jueves, 30 de enero de 2014

Seguridad ontológica

Voy a ser sincero con usted. Yo odio este lugar, este zoo, esta prisión, esta realidad,... o como usted quiera llamarla. Ya no la soporto más. Quizás sea el olor, si es que existe. Estoy saturado por él. Noto... ... el sabor... de su hedor. Y siempre que lo noto, temo que de alguna manera me haya infectado. Es repulsivo......¿verdad? Tengo que salir de este lugar. Tengo que, huir. 
Smith. Matrix.
Kant señala una de las tensiones de las muchas en las que se mueve eso de ser el ser humano, la de la insociable sociabilidad, ese puntillo que tenemos de necesitar a los demás, pero también necesitar alejarnos de todo el mundo y que nos dejen en paz. Ese querer ver a la gente, pero querer estar solos. Las carreras de larga distancia nos permiten ambas cosas, como ya decíamos otro día.

Otra fascinante tensión que experimenta el homo (u homasapiens se refiere a la necesidad, por un lado, de conocer el mundo en que nos movemos, el deseo de que las percepciones que recibimos se adapten a rutinas predecibles y que la vida tenga cierta homogeneidad. Eso nos permite hacer proyecciones, crear modelos de como ocurrirán las cosas y teorías que expliquen el presente y el pasado y sobre las que se pueden apuntalar los cimientos de la realidad. Por otro lado, hay una necesidad de novedades y cambios, de que no sea sea siempre todo lo mismo. La necesidad de que la vida no transcurra como si se corriera sobre la cinta de un gimnasio, moviendo las piernas sin moverse del lugar, sin que el paisaje experimente ni tan siquiera la monotonía de la vuelta a la pista de atletismo de 400 metros (no me explico como hay gente que paga por correr encerrado en una sala, y aún menos las personas que eligen voluntariamente vivir repitiendo los mismos rituales sociales vacíos y que no les satisfacen, como un hamster que corre en su rueda).

El síndrome de reclusión que presentan muchas personas institucionalizadas, por ejemplo, las que están privadas de libertad por mandato judicial o, en otros términos, "los talegueros", tiene mucho que ver con un exceso de uniformidad en sus vidas. Con correr sobre la cinta en vez de sobre las crestas de los montes. Siempre habrá quien no vea la rentabilidad social y económica de la reinserción y que desearía que cualquier pringado que han pillado relleno como un pavo navideño, pero con otra guarnición más estupefaciente, estuviese pudriéndose eternamente a cuenta de las arcas públicas. Yo opino que cuanto antes anden trabajando y pagando impuestos, mejor para todos, empezando por los ciudadanos ejemplares, autoconsiderados ejemplares, que tienen que pagar la estancia de personas que en la mayoría de las ocasiones no representan ninguna amenaza en el exterior, al contrario de lo que puede llegar a suceder con algunos ciudadanos ejemplares.

El shock ontológico que supone descubrir que nada es como creías, que vives en Matrix, que todas las rutinas predecibles se vuelven aleatorias y no encuentras un patrón que te permita saber como actuar a corto, medio y largo plazo, es una de las sensaciones más terribles y, no es que lleve a la locura, es que precisamente es la desconexión con la realidad uno de los rasgos que definen la enfermedad mental, y la angustia extrema una de sus consecuencias. Quitarle a alguien los fundamentos de la "película" que se haya montado produce pánico en nuestros semejantes y no es poco lo que puede tener que ver con la resistencia al cambio y el aferrarse a una vida triste pero rutinaria, por más extraña o desestructurada que sea, que rutina y orden no tienen por qué ir juntos de la mano.

Para un corredor la rutina de entrenamiento le proporciona, además de una musculatura y una eficacia apropiada para practicar su actividad favorita o, seguramente su segunda actividad favorita, para la cual también encontrará beneficioso el ejercicio practicado, la rutina le proporcionará, digo, estabilidad mental, saber lo que le cabe esperar, hacer proyecciones y una ración de endorfinas que cuando faltan te dejan como uno de los que hablábamos arriba cuando tiene que vender su dosis de metadona para obtener otras mercancías a un compañero de patio

Correr por montaña, o por el campo, proporciona esa libertad de moverse dentro de una rutina y cubre la necesidad de salirse de ella simultaneamente, por eso engancha como la causa, motivo y razón que ha llevado a donde están a la mayoría de los talegueros, como una droga dura.

Un veneno que se te mete en el cuerpo y no quiere salir.

lunes, 27 de enero de 2014

Media maratón de Getafe. Enfrentando el dolor.



[...]sólo una voluntad que no está satisfecha y que está contrariada: incluso el dolor físico que acompaña la desorganización o la destrucción del cuerpo no tiene otro principio, lo que lo torna posible es que el cuerpo es la propia voluntad en el estado de objeto.
A. Shopenhauer (acerca del concepto de sufrimiento)
Un recorrido plano, por barrios nuevos de amplias avenidas y poco comercio que van dando paso a barrios aún no rematados y casi deshabitados, barrios proyectados y empezados a construir antes del "catacrocker" del ladrillo y que no terminan de venderse ni a tiros, barrios de cooperativas disueltas y de parcelas vacías pero, eso si, muy llanita y de manera que se causen pocas molestias a los conductores un domingo por la mañana. Todo el mundo contento, porque el trazado es completamente llano para que la gente pueda arañar unos segundos a su mejor marca personal. A eso han venido la mayoría de los cerca de 5.000 corredores que hay hoy aquí bajo un cielo soleado y fresco, perfecto para darle hoy caña a las zapatillas.

Corremos por la periferia de la ciudad.

Un recorrido que hace que asalten el pensamiento epítetos como "lujuriante", "selvático",  Bueno, no.
Como diría Luis Arribas, la periferia es un estado mental, no solamente físico. Lo cierto es que mirando alrededor es evidente que estamos apartados, movidos a un lado, donde menos molestemos y el paisaje urbano crea esa sensación de marginalidad, de estar en las afueras, cerca del polígono y el descampado, incluso de la escombrera y de la desembocadura de la alcantarilla en algún punto de tratamiento de aguas, aunque todo eso no esté a la vista se intuye detrás de los bloques de viviendas a medio habitar.

Así es la Media Maratón de Getafe.


Recorrido de la MM de Getafe, mi pueblo

A mi me gusta ir por el centro de las calles y por las calles del centro. En eso no cumplo el canon pitagórico que prohibía caminar por las avenidas principales. En otras cosas si que soy muy de la escuela de Siracusa.

Un recorrido ideal de cara a probar sensaciones para el Maratón de Sevilla, a un mes vista, como manda el canon y las revistas especializadas que se acompañan de planes de entrenamiento que yo encuentro, es una impresión, absolutamente salvajes para un corredor popular. Hoy debe haber muchos de esos que leen esas revistas por aquí, porque la gente sale corriendo como si lo fuesen a prohibir mañana.

Nos levantamos y desayunamos. Me pongo un par de tiritas sobre los pezones mientras suena muy lejos, en segundo plano, en el interior de mi cabeza, como un presagio, el tema principal de la quinta sinfonía de Beethoven, sol, sol, sol, mi bemol, la llamada del destino.

Salimos a ritmo de cinco minutos y medio por kilómetro, es decir, por la parte de atrás y tranquilillos y cuando llevo tres de ellos noto como una de las tiritas protectoras se desprende y el pezón izquierdo empieza a rozar contra la camiseta. Ops.

Normalmente no puedo hacer más de media hora corriendo sin la profilaxis pezoncil. Soy de pezón blando, ya lo he comentado alguna vez. Un crecimiento generoso de la alfombra que, a poco me despisto, me crece generosa sobre el pecho, y la adherencia del adhesivo ve mermada su eficacia. Además me he sobrehidratado y no podré aguantar sin vaciar la vejiga hasta llegar al final de la carrera. Ops.

A man named horse.
Dejo que Miguel y Anne se marchen hacia delante y me voy detrás de un seto en un, por otro lado, desolado paisaje del barrio a medio construir y menos que medio habitado lo que hay en pie. Micciono.

Aprieto fuerte el ritmo de carrera. Solamente me deben de sacar un minuto y tiro a tope adelantando gente. Con gran esfuerzo llego hasta Anne, que me dice que Miguel se ha quedado atrás, para esperarme. Me dejo caer. Me paro, corro un poco hacia atrás y le veo. Le pillo y seguimos adelante. De todas maneras Anne cuando caliente no necesita un par de lastres. Los pezones me arden. Valoro la posibilidad de quitarme la camiseta. Miguel dice que está dispuesto a unirse a mi si es necesario. Eso es un amigo. Así somos en el Mástil Metal Running.

Este video describe perfectamente algunas sensaciones que he tenido en carrera. Visionadlo.

Decido aguantar hasta el kilómetro 15, donde la carrera pasa por delante de la casa de mis padres antes de mostrar mis encantos a los transeúntes. Una vez pasado ese punto una descarga de endorfinas o algo así hacen más soportable el dolor, por lo que finalmente mantengo el decoro para beneficio de todos. Sin embargo sé que cuando pase por la ducha aún me quedará lo peor.

Parece que el "juramento al Sol" que Richard Harris hace en la película para convertirse en miembro de la tribu está basado en hechos reales. No solamente entre los siux. El dolor como elemento purificador, como ritual de paso, es una invariable cultural. Incluso Shopenhauer nos dice que es lo único que compartimos todos los seres humanos, lo único que nos une y hermana. Lo que nos permite perdonar a quien no entendemos y que nos ha hecho daño es, solamente, comprender su dolor.

Como se enfrenta el dolor es el único test que necesitan los Siux, en la película, para saber si quien pasa por el es un ser humano y de qué tipo.

Apretamos los últimos cinco kilómetros. El motivo es que a Miguel le duele el soleo y, cuando le duele, acelera. Él es así. Entramos en meta después de 21 kilómetros de cambios de ritmo y paradas. Un tiempo aceptable, aunque lejos de nuestras marca, nos hacen pensar que para el Maratón de Sevilla tenemos que plantearnos un ritmo que nos lleve a meta en cuatro horas, no más rápido.

No hay ningún viento favorable para el que no sabe a que puerto se dirige.
A. Shopenhauer





jueves, 23 de enero de 2014

Epistemología de lo multifactorial

Como corredores estamos expuestos a una serie de teorías "científicas" que tratan de convencernos de cual debe ser nuestro proceder en materia de nutrición, entrenamiento, uso de ropa y calzado. La leche es Satanás, hay que correr en chancletas y comer como si fuésemos cazadores de mamuts o, por el contrario, zamparse un kilo de espaguetis con gambas la noche anterior a un maratón, correr con plataformas de dragqueen y, para todo el mundo, llevar una serie de prodigios nanotecnológicos conectados a la nube y tratar las lesiones con homeopatía. Es muy difícil saber que es una verdad como un piano, qué una medio verdad y qué una trola verosímil. Hay explicaciones razonables y otras bonitas, que estaría genial que fuesen las correctas. También, a menudo, hay intereses económicos detrás de un planteamiento determinado. Detrás, delante, a la derecha, a la izquierda, arriba y abajo. Eso y supersticiones también.

También han descubierto que el chocolate adelgaza.

Bueno, no. Han realizado una investigación que dice que no hay evidencia de una correlación entre un consumo moderado de chocolate y un estado de obesidad.

Vamos, que no han descubierto nada.

Han hecho una investigación, buscando una relación directa entre el consumo de una sustancia y una situación como la obesidad que, claro, tiene muchos factores en su origen. No han descubierto nada concluyente comparando el grupo de control con el de consumidores y con el de no consumidores. No han encontrado la correlación buscada. Pero algo hay que publicar. Han publicado los resultados de la investigación, la ausencia de descubrimiento y los periodistas se han abalanzado sobre ello y han intentado conseguir muchas visitas en la página web donde se ha colgado el artículo poniendo un titular sensacionalista. La gente ha entendido lo que le ha salido de la parte del cuerpo donde casi nunca la luz del sol les broncea y muchos han considerado que se ha abierto la veda de comer chocolate, que apetecía un montón.

No es lo mismo una cosa que otra.

Es muy difícil establecer una correlación estadística entre el consumo de una única sustancia y una condición, como es la obesidad, en la que intervienen tantos elementos. Cada obeso tiene una estatura y un peso, unos hábitos nutricionales y una determinada actividad física diaria, por no hablar de diferencias hormonales, proporción entre grasa y músculo, historia clínica,... todo el mundo consume docenas y hasta cientos de alimentos diferentes en distintas proporciones. Son demasiadas variables interrelacionadas unas o independientes otras, muchas variables ocultas las que intervienen como para poder separar un alimento y acusarle de ser el responsable de algo. Tan solo se pude hablar de "factores de riesgo" y de "factores de protección". Entre los factores de riesgo, seguramente tiene menos peso el consumo de chocolate o de mortadela de aceitunas que una determinada predisposición genética o una educación que ha dado como resultado una personalidad con baja resistencia a la sensación de frustración, el número de desengaños amorosos sufridos o un trastorno límite de la personalidad que lleva a comer como forma compulsiva de agresión a si mismo/a. A la gente le da por hacerse mucho daño con conductas nefastas y autoagresivas cuando no ha sabido asimilar los palos que se han de llevar a lo largo de la vida. Zamparse un kilo de bollos de chocolate o inyectarse heroina por vía intravenosa. El mecanismo psicológico es el mismo. Se cede al deseo, se recibe una respuesta placentera inmediata y te hundes en la mierda después, cuando te das cuenta de que tu vida se va por el desagüe. A veces se llega a ello poco a poco, kilo a kilo, año a año hasta que se acumula la suma de los años.


Volviendo al chocolate adelgazante. El error metodológico de enfocar un problema de casuística multifactorial aislando un solo elemento de los muchos que se podrían tomar en consideración se conoce como "reduccionismo". Es uno de los mecanismos de racionalización más empleados cuando quieres publicar algo en una revista científica o cuando no te queda más remedio que hacerlo si no quieres que te echen de la universidad y te quieten la beca/subvención/partida presupuestaria de la que comes. Se produce una relación perversa entre investigadores que tienen que publicar algo, lo que sea, cuanto más vistoso mejor y periodistas que tienen que conseguir visitas a sus páginas con algo, lo que sea, llamativo y sensacionalista. Hay una tendencia general a que se hagan descubrimientos "molones", noticias que hagan a la gente ilusionarse con un resultado inesperado, un giro sorprendente frente a lo que se sabía hasta ese momento o que satisfagan un deseo oculto. Se puede comer chocolate. Correr ultras alarga la vida 16 años.

Correr ultras alarga el pene.

La tendencia psicológica contraria a la búsqueda de novedades ("los científicos han descubierto...") es a aceptar lo establecido como patriótico sin discusión, a mantener las creencias contra toda evidencia y lógica. El error metodológico es similar, por ejemplo, en lo del consumo moderado de vino en las comidas a la hora de racionalizar. Se trata de seleccionar una población que te proporcione el resultado que quieres obtener en el estudio. En lo que se refiere a las personas que hacen un consumo moderado de alcohol, ese grupo estadístico está en mejores condiciones que quien no hace un consumo moderado de vino en las comidas. Claro. El alcohol es venenoso en grandes dosis, tóxico en cantidades menores y solamente dañino a largo plazo consumido con más moderación. Seguramente el consumo esporádico no tiene consecuencia para la mayoría de las personas, sobre todo si tienen otros hábitos moderados y no llevan una vida sedentaria, dando posibilidad al cuerpo de gastar los triglicéridos en los que el alcohol se transforma en un parpadeo (navideño). Libre sea todo el mundo de tomar lo que le apetezca. Yo tomo vino y cerveza, de vez en cuando, pero sin vender motos. Que no nos engañen. Las sustancias presentes en el vino que podrían ser saludables para el corazón, se encuentran, sobre todo, en los aditivos que se añaden durante el proceso de fermentación alcohólica para que adquiera un color rojizo. Todos los mostos son blancos, el tintorro tiene ese color porque se le añaden pellejos de uva o incluso de otros frutos rojos, eso en el mejor de los casos. Si en lugar de vino se toma zumo de arándanos, obtenemos los mismos "antioxidantes" que, por otro lado, tampoco se ha demostrado con suficientes evidencias que sirvan para algo.

En lo que se refiere al vino se nos dan datos sobre la ausencia de correlación entre "consumo moderado" y enfermedades cardíacas sin tener en cuenta que el mero hecho de que alguien sea moderado consumiendo ya es una anomalía estadística y una entrada a variables ocultas de difícil control. por ejemplo: ¿En qué más factores de riesgo será también una persona moderada? ¿Hacen más deporte las personas que no tienen un consumo inmoderado?¿Qué causas conducen, qué lleva a alguien a ser moderado en el consumo de alcohol? Eso si,  los supuestos beneficios para el aparato cardiovascular se proporcionan sin darnos la correlación con enfermedades mentales, hepáticas, diabetes, accidentes de tráfico, maltratos, agresiones y otros actos relacionados con la embriaguez, entre los que no se incluye mandar Whatsapps a un ex-novio o decirle a tus amigos que sois de puta madre y os quiero un güevo o cantar Asturias patria querida.

Si, soy un exagerado. Se pueden exagerar las propiedades mágicas y curativas del vino, en eso no hay problema, pero no hay que pasarse contando lo que se puede ver dándose un paseo por las distintas plantas de un hospital, que eso nos hace sentirnos cuestionados cuando tomamos la próxima copichuela.

Pues eso, que me voy del tema. Que sobran estudios en cantidad y faltan en calidad sobre "las cosas del correr". de hecho, porque no se puede estudiar todo sin unos recursos que de los que no se dispone. Porque en el objeto de estudio se dan un abanico de casuísticas que vienen dadas por múltiples causas, relacionadas algunas y otras invisibles a los investigadores.

Y está en discusión, recurrentemente, si los ultras son malos para la salud.

Gran Trail Peñalara 2010.
Teniendo en cuenta que quien los corre suele ser gente que se inicia en otras especialidades deportivas y cuando tiene asentada una actividad a un nivel de entrenamiento muy alto, no necesariamente de resultados, pega el salto a las largas distancias. Teniendo en cuenta que es gente que se cuida al máximo, en comparación por lo menos con la población en general y que si, se perjudica de vez en cuando, quema los tóxicos ingeridos en los hornos celulares de forma exhaustiva, seguramente encontremos, en general, gente que está bastante sana. Normal. No es una actividad que atraiga a personas que no se sientan capaces de asumir la carga de entrenamiento necesaria y llegar al final en las competiciones.

Y, ay, los humanos, en nuestro ir remontando por la vida, somos muy "multifactoriales", no somos fáciles de entender desde el reduccionismo, desde la simplificación y, sin embargo, es lo que nos es más cómodo practicar cuando miramos hacia dentro o a quienes tenemos cerca. Y en lo que no es correr, mucho más difícil.



martes, 21 de enero de 2014

Obsolescencia programada


Las zapatillas están viejas.

Entre medias de la batalla entre minimalistas y amortiguadoristas que han alentado las multinacionales con el fin de que experimentemos la necesidad de poseer, y por tanto compremos, varios tipos de zapatillas, la amarga realidad es que mayoría de ellas se deforman mucho con un uso normal, perdiendo, no solamente sus propiedades elásticas, sino también la forma, por lo que no solamente son "más duras", algo que no sería problema para algunos corredores, sino que también acaban desviando el eje de la rodilla los milímetros necesarios para provocar lesiones. En definitiva, a lo mejor no existe ni existirá el material perfecto para fabricar una mediasuela, pero en un mundo en el que las farmacéuticas no abren lineas de investigación para curar enfermedades crónicas porque les supondría una disminución de sus ingresos económicos, no es probable que quienes fabrican zapatillas investiguen para fabricar unas que duren, por ejemplo, diez veces más que las actuales. Si acaso se calculará cual es el gasto máximo dispuesto a asumir por los consumidores y se planificará que queden obsoletas en ese periodo exacto de tiempo, lo que ha venido en llamarse obsolescencia programada.

Adentrándonos en terrenos de la Filosofía, el otro componente del material de running que está programado para volverse inservible con el tiempo es el contenido del continente de las zapatillas. En palabras de Martin Heidegger, der Mensch ist ein Sein zum Tode, el ser humano está fabricado bajo un criterio de obsolescencia programada. Por supuesto yo no creo en el Fabricante. Ni tan siquiera en los fabricantes, ni en una Fuerza fabricante, que viene a ser lo mismo pero más New Age, pero los mecanismos de la selección natural hacen que, de hecho, parezca desde nuestra perspectiva antropocéntrica que hay un diseño detrás de cada una de las funciones del ser humano, entre ellas la de envejecer y desaparecer. Diseño sin diseñador, solamente presente en la mirada del sujeto humano que busca una interpretación a lo que no comprende, que se aferra a historias de diseñadores y fabricantes porque teme el día en que, como el caucho de etil vinil acetato (EVA) pierda sus propiedad de resiliencia y, una vez comprimido, no recupere su forma original del todo.

Los corredores (y los que no lo son) y las zapatillas van desgastándose desde el primer kilómetro inevitablemente. En la mayoría de los modelos que hay en el mercado hay una primera fase de mejora de sensaciones, una especie de meseta donde se mantienen las propiedades y un lento declinar hasta que, al final, hay una significativa pérdida de las capacidades iniciales. Esto también vale para las zapatillas de running. Sin duda lo deseable es mantenerse hasta el último momento en el mejor estado posible para que se pueda disfrutar el máximo de todos los kilómetros. Hacer muchos kilómetros, mucho tiempo y disfrutarlos al máximo. No se le puede pedir más a unas zapatillas o a lo que va dentro de ellas.







lunes, 20 de enero de 2014

Corriendo por mi pueblo

The historian of science may be tempted to exclaim that when paradigms change, the world itself changes with them
T. Khun
Un elemento clave en la construcción de nuestra identidad es el lugar donde crecemos. Hay personas que nunca abandonan su lugar de nacimiento a lo largo de toda la vida y, por el contrario, quien no puede decir a ciencia cierta de dónde es, porque su infancia y juventud transcurre entre mudanzas, de una ciudad a otra.

Para la mayoría nuestro pueblo era el lugar donde vivíamos o, también, el lugar de vacaciones desde el que emigraron nuestros padres a la ciudad y al que había que retornar periódicamente. Cuando conocías a la gente de Madrid capital, te dabas cuenta de que muchos no tenían pueblo, pero solían tener "barrio", que viene a ser lo mismo.

Este fin de semana corro el medio maratón de Getafe, el de mi pueblo, el lugar en el que he vivido hasta los treintaipico y dónde sucedieron, por tanto, buena parte de los acontecimientos más importantes de mi vida. Mi "otro" pueblo, el de mi padre realmente, es una pequeña aldea de la montaña del Sur Occidente de Asturias, lindando con la frontera leonesa. Tengo, claro, como corredor de montaña, muchas ganas de correr por ese otro pueblo. Nunca lo he hecho, y sin duda me daría la oportunidad de disfrutar con otros ojos unos paisajes espectaculares pero que, de tanto verlos, me cuesta a veces hacerlo con los ojos de quien tiene la suerte de sorprenderse por primera vez con ellos.


Aquí, mi pueblo. Aquí, unos amigos.
Getafe es una pequeña ciudad o un pueblo grande. Circunvalada por autopistas que van a otros sitios (a Toledo o Andalucía de Norte a Sur y apretada por arriba y por abajo por la M45 y la M50 que rodean la megalópolis madrileña), con trenes y metro, con universidad, hospital, industria e historia. Un lugar donde se puede vivir toda la vida sin salir de ella, porque no le falta nada importante salvo la montaña, y le sobra lo que, de todas maneras, hay en todas partes: algún idiota.

Es una media maratón muy llana, muy rápida y con mucho cagaprisas en busca de su mejor marca personal. Esto último dicho desde el respeto de uno que, si viniese a esto, le parecería mal que otro alguien lo cuestionase. La cosa es que en la Media de Getafe la gente corre que se las pela y yendo a un ritmo "normalito", en el que en otra carrera entrarías en mitad del pelotón, en esta parece que te va a atropellar el vehículo escoba en cualquier momento. Es difícil salir a hacer una carrera tranquila con la tensión que se crea, pero lo intentaremos porque las Navidades y las lesiones han dejado secuela y pasado factura y el objetivo es testear el ritmo al que será posible hacer el Maratón de Sevilla el 23 de febrero. Seguramente por encima de las cuatro horas, lo que no es ningún problema para los que tenemos como plan para este año acabar una carrera de cien millas.

File:Cerro-angeles.JPG
Getafe y el conjunto-bodrio arquitectónico del Cerro de los Ángeles que le identifica
Todo es relativo. Lo que es "normalito" para unos, es ir como una bala para otros y pisando huevos para aquellos. Un estudio de una universidad canadiense que circula estos días por Internet recomienda hacer media hora de sexo a la semana para perder peso después de los excesos navideños. Lo que para unos es una miseria para un día cualquiera, para otros es un sueño inalcanzable. Para unos ir a 4 minutos por kilómetro es dormirse en los laureles, para otros, ir a 6 es apretar el culo y darlo todo hasta la agonía.

Y es que el punto de vista, el lugar desde el que se ven las cosas es extraordinariamente importante. No por nada la filosofía de la ciencia ha considerado que la "visión del mundo", la cosmovisión, el "paradigma científico" o la Weltanschauung, el "programa de investigación científica", son claves para estudiar cómo construimos y mantenemos hipótesis. La sociología de la ciencia se ha convertido en el eje de la reflexión sobre estas cuestiones. Personalmente estoy bastante de acuerdo con el planteamiento del tema que hace el filósofo húngaro Imre Lakatos.

En mi opinión la descripción de la estructura del conocimiento científico que hace Lakatos guarda mucha similitud con la estructura que una persona tiene de su propio conjunto de creencias y, como ocurre en la ciencia, cuando se produce una "Revolución Copernicana", cuando se sobrepasa cierto límite y se caen los cimientos de las creencias colectivas, se da una situación isomórfica a cuando se produce un cambio completo en la percepción del mundo que tenemos cada cual individualmente. Un día nos levantamos y tenemos claro que las cosas no eran como habíamos creído. Ya no somos los mismos, de hecho, ya que en buena medida nuestras creencias también forman parte de nuestra identidad. En parte somos lo que creemos y hasta, incluso, lo que creemos que somos.

Un día hay un conjunto de teorías científicas coherentes. Sitúan a la Tierra en el centro del Universo y defienden que el brazo del arquero es el que da la energía a la flecha que avanza, que los cuatro elementos se combinan para crear todas las substancias y que somos imagen y semejanza de un molde divino que, platónicamente, saca copias imperfectas y, al día siguiente, resulta que es la Tierra la que gira alrededor del Sol, la flecha mantiene su estado de reposo o movimiento si no hay otra fuerza que se oponga, como el rozamiento del aire, Lavoisier y Mendeleiev llenan de elementos primordiales una tabla que repite, periódicamente, en sus propiedades y estamos hechos de las cenizas de las estrellas, de materia inerte organizada por la ciega evolución y por sus mecanismos de azar y necesidad, de selección natural.

Para Lakatos los distintos programas de investigación científica están relacionados entre si y guardan un alto grado de coherencia entre ellos, dándose apoyo y formando un "núcleo duro" de conocimientos y creencias apoyados por "hipótesis auxiliares" que pueden cambiar para mantener esa coherencia. Vamos, como hacemos las personas. Tenemos un conjunto de creencias firmes y algunas hipótesis que nos vamos sacando de la manga cada vez que algo rechina o nos lleva a una contradicción. Hasta el día que, claro, todo cambie. Y ¡ay! si una persona no está dispuesta a cuestionarse sus creencias. Al final será un batiburrillo de creencias auxiliares débilmente hirvanadas, lo que viene siendo... una persona supersticiosa. Carne de cañón para pirados y sinvergüenzas, sin opción a desenmascarar a los primeros o ayudar en su rehabilitación a los segundos.

Recuerdo haber hecho el año pasado la media de Getafe. Recuerdo las sensaciones. Tampoco estaba en mi mejor momento de forma física, como ahora. La forma física cambia como los paradigmas científicos. Un día te levantas y ves que estás hecho un toro, o al revés, que no estás en un pìco, sino en un valle de forma. Los trailrunnes atravesamos picos y valles entrenando además de en las gráficas imaginarias de nuestro estado físico. De los ejes cartesianos a la orografía serrana.

Creo, mucho me temo, que me tocará sufrir en esta carrera.

jueves, 16 de enero de 2014

CxC = C² (Álgebra elemental)

Como habrán leído ustedes por la blogosfera los "Corriendo por el Campo" (CxC) se van a Chamonix.

Los suprascriptos en su propio espacio y hasta el maestro Iván Palero se hacen eco de la noticia. Jorge, el secretario y Quique, el que maneja los hilos en la sombra, se disponen a correr, junto a este humilde varón que os escribe, el Nord Face Ultra Trail du Mont Blanc, la carrera de montaña más emblemática del planeta. Yo lo haré como CxC periférico, varón Woman Wind Xtrem y fundador del Mástil Metal Running. Blanco, rosa y negro.

Para los corredores de montaña el UTMB es como el Tour de France para un ciclista, como el Torneo de Roland-Garros para un tenista o como el Gran Premio de Mónaco para un conductor de fórmula 1, ese deporte con tanta base popular. Es dónde quieren ir una vez en la vida. Toda la élite quisiera ganarla, todos los populares sueñan con acabarla.

Una carrera que discurre por Alpes franceses, italianos y suizos (estos piden el pasaporte, no se les vaya a colar un inmigrante)

Porque son 168 kilómetros con 10.000 metros de desnivel positivo acumulado, eso si, siguiendo un recorrido bastante razonable de caminos y pistas bastante decentes. De hecho, siguiendo el itinerario del Tour del Mont Blanc, una ruta senderista pensada para ir de refugio en refugio al ritmo de cada cual. Una semana es un tiempo razonable para la mayoría de los andarines. Nos dan 46 horas para hacerla a nosotros. Ello implica que no se puede dormir y que hay que pasar dos noches, consecutivamente, en blanco y haciendo mucho ejercicio. Para mi metabolismo basal supone, aproximadamente el consumo de 32.000 Kcal., es decir, quemar unos cuatro kilos de grasa, aunque este tipo de cálculos son absurdos.

Además los tiempos de corte son exigentes para los trotones diesel como yo. La primera noche y el primer día hay que tratar de correr siempre que se pueda, a un ritmo suave y sostenible, claro, pero si te duermes en los laureles te puedes quedar fuera en un control. Alcanzado el kilómetro 78, Courmayeur, ya se pude ir haciendo de vez en cuando una paradita y, si el cuerpo lo exige, andar el resto del recorrido. La estrategia básica dice que cada hora corriendo es media hora menos sufriendo. Algunos portentosos andarines dicen que se puede hacer andando. No sé.

Correr una noche entera no es problema. Se empieza por la tarde, por lo que una buena siesta puede haber caído ya, y aunque se haga tedioso a última hora, con la emoción, las lucecitas de los corredores por la montaña, que aún las noches son cortas y el buen animo, el amanecer llegará en seguida. El amanecer en el fondo de un valle o en un collado rodeado de picos a partir de de 3.000 metros, un amanecer glorioso, con unos paisajes que se mostrarán a nuestros ojos y que nos dejarán con la boca abierta y un "qué bonito" balbucido en el aire. El problema principal es la segunda noche, cuando el cuerpo dice basta y te tambaleas y se te va la cabeza. Ahí yo necesito descabezar media hora de sueño, levantarme con un "dolor de pelota" monstruoso y tratar de moverme para esperar que el segundo amanecer me resucite un poco. Esa es la teoría.

No me hago ilusiones, 10.000 m. D- implican sacrificar varias uñas en el altar del dios UTMB.
Va a ser una gran aventura. Si hace mal tiempo habrá aproximadamente un 50% de retirados entre la gente que, no nos olvidemos, se supone que no nos hemos colado allí, que hemos conseguido los puntos necesarios en carreras calificativas que eran un maldito infierno ya en si mismas.

Nos lo vamos a pasar genial.



miércoles, 15 de enero de 2014

Was ist der Mensch? ...42

Por lo tanto, el filósofo debe ser capaz de determinar:
las fuentes del conocimiento humano,
la medida de lo posible y lo útil en el uso de toda ciencia
y, finalmente, los límites de la razón.
Logik, I. Kant

Para mi tocayo Manu, Kant, todas las preguntas básicas de la Filosofía eran recogidas en una sola, la más importante, la clave, el eje de todo conocimiento posible. Quizá la pregunta para la que, si dispusiésemos de la respuesta perfecta y completa, ya no haría falta hacer más preguntas. La cuestión era, y es, qué es el hombre (entendido como el ser humano).

Se parece a la pregunta que se plantea en la Guía del autoestopista galáctico sobre "el sentido de la vida, el Universo y todo lo demás". La respuesta en la novela de ciencia ficción es... "42". El problema que se plateaba era que no se había formulado la "pregunta definitiva" que hiciese de 42 la respuesta que lo explicase todo. Nuestro problema, no tan distinto seguramente, al responder a la cuestión kantiana Was ist der Mensch? es la que se nos proporciona mediante respuestas parciales según hablemos desde una u otra familia del conocimiento humano, por no tomar en consideración otros parentescos políticos, nunca mejor dicho, y bastardos (también, mira) y divisiones fratricidas dentro de las ciencias, autodenominadas ciencias, sociales o desde fuera de ellas, en el ámbito de la religión o de la superstición (no es una disyunción excluyente, lo sabemos).

¿Qué es lo que somos?. Ortega y Gasset decía que nos "arrojan al mundo" y no tenemos ni idea de dónde estamos, de qué somos y cómo hay que actuar. Nos encontramos como si mientras dormimos profundamente en nuestra cama, unos desalmados nos llevasen hasta la trasera de un escenario, nos disfrazan y nos despertasen metiéndonos de un empujón en medio de una obra de teatro en curso, teniendo que improvisar una actuación sobre la marcha ante los ojos del resto de los actores y del público. Eso es la vida. Improvisar una interpretación sin tener un texto que interpretar, pensando en cada momento qué decir en el siguiente para mantener un personaje e ir construyéndole un significado, darle cierta coherencia a lo que vas haciendo sin saber muy bien qué es, para que al final todo haya tenido cierta lógica. En el Código Bushido también se trata de eso, contemplar cada uno de los actos de la vida desde la perspectiva del momento en que abandonarás el escenario, el momento de palmarla, para hacer cada uno de esos momentos, cada fotograma, una escena de una película de samurais. Bueno, más o menos, una de Kurosawa, por lo menos.

La identidad es lo que nos hace ser lo que somos, lo que tratamos de averiguar y, al mismo tiempo, construir. Nos viene dado de serie el disfraz, la obra, el resto de actores, todo eso no es algo que elijamos, como no elegimos dónde nacer o quién nos educa los primeros años de nuestra vida, por otro lado es algo que pasamos el resto de la existencia construyendo y reconstruyendo, hilando un personaje coherente, a veces tratando de romper con el papel que se nos ha asignado y que no nos convence, otras veces, o para algunas personas, se busca no salirse del personaje. Para quienes buscan satisfacer a toda costa al público, se intenta siempre hacer lo que se espera, sin sorpresas, quizá porque han sido seducidos por el aplauso fácil, por la risa de los idiotas en respuesta al gesto infinitamente repetido y que se ha convertido en moda.

Una de las cosas que somos, muchas de las personas que leemos este blog (debo incluirme, claro), es corredores.

¿Qué es ser un corredor?

Pues algo bastante accidental, sin duda. Incluso si has elegido una especie más concreta dentro de la fauna general de quienes ponen una pierna detrás de otra para desplazarse sin que las dos estén necesariamente tocando el suelo. Si eres triatleta, o corredor de ultradistancia, o trail runner, incluso así, no debería ser algo aparentemente muy importante, salvo porque, de hecho, crea un fuerte sentimiento de identidad. Cuando te consideras a ti mismo, a ti misma, como corredor o corredora, construyes un personaje con unas características determinadas y lo eres casi todo el día, estés corriendo o no. Claro que hay gente de interpretación más contenida y los que están sobreactuados, pero de mil maneras, cada gesto que hacemos, acaba siendo el de alguien que, como decían los Martes y Trece, opina que donde esté una buena "corrida", que se quite el fútbol (y los toros).

La búsqueda de la identidad es algo que se suele asociar a la adolescencia. El discurso tradicional que muchos asimilamos era que durante unos años de confusión andabas buscando quien eras hasta que, superado ese periodo, te asentabas ya en un ser para toda la vida. Por supuesto no es así. Seguimos construyendo el personaje cada día, viendo que tipo de corredor y de persona queremos y decidimos ser.





jueves, 9 de enero de 2014

Virtudes y pecados

Hablo aquí de la virtud moral; porque ella es la que concierne a las pasiones y a los actos del hombre, y en nuestros actos y en nuestras pasiones es donde se dan, ya el exceso, ya el defecto, ya el justo medio.
 Aritóteles, Ética a Nicómaco. 

Subo corriendo por la cuesta hacia arriba. ¡Cómo me fallan las fuerzas!. ¡Qué descuidado estoy!. Me resbala una gota de sudor del bigote y, como hacemos todos lo que tenemos uno, y algunos sin tenerlo pero seguro que de manera mucho menos eficaz, saco la punta de la lengua y empujándola un poco por encima del labio superior cazo y recupero una pequeña cantidad de líquido de todo el que quiere escapar de mi sudoroso cuerpo a través de la transpiración. Debería saber un poco a sal.

El líquido, que no el bigote, me da la impresión de que tiene un sabor a cava y mazapán, a turrón de chocolate y langostino... ¿Serán imaginaciones mías? En fin. Ya terminó por fin la Navidad. Toca eliminar sus catabolitos recorriendo los muchos kilómetros de entrenamiento que llevan hacia el maratón de Sevilla.

Los Reyes Magos lo saben todo. Saben que niños han sido buenos y que niños hemos sido malos. Este año no me han traído ni un trocito de carbón pero, claro, es que este año he sido muy malo. Quizá podría haber hecho las cosas de otra manera. Quizá podría haberlo hecho mucho mejor, pero al final, hay que elegir un dios, Apolo o Dionisos. Como los niños eligen qué rey mago les es más simpático mientras sus padres fomentan el pensamiento mágico que abre el camino a la capacidad para digerir paradojas religiosas de mayor calado y menor consistencia. Al fin y al cabo hay un punto en que, con los datos que te dan, es más verosímil la existencia de sus Majestades de Oriente a la hipótesis de que sean tus padres los que te regalan cosas porque si. Algo del todo increíble. Y sin embargo se supone que hay que pasarse luego media vida añorando la capacidad para creer en lo mágico y que por eso hay que dar la oportunidad de mantener durante años a los niños y niñas entre un conjunto de inconsistencias lógicas.

Volviendo a lo de ser malo, si es que realmente no he seguido en el tema por ostensión siéndolo en el párrafo anterior, Nietzsche, uno de esos filósofos no sistemáticos que atraen tantas simpatías desde fuera de la filosofía y, por desgracia, desde fuera de actitudes propias de la filosofía, hace un análisis de la herencia cultural griega que ha llegado a nosotros, sobre todo en el arte, polarizando la experiencia estética entre lo apolíneo y lo dionisíaco como las tendencias hacia las que se inclina el alma humana. Una, lo apolíneo, representa lo luminoso y ordenado, lo proporcionado y recto, lo que responde a las leyes. Lo dionisíaco por el contrario es lo excesivo, lo exultante, lo caótico y carente de proporción.

Este año he sobreentrenado, me he lesionado, he seguido entrenando y compitiendo lesionado, no he estirado bien a menudo, he dormido poco, he salido mucho, he tomado alcohol, me he emborrachado, me he levantado de la cama casi al mediodía y he quedado para tomar algo a continuación, he ido a trabajar durmiendo tres horas y menos. Gula, lujuria (oh yeah!), soberbia, pereza... pero no ira, envidia y codicia que no son mi estilo. He corrido en camiseta de tirantes y pantalón cortito por la nieve, he ido a tope al mediodía en julio a 40 grados... he sido perezoso y me he saltado entrenamientos, he sido bruto y he doblado entrenamientos. También he seguido el ritmo corriendo de otros que estaban más fuertes que yo o no he querido apretar el mío cuando podía por vagancia pura. Estas fiestas, como colofón y traca final he comido grasuza de todo tipo, y he engordado. He comido hidratos simples en gran cantidad, harinas refinadas y panes blancos como la nieve, bollería industrial y grasas animales, también hidratos empapados en grasa en forma de patatas fritas y hasta rebozados. Me he pasado por esa parte del cuerpo que está ennegrecida del humo del mil batallas todos los principios nutricionales posibles desde la macrobiótica hasta la paleodieta, pasado por la ortodoxia.

Para cualquiera que haya experimentado el exceso de manera más radical le parecerá poca cosa. Nada de putas y cocaína, ni de acabar en los calabozos de la policía. Nada de alterar la química cerebral con psicotrópicos, ni meterse en peleas con armas blancas. Conducir a 200 Km./h. o vomitar para seguir comiendo. Sin visitas al hospital, a la cárcel o a las cloacas. Hay vidas mucho más agitadas, desordenadas y complicadas que la mía, lo sé. Pero la cuestión es cual es el punto de partida y cual el de llegada.

Como corredor este año me he movido más encomendándome a Dionisos que a Apolo, pero quizá, en lo personal, tocaba compensar los "excesos" de ascetismo y rigor a los que me había encadenado. Porque el ascetismo no deja de ser otra forma de exceso y lo realmente difícil de todo esto es mantenerse en un término medio.

Que lo importante no es correr, os recuerdo.

[...] y ninguno de estos sentimientos opuestos son buenos. Pero saber ponerlos a prueba como conviene, según las circunstancias, según las cosas, según las personas, según la causa, y saber conservar en ellas la verdadera medida, este es el medio, esta es la perfección que sólo se encuentra en la virtud.
Ibid. 







viernes, 3 de enero de 2014

Un poco de filosofía oriental

El gran hecho fundamental con que deseaba poner a ustedes en contacto está ya ahí, lo hemos expresado ya: vivir es constantemente decidir lo que vamos a ser. ¿No perciben ustedes la fabulosa paradoja que esto encierra? ¡Un ser que consiste, más que en lo que es, en lo que va a ser; por tanto, en lo que aún no es! Pues esta esencial, abismática paradoja es nuestra vida. Yo no tengo la culpa de ello. Así es en rigurosa verdad.
Ortega y Gasset 
El deporte, como tal, no es uno de los objetos de atención en los que la filosofía ha puesto su punto de mira. En un primer momento la filosofía occidental se ocupa de la Naturaleza, de la Physis, de cuales sean los principios y las leyes con los cuales dar una explicación del mundo que no sea apoyándose en un mito. Es un intento de hacer lo que hoy en día hace la ciencia, quizá, eso tal vez, en un sentido más amplio de lo que hoy tal vez lo haga.

Cuando la filosofía gira en Atenas hacia el humanismo, sin abandonar del todo los terrenos que habían recorrido los Physikoi presocráticos, aparece un discurso, sobre todo con Platón, que separa cuerpo y alma, siendo considerada la segunda un objeto de filosofía y lo primero mera materia grosera en la mayoría de las ocasiones, objeto de estudio para los artesanos, como los sacamuelas y los cirujanos, no para filósofos. La división dual materia-forma aristotélica y el discurso cristiano neoplatónico refuerzan esa idea. La filosofía no se ocupa del cuerpo. No se habla sobre la competición deportiva (agon),  que sirve para purificar (katarsis), que implica un esfuerzo, la agon-íasino que se centra sobre las operaciones del intelecto y las reglas que guían la consecuencia lógica en un discurso.


Rene Descartes, en los comienzos de la Modernidad, no va más allá de Platón. Cuerpo y alma son cosas diferenciadas y problemáticamente conectadas, los cuerpos y sus operaciones son relegados a la categoría de máquinas, de autómatas que no tienen demasiado interés para una reflexión radical como es la filosofía. Con Kant, Hegel, Nietzsche, Wittgenstein... la filosofía se va yendo por otros derroteros y no se ocupan de gente que hace cosas raras en su tiempo libre. Quizá dentro de la filosofía de la educación, alguna breve recomendación pero no una reflexión sobre su significado, sobre su naturaleza, sobre sus implicaciones para la persona. Ni tan siquiera Karl Marx, que si que introduce en la ecuación la fuerza de trabajo, tiene un lugar para ello y será alguno de sus díscolos herederos, como Adorno, de la descarriada (a los ojos del marxismo ortodoxo) Escuela de Frankfurt, los que escriben, disfrazados de filósofos, sobre sociología del deporte, escapando del foco de la filosofía "dura" por la vía de emplear el discurso de las nuevas ciencias (autoconsideradas ciencias) sociales.

¿Y la Filosofía Oriental?


Bueno, la llamada Filosofía Oriental es tan distinta de lo que llamamos simplemente Filosofía y tiene tanto en común con otras cosas que no lo son que, sin ánimo de ofender a nadie, podemos decir que la filosofía oriental no es propiamente filosofía. Igual que una planta de plástico no es una planta. Claro que hay filósofos en Oriente. Pero hablar de la Filosofía Árabe (la Falsafah) como oriental es erróneo. El pensamiento árabe es pensamiento occidental, una de las tres ramas, junto a la tradición latina y la bizantina de la trasmisión de la tradición griega y romana, por un camino que transcurre, a lo largo del tiempo y el espacio, desde Bagdad a París haciendo parada en el Califato de Córdoba y en la Escuela de traductores de Toledo y que penetró (con perdón, como decimos en CxC) en Oriente a través de la Ruta de la Seda de la mano de la otra tradición perdida, la de los cristianos nestorianos, pero que a sangre, fuego e ignorancia fue hace muchos siglos secada como fuente de tradición filosófica. Quizá algún poso puede haber dejado en algún lado. También hay personas hoy en día que ejercen la filosofía (occidental) en Oriente, en Vladivostok, Seul o Manila, normalmente dentro de sus universidades, como aquí, y que tratan de descifrar a Wittgenstein y Heidegger con mayor o menor fortuna, como aquí. El fenómeno se denomina Globalización.

Y no tengo nada contra lo Oriental, cuidado los hippies, deteneros. Simplemente las palabras tienen sentido en el contexto de una comunidad de hablantes y su significado está proporcionado por su uso. El significado de Filosofía es sinónimo, aquí y ahora, al de "Filosofía Occidental", aquello es otra cosa. Buena o mala, otra.

Y sin embargo, todo esto es porque creo que lo de correr tiene una conexión interesante con el pensamiento oriental, con el budismo y con la meditación, ese estado alterado de conciencia.

Lo que entendíamos como meditación en la tradición occidental consiste en la capacidad para concentrar la atención en un solo objeto en nuestra mente, un problema a resolver, por ejemplo, sobre el que se medita, o en el caso del éxtasis místico, en un objeto de devoción religiosa. De las tradiciones orientales hemos adquirido la noción de meditación como la capacidad para ensimismarse y alcanzar un punto en que evitemos la distracción, no solamente acerca de las multitudes de problemas que asaltan nuestro pensamiento, sino de cualquiera, incluso de nuestra propia existencia y presencia, nuestra propia mente, nosotros mismos somos la distracción. Vaciarse de todo pensamiento o dejarlo fluir libremente sin tratar de atraparlo en los esquemas marcados por nuestra voluntad. Las neurociencias nos dicen que lo que ocurre en nuestros cerebros es un estado alterado de conciencia similar al sueño R.E.M. Pero las neurociencias hablan más de cerebros que de mentes. Hay incluso quien opina que el programa de Punset, Redes, embrutece el intelecto más que Sálvame de luxe.

Pues así es correr, como un ejercicio de meditación y os sugiero que lo pongáis en práctica para limpiar vuestra mente y alcanzar el Nirvana.

Cuando corres por largas y aburridas avenidas de asfalto, repitiendo incansablemente el mismo movimiento una vez tras otro preparándose quien sabe que carrera de fondo. Kilómetro a kilómetro, la mente se evade del cuerpo, lo deja solo correr e ignora las molestias, el cansancio, el dolor. Va aprendiendo, como un practicante de yoga, a centrarse en la respiración, no en la incomodidad, en perfeccionar el gesto, tarea que nunca tiene fin, que siempre se puede hacer mejor, hasta acabar con una sesión de streaching (estiramientos) con posturas precisas mantenidas al ritmo de respiraciones completas, profundas, bien hechas... os suena ¿verdad? concentración en la postura precisa, no permitir que las sensaciones del cuerpo invadan los pensamientos, respirar bien y conscientemente, evitar las distracciones, ensimismarse,...


Y correr por montaña, como un ejercicio de meditación, de concentración zen en un arreglo floral (ikebana) o en una ceremonia de te (chadō), vacía la mente de todo pensamiento que no sea donde vas a hacer el siguiente movimiento, el apoyo con el pié que ya se aproxima al suelo, cual será la siguiente pisada o, mejor aún, poniendo la vista a dos pasos de distancia, dejando que tu cuerpo piense por si mismo mientras te concentras en trazar un recorrido por la trailera con la mirada, sin permitirte ninguna distracción.

Corriendo se trabaja la mente, no solamente los músculos, no solo, como diría el Maestro Yoda, esta materia bruta, porque permite aprender a meditar y a concentrarnos, algo que por desgracia no nos enseñan en el colegio y tenemos que aprender con mucho esfuerzo, como otras muchas cosa muy útiles que nos podrían haber enseñado y no lo hicieron (recuerdo a los maestros mandándonos trabajos de grupo sin explicarno como organizarnos en un grupo de trabajo, por ejemplo).

Si os apetece, os invito a que... meditéis sobre ello.

O a que, simplemente, meditéis en la próxima tirada larga o bajada técnica.

jueves, 2 de enero de 2014

San Silvestre Vallecana 2013: Long Live and prosper!

Me presento disfrazado. 
René Descartes
En mi opinión nunca hay que correr una carrera de montaña sin dorsal, ni con el de otra persona sin que lo sepa la organización. Es una cuestión de seguridad. Si uno se pierde, o si tienes un accidente, al final, puedes meter en líos a un montón de gente. Además me parece que, como norma general, no son caras. Salvo algún chasco que ha habido este año con "paracaidistas" aterrizados desde la organización de eventos deportivos en el ultratrail sin conocer bien el terreno sobre el que se movían (o puede que les importara un comino), como regla general, las carreras de montaña cuestan más o menos lo que valen, teniendo en cuenta el despliegue que hay que organizar para que participe, proporcionalmente, poca gente. En algunas se moviliza al doble de voluntarios que de corredores y se lleva avituallamiento a la espalda en mochilas hasta los sitios más inaccesibles. En comparación con esto, la logística de un "diezmil asfaltero" es mucho más sencilla, suele contar con más corredores que abonan el dorsal y surgen también más y mejores patrocinadores, sin olvidar el respaldo de las consejerías y concejalías que se sacan la foto junto a la organización de la carrera. Sin embargo es habitual que te cobren lo mismo o más por dar una vuelta por Casa de Campo que por recorrer la Cuerda Larga.

San Silvestre 2011. Supermanuwar con Inma, Sergio, María, Víctor y una aún minúscula Alejandra
Si que he aprovechado que se ha balizado una zona para una carrera para entrenar por allí, siempre en autosuficiencia, llevando todo lo que pudiese necesitar y bajo mi entera responsabilidad y con la cobertura de mi seguro de montaña, aprovechando para saludar a conocidos y animar a la gente que trailea con su dorsal (si Luis, es tripal más que dorsal, tienes razón).

Otra cosa es el asfalto. Si no estorbo a ningún corredor saliendo en una posición del final, no les gasto vituallas, bebo de mis reservas y de las fuentes de la ciudad, no me llevo camiseta, bolsa del corredor o lo que quiera que se de, la verdad es que no veo problema en organizarme un entrenamiento siguiendo parte del recorrido de una carrera. Habrá a quien le escandalice. No lo hago a menudo, pero es una oportunidad para correr por el centro de algunas calles que no es posible en otras circunstancias. Nunca me colaría en una carrera "popular, popular", de las que organizan pequeños clubes con mucho esfuerzo e ilusión. 

En tercer lugar están los eventos-latrocinio que me considero con derecho a correr, si me da la gana, por haber sido robado y estafado por quien los organiza en alguna ocasión. En mi opinión pagar una Sansil Vallecana, con todo su patrocinio y publicidad, con las instituciones públicas que la respaldan y deberían subvencionar,... porque al fin y al cabo le pedimos a nuestros representantes políticos que trabajan para nosotros, el pueblo soberano, que promuevan el deporte de base, de nuestro bolsillo, porque hay que recordar de vez en cuando que es nuestro dinero y que los políticos no pierden su patrimonio personal organizando carreras, solamente cumplen con la obligación de administrar nuestros impuestos a cambio de un generoso sueldo.... con lo poco que estos eventos te dan a cambio de veinte eurazos, ni tan siquiera muchas veces un ropero decente recordando Mapoma 2013 o Vallecanas recientes y presentes.

Algunos solamente pedimos una buena organización de la carrera y que se mire por el corredor y no por ganar cuanto más mejor en estos macro-eventos.

Te sientes idiota por no recibir ni un servicio de ropero decente por cortar cuatro calles para que le hagamos publicidad a la marca patrocinadora, del Ayuntamiento y Comunidad de Madrid y sus pintorescas madres y las de los que se enriquecen con la recaudación... a dos euros por kilómetro recorrido. Eso cuando no te obligan a recoger el dorsal en un determinado centro comercial días antes de la carrera y no te dan la opción de hacerlo el mismo día, para facilitarle la vida a quien se desplaza desde lejos. Añadamos frecuentemente el bochornoso espectáculo de como se aprovechan de un voluntariado insuficientemente cuidado y organizado por quien debería mimarlo... normalmente abandonándolo a su suerte.

Creo que pagar una Sansil te da derecho a correrla varias veces. La de este año, por los dos que he tenido que ir con la mochila a la espalda hasta la meta por una camiseta guarra, una bebida refrescante cerca de la fecha de consumo preferente y cuatro frutos secos. Y aquí dejo el tema, que excusatio non petita, accusatio manifesta. Pero sé que es un asunto muy polémico. Lo discutimos en el bar ¿vale?

Este año, en vez de dorsal, llevaré un disfraz. Al fin y al cabo es una forma de hacer una aportación a la fiesta, que es lo que significa la San Silvestre para la mayoría de los runners que hoy reivindican su afición.

Quedo con Vero y Estrella en Vallecas, donde aparqué por la mañana. Ellas viven cerca de la meta. Vero y yo nos ponemos nuestros disfraces y nos vamos en metro a la salida.

 Enredando con los tricorders

Luciendo orejas vulcanas en el metro
Para Estrella, a sus 65 años, es su primera carrera. Empezó a correr en febrero, para poder acompañar hoy a su sobrina Vero, que también tenía ilusión de correr contra todos los mensajes que recibió durante media vida negando su capacidad para correr. No todo el entorno de la familia confía en que vayan a terminar la carrera, pero yo que entrené con ellas antes de ayer no tengo la menor duda.

Vamos a ir muy despacio en comparación con los de delante, aquellos que en poco más de media hora sobrevuelan el recorrido y llegan a meta. Pero nosotros lo vamos a hacer, cuesta abajo, si, pero contra los prejuicios que nosotros mismos y, sobre todo, otras personas habían puesto en nosotros, contra los límites que habíamos creído que teníamos en algún momento de nuestras vidas, antes de que un cambio de dirección inesperado, un golpe de timón, un acto de libertad, nos dirigiera donde decidimos ir.

Porque si, porque nos ha dado la gana.

Y es que un acto de libertad es algo que se hace pocas veces en la vida. Ir en contra de lo que se espera de nosotros, dirigirnos con esfuerzo hacia donde nos resistimos a ir porque implica que cambiamos, que dejamos de ser lo que éramos, no solamente se enfrenta a nuestras propias resistencias, sino a lo que los demás esperan de nosotros. Tendremos nuestra propia dificultad frente al cambio, los miedos que tendremos que afrontar, pero también, tendremos que vencer los miedos y resistencias que los otros tendrán a que cambiemos. Todo cambio esencial pone en cuestión a los que nos rodean, a su propia decisión de seguir el camino que tienen previsto o la decisión (siempre se decide) de ser otros distintos a quienes han sido hasta el momento.

En la salida de la Sansil
Si nos despistamos, y no solamente hablo de perder peso, dejar de fumar o de ponerse a correr, si no estamos atentos, podemos dejar pasar la vida sin ejercer a lo largo de ella un acto de libertad. Decidir correr una San Silvestre, contra todo lo que siempre habías creído que harías, puede ser uno de esos momentos liberadores o simplemente un síntoma de cambios más profundos.

Los recuerdos suelen traer, junto a la evocación de un momento, las emociones que lo acompañaron. Peligroso si se trata de recuerdos dolorosos, cuando llega una fecha significativa, un aniversario por ejemplo. Sin embargo según pasa el tiempo la emoción ligada al recuerdo, sobre todo de algunos buenos recuerdos, ¡vaya!, se va diluyendo y haciendo más difícil de traer a la conciencia.

A veces disfrutas de una experiencia con la que estás familiarizado, que ha perdido la emoción de la novedad, como correr diez kilómetros, algo que haces casi todas las semanas cuatro o cinco veces.

Sin embargo al vivir una experiencia junto a alguien que la tiene por primera vez vuelves a rememorar las emociones y los sentimientos de las primeras ocasiones. Escuchas una fuga de Bach junto a quien no conocía ese maravilloso juego de la inteligencia, o lees un pasaje de un clásico literario especialmente inspirado. Ocurre con el arte, la música y también con correr una carrera por primera vez. Yo en aquel 31 de diciembre de 2005 casi no pude dormir la noche anterior y al llegar a meta me inundó una sensación de alegría enorme. Estar junto a personas que hoy van a experimentar eso es como cuando invitas a alguien a que pruebe un bocado delicioso que no conoce y en su mirada de placer se multiplica el tuyo con el gusto de la primera vez.

Son diez kilómetros triunfales, rodeados de luces, de gente disfrazada de casi cualquier cosa concebible,  de gente animando... bueno, por Serrano los pijos no, pero compensa Vallecas de sobra con la gente echada en la calle dándolo todo. Mantenemos nuestro ritmillo y vamos siguiendo a Estrella que a partir de la mitad aprieta y nos lleva a su estela.

Llegados a meta. 
Al final a disfrutar del triunfo, un poco cansados y deshidratados, si, con los amigos que, para nuestra sorpresa, nos acompañan con sus disfraces de Star Trek, la Nueva Generación, una serie ambientada un siglo después de la de los personajes de la serie original de Star Trek que llevamos nosotros. ¡Qué grandes!

Andrés y Tati de oficiales de la Enterprise.
Una guinda para la noche es que abandono la zona de meta por uno de los lugares reservados a los corredores con dorsal y me ponen en las manos el avituallamiento (agua, un refresco y unos cereales) que reparte la organización. Me lo quedo como restitución simbólica por haber pagado algún año de más.

Vamos a por otro año, uno lleno de maravillosas expectativas. Como diría Mr. Spock...
...os deseo una larga y próspera vida.