaga.

Es una carrera que ofrece muchos contrastes. Terreno muy divertido de correr que va cambiando de un lado de la sierra al otro, de la umbría a la solana y del mar a la montaña. La geología del recorrido es fascinante porque vas pasando de zonas muy arenosas, donde se acumula el sedimento traído por el viento, hasta zonas donde la cubierta vegetal va dejando el poso de sustrato sobre la base más arcillosa que se adivina en otros sitios y donde resbalas y te acuerdas de la lluvia caída ayer y que quiere hacerte caer hoy. Te acuerdas de su padre también, claro.

Solanas y umbrías, zonas a sotavento y barlovento de las brisas marinas y algo de desnivel, con sus afloramientos rocosos, dejan caminos que te llevaban desde la selva hasta casi el desierto. Muy muy bonito, y encima, con unas vistas espectaculares. Subir un sendero y encontrarte el mar, girar un recodo y ver un montón de pueblos de paredes encaladas, perder cota y verte entre senderos rodeados de una humedad y un "verde"que desde la Meseta no alcanzamos a encajar en el imaginario colectivo que tenemos de Andalucía como un lugar árido y seco.

Avanzamos y pasamos los cortes sin problema, pero ya cumplida media carrera cometo el error de bajar una pista al ritmo cómodo (para ella) de Anne, Unos pocos segundos por kilómetro más rápido de lo que debo, unos pocos kilómetros más de los recomendables y quedo fundido. pasarse de tu ritmo siempre se paga. Le pido a Anne que continúe su caza de una rubia-que-la-había-mirado-por-encima-del-hombro (estas cosas pasan, las chicas saben de lo que les hablo) y me ajusto a mi trote de supervivencia para acabar la carrera. Tranquilito y diésel, para rematar en tiempo y nada más. 

Fin de carrera y avituallamiento de lujo en meta, para todos y todas del primero al último, no como "otros organizadores"

Una carrera en la que, pinchazo aparte, he disfrutado del inicio al final. Una joya de organización desde el alfa al omega y con una vocación de hacer las cosas con excelencia, mejorando siempre, que se nota año tras año.

Así que apuntárosla para otra ocasión porque, además, es muy probable que al día siguiente, domingo, podáis remojar los pies en las playas de esas latitudes, un lujo que no podréis permitiros al norte de Despeñaperros.

Os la pondrán dura, eso si.


En Málaga día de playa y mientras en Madrid un día de perros y nieve y ventisca en la sierra


martes, 25 de noviembre de 2014

Comenzando a correr. Enfoque filosófico.


Espero que durante este curso entiendan ustedes perfectamente la primera frase que después de esta inicial voy a pronunciar.

La frase es ésta: vamos a estudiar Metafísica y eso que vamos a hacer es, por lo pronto, una falsedad. La cosa es, a primera vista, estupefaciente, pero el estupor que produzca no quita a la frase la dosis que tenga de verdad. En esa frase – nótenlo ustedes – no se dice que la Metafísica sea una falsedad: ésta se atribuye no a la Metafísica, sino a que nos pongamos a estudiarla. No se trata, pues, de la falsedad de uno o muchos pensamientos nuestros, sino de la falsedad de un nuestro hacer, de lo que ahora vamos a hacer: estudiar una disciplina. Porque lo afirmado por mí vale no sólo para la Metafísica si bien vale eminentemente para ella. Según esto, en general, estudiar seria una falsedad.
Ortega y Gaset, Unas lecciones del metafísica.
En muchos sitios podréis encontrar consejos prácticos para empezar a correr. El maestro Spanjaard, mismamente, tiene estupendos planes que se resumen en una linea: empezar poco a poco, intercalando andar y correr. Tan pasito a pasito como necesites y hasta donde quieras progresar. Al cabo de un tiempo estarás veinte minutos trotandillo por el parque o te crujirás un Spartatlon de un cuarto de millar de kilómetros a cara de perro. No hay límite por debajo y por arriba solo unos pocos alcanzan por velocidad, distancia o dureza los límites de lo humanamente posible. Puedes empezar corriendo un minuto y recuperarte andando el tiempo necesario y, a medida que el cuerpo se habitúe al ejercicio, ir aumentando la carga hasta donde te sea divertido, aceptable o tolerable.

Cuando contamos cómo empezamos a correr ya somos corredores y corredoras. El proceso de aprendizaje y "enganche" en realidad, cuando le narramos, ya está reinterpretado por nuestra mente, dulcificado, encajado en nuestra visión del mundo y del lugar que creemos que ocupamos en él. Es como funciona nuestra memoria, reprocesando los recuerdos constantemente como algunos sistemas operativos (cutres) reescriben constantemente el disco duro. Borrando y añadiendo detalles, quitando lo más feo y sacando brillo al resto hasta que queda el recuerdo que queremos tener de algo. Es fácil que nuestros primeros pasos en esto del running se acaben convirtiendo en una narración de superación personal, llena de épica. Que se olviden algunos de los más indignos episodios en los que has renegado de todo mientras te arrastrabas como un tan a la moda muerto viviente (muerto viviente lento, de los de "la noche de los muertos vivientes", no un zombi rápido, de los de "28 días"). Cuando nos preguntan ¿por qué corremos? podemos recurrir a esta historia para ejemplificar, para hacer ostensivo, lo que es difícil de racionalizar, porque no corremos por razones, sino por emociones. Al final se trata de que otra persona, a través de la narración de nuestras emociones, de nuestras sensaciones, empatizando a través de las suyas, se haga una idea de qué es eso de correr. Es lo que en marketing se conoce como storytelling y, de toda la vida, cuentismo.

Un grupo de novatos después de trotar diez minutos por el parque del Retiro
Podemos creer que salimos a correr porque nos lo dice nuestra entrenadora, porque lo tenemos en el plan de preparación, porque un día, en un arranque de osadía y coraje épico/espartano/extremo/ultra/loqueestédemoda nos lanzamos a ello y así nos lo propusimos. Para huir de algo quizá, les gusta pensar autocomplacientemente a los que no corren para justificar no caer en la moda. Pero no. Salimos a correr porque nos gusta y buscamos razones y excusas para hacerlo. La emoción está por encima de la razón. Queremos correr y buscamos las razones que nos permitan hacerlo. Es una necesidad y el proceso en el que se convierte en eso, en una necesidad vital, es raro y en gran medida opaco a nuestro entendimiento. Por ejemplo no entendemos bien en qué momento nos enganchamos ni el por qué, pero rápidamente creamos una mitología personal que lo explique. Si puede ser remontándonos a un pasado lejano, como en toda buena mitología.

Podemos explicar que correr genera endorfinas, que nuestro cuerpo se vuelve adicto a ello como si de una droga se tratase, pero realmente hay alternativas en el universo de los estupefacientes, más que suficientes, como para poder justificar la inutilidad desde el punto de vista de la solución de equilibrio de la ecuación esfuerzo/recompensa el salir a una fría mañana lluviosa antes de ir a trabajar o volver en pleno verano bajo el sol de justicia del mediodía por un camino del extrarradio de la ciudad. Verbi gratia, el autoerotismo mismamente también genera endorfinas y supone menos esfuerzo y un innegable premio en forma de orgasmo al final del "trabajo" realizado. Es un ejemplo de mínimo coste y máximo beneficio en la producción de placer frente a, por ejemplo, correr cuarenta y dos kilómetros hasta que el cuerpo empieza a pedir auxilio y a generar opiaceos que le alivien un poco de la putada en la que el inconsciente de su dueño le ha metido. Correr es, en ese aspecto, absolutamente antieconómico como "vicio" frente a otras alternativas y posibilidades.

Digo el "inconciente de su dueño" y no sé si se me ha entendido. No digo que correr cuarenta y dos kilómetros sea una negligencia hacia uno mismo, al contrario, sino que las pulsiones que no forman parte de nuestra consciencia son lo que hace que un día resbalemos sobre un teclado de un PC y, accidentalmente, nos inscribamos en la maratón popular de nuestra ciudad.

Maratonianiano suplementándose con ayudas ergogénicas.
Corremos porque tenemos una necesidad vital extrema de correr y buscamos razones y argumentos para resolver esa necesidad. Igual que el alumno de la asignatura de Metafísica en la Universidad Central de Madrid (antigua y futura Universidad Complutense) que escucha anonadado al maestro Ortega y Gasset en 1932 decir que estudiar Metafísica es una gran mentira, porque estudiar filosofía (problemas filosóficos) es lo que hicieron Aristóteles y Descartes, no quienes toman apuntes sobre una materia que repasa las obras de los grandes pensadores de la historia como ellos con la vulgar finalidad de aprobar un examen. De la misma manera que en algún momento leyendo a Ortega o a Wittgenstein aparece de pronto esa misma necesidad que guió a a los gigantes del pasado en el estudiante de la metafísica académica, igualmente en algún momento las "razones" que te han llevado a empezar a correr, quizá trotar para perder unos kilos, o para demostrar a alguien que puedes acabar la San Silvestre, para socializarte en esa nueva ciudad a la que has llegado,... esas razones y otras muchas se convierten en la excusas para hacer lo que necesitas urgentemente, para cumplir con tu entrenamiento de hoy, porque llevas dos días sin salir y estás que explotas.

Ortega y Gasset (los dos).
La mentira que es estudiar metafísica se puede convertir en una verdad si "pica el gusanillo", si aparece en el estudiante la urgencia por resolver un problema filosófico. Igualmente importa poco si se ha empezado a correr por postureo, por salud, por seguir la moda o por llevar la contraria. Cuando te quieres dar cuenta no importan ya las razones y comprendes que éstas nunca han tenido más importancia de la que pueda tener un título de licenciado colgado de una pared frente a los grandes enigmas del Universo. No más relevancia que la que puede tener para alguien que le gusta escribir presentarse a un concurso literario u otro o ser más o menos leído.

Entonces las escusas para no correr te parecen ridículas. Si no corres porque hace frío ahora, no correrás luego porque hace calor, o porque estás cansado, o porque llueve o porque duele (porque duele).

Un consejo, no busques más razones de las mínimamente necesarias para no discutir con quien no lo entiende.

Y sal a correr. ¡Ahora, vamos...!


martes, 11 de noviembre de 2014

Manual de instrucciones de las personas humanas (I): Amigos

Los hombres más capaces de pensar sobre el amor son los que menos lo han vivido, y los que lo han vivido suelen ser incapaces de meditar sobre él.
Ortega y Gasset
Las personas que corren saben que no es lo mismo correr en solitario que hacerlo acompañado. Son dos cosas muy diferentes, dos experiencias que tienen en común el lanzar una pierna detrás de la otra, pero que se experimentan de forma diferente. No importa tanto si se corre en un entrenamiento no competitivo o con un tripal dorsal puesto.

Otro día hablaremos de la soledad del corredor de fondo encerrado entre una multitud de desconocidos con los que no se comunica. Es una experiencia mucho más solitaria que salir a rodar por un descampado un domingo a las cinco de la mañana. Muchas veces es una situación análoga a la diferencia entre quien vive en el campo, pero conectado a una pequeña comunidad, y quien vive aislado en un apartamento entre cientos de vecinos a quien no conoce en una gran ciudad.

Kant (creo que ya lo comenté) desarrolla el concepto de "insociable sociabilidad". Esa tensión del alma humana entre el deseo de vivir en compañía, rodeado del apoyo de tus semejantes formando una sociedad y, simultáneamente, la necesidad de alejarse de todos, de "los otros", el imperioso impulso de huir de la gente sin tomar conciencia de que uno mismo también, siempre, es gente, es "un otro" para los demás.

Mejor siempre con amigos, sin duda.

Me llama la atención la facilidad con la que se entablan amistades entre la gente que corre por la montaña. Supongo que es algo habitual entre personas que comparten experiencias similares y que lo hacen porque tienen un conjunto de gustos y valores comunes que les conducen hasta esa actividad.

Puede suceder así:

Te acoplas al ritmo de alguien un rato, luego le pasas, luego te pasa, al cabo de unas cuantas subidas y bajadas haciendo "la goma" te saludas cada vez que te cruzas. No vais "picados", simplemente en la montaña se van variando los ritmos y es normal (y educado) facilitar que te pase el que viene por detrás (con perdón). En un momento dado te pones a hablar de cualquier cosa relacionada con la carrera, luego de experiencias comunes, resulta que conocéis a gente en común, estuvisteis los dos en aquella carrera. En aquella otra no (¡te hubiese encantado!)...dependiendo de la dureza de la prueba y de si hacéis los últimos kilómetros juntos puedes llegar a hermanarte con esa persona, pero es más probable que os agreguéis mutuamente a vuestras redes sociales y, después de un tiempo leyéndoos, cuando coincidáis en otra carrera o entrenamiento por casualidad o por decisión consciente, os alegréis al veros.

En la amistad hay, como en las relaciones de pareja, un "salto de confianza". Cuando aún no tienes razones objetivas suficientes que justifiquen esa confianza, un conjunto de datos cazados por tu subconsciente te hace saber que esa persona puede ser, que es de tu cuerda, que parece que te respeta y te tiene afecto y eso te anima a sentir respeto y afecto por ella. Por supuesto esa confianza se puede quebrar, pero al contrario de las relaciones amorosas románticas, en la amistad nuestra cultura no exige exclusividad, lo que permite que las ganancias siempre superen las pérdidas. Si alguna amistad cae, otro buen número de otras personas amigas hacen que se relativice el valor de lo perdido. La amistad enriquece tanto que es muy difícil que alguien sienta que no confía en nadie, no se atreva a dar ese "salto" en alguna dirección más o menos a menudo. La clave es que hay personas que no encuentran los espacios adecuados, porque hay lugares y ambientes que realmente no facilitan el salto de confianza (la oficina, el ascensor de la comunidad) y otros como la montaña, si.

De pronto, cuando se entabla una amistad, una parte de tus redes neuronales emulan el cerebro de esa persona y suponen la personalidad y las reacciones de la persona amiga y permitiendo saber, casi a ciencia cierta, lo que otra persona podría pensar, podría opinar, como actuaría ante un estímulo determinado. Eso no tiene que ver con que siempre aciertes en tu "simulación mental". La cuestión es que no puede haber amistad al desconocido. La amistad implica conocimiento (sea un conocimiento real o equivocado) y, lo extraño, es como a menudo se puede llegar a conocer a algunas personas con cierta rapidez, haciendo un uso estresado de nuestra capacidad de empatía, y en otras circunstancias nos pasamos años junto a alguien, un vecino, un familiar, una compañera de trabajo, sin forjar una amistad, pasando a diario "con los escudos levantados" como una nave espacial de ciencia ficción.

Quizá cuando vamos a correr por el monte bajamos nuestros escudos y facilitamos que se formen amistades.
Las fronteras entre la amistad y el amor romántico, entre el amor romántico y la atracción sexual hacen que el álgebra de las relaciones de amistad, las relaciones románticas y las relaciones sexuales sean muy complicadas, que se solapen y se confundan como esferas separadas y diferenciadas que se cruzan o como un continuo en el que se ocupa un espacio determinado con respecto a cada persona, que en el marco de heteronormatividad en que vivimos sea habitual decir que la amistad entre en hombre y una mujer es imposible. Es un tema tan complejo y que requería un nivel de autoconocimiento de todo el mundo que creo que es buena materia para una tesis doctoral o incluso una vida entera entregada a esa investigación. 


La amistad no es necesaria, como la Filosofia, como el arte, etc. no tiene valor de supervivencia; sin embargo, es una de esas cosas que da valor a la supervivencia.
C.S. Lewis

viernes, 7 de noviembre de 2014

Comparativas de zapatillas

Habrá quien piense que Wittgensteneitor se ha vuelto loco. ¿Una comparativa aquí? ¿Pero qué dice esta criatura?

No, no voy a comparar y opinar sobre calzado deportivo. Ya hay análisis muy interesantes por ahí. Si muchos, pero quizá no lo son la mayoría de ellos (una cosa no quita la otra, que haya muchos no quiere decir que sean la mayoría, sino que los malos son muchísimos más). Hay que escarbar un poco (mucho) y descartar un altísimo porcentaje, pero aún así, hay muchos buenos análisis. Es como casi todo en Internet. Demasiada información mala, demasiada hojarasca entre la que se esconden las perlas. Montañas de perlas entre cordilleras y continentes enteros de hojarasca.

Llegó el otoño, cuidado con los peligros que se esconden bajo la hojarasca
Mucho me temo que la mayoría de lo que podemos encontrar en una primera búsqueda en google sobre un modelo concreto de zapatilla o de mochila es puro marketing salido de los departamentos de comunicación de las marcas. Siempre con avances revolucionarios como esos detergentes que siempre lavan "más blanco aún" hace treinta años seguidos. Las marcas dan aparentemente mucha información técnica pero que, como el recibo de la luz, es muy difícil de interpretar para alguien que no tenga una ingeniería industrial con un postgrado en materiales de la era espacial y que, simultáneamente, haya completado estudios de podología, fisioterapia y terapia ocupacional. Los Community Managers se ocupan de posicionarles en los buscadores y aplaudirles en las redes sociales, de regalar unas generosas muestras a quienes crean opinión y de patrocinar los eventos en los que participamos y los deportistas que todo el mundo quiere emular.

A pesar de todo, aunque acabéis de llegar a esto del correr, escarbando con prudencia y con el tiempo iréis dejando de lado las opiniones de quien nunca le ve ningún defecto a lo que prueba. Es muy sorprendente leer tanto peloteo sobre zapatillas superligeras, superamortiguadas, superduraderas y superestables en la pisada, todo simultaneamente. Cortavientos superimpermeables, superligeros, supertranspirables, todo a la vez. Geles y barritas que te proporcionan energía al instante y, a la vez, durante horas y que nunca sientan mal. Ropa mágica, mochilas superchanantes que no hacen una rozadura o se les atasca la cremallera. Carreras y eventos deportivos siempre muy bien organizados y sin un defecto, por lo menos para quien ha recibido un dorsal y un billete de avión para opinar sobre ello.

Lo cierto es que (espero que ninguno de mis amigos que realizan estas tareas se me enfade) la mayoría de los "probadores" reciben el material para examinar de manera que representa un importante aporte económico en especie a su afición por correr. Si te regalan tres mochilas distintas y cinco pares de zapatillas de distintas marcas para que las pruebes, algo de textil de vez en cuando y un surtido de barritas... eso te puede suponer un dilema. Si te regalan unas zapatillas y cuentas que, bajo tu experta opinión, son una mierda pinchada en un palo (un concepto técnico) y que mejor comprarse el modelo del año anterior en el outlet o la alternativa de la competencia, es muy posible que la marca en cuestión decida que deja de contarte entre sus "expertos". Como casi toda la censura, el testeador no es censurado explicitamente, pero se autocensura "por si acaso" y porque ve que el resto también lo hacen (salvo honrosas excepciones y cito una para que no se me acuse de no mojarme en esta tapada comparativa de comparadores: Ser13io. Leanle siempre que puedan).

En la montaña es muy importante poder confiar en el material que llevas.
La montaña es peligrosa, el material es caro y la economía está en crisis.

Se proporciona solamente una parte de la información, una noticia sesgada y, por tanto, una mentira,  y el problema se da, seguramente, entorno a la cultura de la transparencia, sobre el acto de compartir el acceso pleno al conocimiento que alguien tiene. Solo acabamos recibiendo noticia de la parte buena del producto. Como cuando un programa (llamémosle Güinchous, por ejemplo) es escrito y compilado para ser ejecutado en una determinada arquitectura de computación, pero nadie llega a ver cual es el código que se emplea. Como cuando alguien quiere ver la hora a la que los demás se conectan al whatsapp, si leen lo que ha escrito, pero no quiere que los demás tengan esa información de sí mismo.

Hay un interés económico detrás de dar una información incompleta sobre el material deportivo, claro, de no presentar una mercancía como mala y que se venda sin proporcionar beneficios suculentos, pero también un sesgo cultural muy latino y católico. Cuando digo "latino" no piensen en unos regetoneros perreando, sino en el Latio, región de Italia, estoy pensando en la Ciudad Eterna de Roma, en el Imperio y en esa extensión que va desde Transilvania hasta Lisboa y donde se habla prácticamente Latín o alguno de sus dialectos levemente diferenciado de la lengua materna (Portugués, Catalán, Francés, Rumano...), un espacio físico y mental también un poco africano y musulmán (español, marroquí, misma cosa amigo). Porque el norte de África era Mare Nostrum romanizadísimo, porque la conexión entre la cultura clásica griega perdida durante un tiempo y el Renacimiento de Europa pasa por Bagdad, Córdoba y Toledo por caminos musulmanes al norte del desierto del Sahara.

El Mare Nostrum, ese charco que nos une y nos separa
hace miles de años a fenicios y romanos, griegos, árabes y latinos.
Todos "misma cosa"
Para el mundo Mediterráneo, y en eso el Norte de África y el Sur de Europa comparten algunas claves culturales comunes que el mundo anglosajón, germano, protestante, luterano o calvinista no viven en su cotidianidad, hay un celo por la privacidad, un exceso quizá. La casa musulmana típica tiene un haram, un espacio al que no tiene acceso nadie de fuera de la familia, ni tan siquiera durante una visita (de ahí viene el habitualmente erróneo concepto de "harén"). El jardín árabe o el español tiene altos muros y plantas trepadores que impiden que desde fuera pueda verse el interior, lo contrario del típico jardín inglés, de praderas de césped que no dificultan perder la vista en el horizonte, o el típico francés, también abierto y solamente demarcados los caminos por setos recortados y fuentes decorativas. Para la cultura protestante la Biblia está ahí para ser leída y libremente interpretada por el entendimiento de quien desea hacerlo (y quien no lo desea un poco también, que los evangelistas son muy pesados), debe ser traducida a todos los idiomas para que esté al alcance de todo el mundo, mientras que en el catolicismo siempre ha existido una jerarquía sacerdotal, una casta como está de moda decir, que era quien tenía como misión leer y dar una interpretación al texto, a menudo directamente ilegible para el populacho, porque estaba escrito en nuestra querida lengua latina, a la cual solamente tenían acceso un puñado de privilegiados.

Quizá de ahí tanto revuelo por el doble check azul que permite ver si otros han leído el mensaje que se ha enviado por el whatsapp, porque estamos en una cultura poco transparente, donde está mal visto dar toda la información, una cultura del cuchicheo al oído, del secretito que creemos que nos hace más interesante. También porque el narcisismo, ese gran motor, nos exige que todo el mundo lea y conteste, nos preste atención inmediata a cualquier ocurrencia que tengamos, pero eso ya es naturaleza humana universal.

Algunas de las organizaciones sin ánimo de lucro se sienten amenazadas por la ley de transparencia porque les obliga a hacer pública información bastante básica como, por ejemplo, de dónde les llega el dinero, dónde se lo gastan o quienes son los miembros (con perdón) de su junta directiva. Porque tienen miedo de como van a interpretar los demás la información y como la van a poder utilizar contra ellos, como los curas temían que la gente leyera libremente sus sagradas escrituras y extrajese sus propias conclusiones.

La información no hace mal ninguno en sí misma, o por lo menos, mucho menos daño que la desinformación. Yo quiero que la gente sepa cuando he leído un mensaje suyo por lo mismo que quiero saber cuando han leído el mío. Para, por ejemplo, ahorrarme una llamada. Quiero mi software libre y en código abierto para que no haya errores sin corregir en él durante mucho tiempo. No quiero material deportivo que no sea adecuado al uso que le quiero dar.

Y quiero que me digáis cuando unas zapatillas son una puta mierda. No os lo calléis, amigos probadores.

Y mientras, la III Remontada Infernal se va aproximando ;-)