martes, 25 de febrero de 2014

我 慢 Rumbo UTMB 2014

Gaman (我 慢) es un término de origen japonés Zen budista que significa "resistir lo aparentemente insoportable con paciencia y dignidad". No es lo mismo, aunque guarde cierto aire de familia, que podría decir uno de mis favoritos, Wittgenstein, con el concepto utilizado por Mahatma Gandhi de satyāgraha (सत्याग्रह), su sistema de resistencia no violenta. Gaman implica aceptación activa, no resistencia no-violenta. Es la capacidad de hacer la apuesta con uno mismo de resistir más allá de cualquier límite. Explorar hasta el final la capacidad de aguante sin ponerse un techo para ello, sin fijar de antemano lo que se está dispuesto a tolerar para que no actúe como un disparador de la rendición.


Gaman es lo que hay que llevar en la mochila en una carrera de montaña de cien millas. Salir de Chamonix con la idea de vas a hacer un entrenamiento de una hora y no pensar en lo que te queda en ningún momento, ni a la mitad, ni cuando llevas ciento veinte kilómetros, ni cuando llevas ciento cincuenta. En cada instante pensar solamente en el siguiente punto de destino, a cinco, a siete kilómetros. Limitar la mente al ejercicio de contar tiempo, no distancias. "Me queda una tarde corriendo para llegar a donde me espera mi chica", "me queda una noche y media mañana para llegar a meta", pero como único límite de lo que estoy dispuesto a soportar para el Ultra Trail del Mont Blanc, me pongo las cuarenta y seis horas que da la organización para acabarlo, no tengo que hacer ni un minuto más que eso... si veo que no puedo, si me vengo abajo, esa es toda la exigencia que voy a hacerme, como mucho.

Terminado el Maratón de Sevilla. Tan deseoso estaba de acabarle para pasar a otra cosa que hasta la crónica la hice deprisa y corriendo y ni mencioné, injustamente, a quien me acompañó casi veinticinco kilómetros y que es quien me viene acompañando los últimos meses remontando por la vida, Anne, mi chica. Terminado, digo, el maratón "asfaltero" como un trámite que deseaba quitarme ya de en medio para, como la cabra, tirar para el monte, toca aumentar y suavizar los rodajes. Segundo mesociclo. Esto si me gusta. Correr mucho, andar mucho, ir tranquilo, mejorar la técnica para ser más económico, más eficaz, no necesariamente más rápido. Trucar el motor diesel, aumentar su capacidad para hacer más kilómetros sin repostar y sin averiarse.

Hace unos años los más "frikis" trucaban sus PC para que fuesen más rápidos. Les hacían overclocking, es decir forzaban al microprocesador a funcionar a más ciclos por segundo de lo que estaban diseñados para soportar sin quemarse y, para compensar el calor generado por la chapuza, les colocaban unos superventiladores que disipaban el calor generado y hacían que no se fundiesen inmediatamente al encender el equipo, aunque, por supuesto, se aumentaba el nivel de ruido y se acortaba la vida útil del aparato. Muchos micros acabaron, literalmente, derretidos.


Una moda, quizá más friki aún, pero muy minoritaria iba en la dirección contraria. Quitarle el sistema operativo más comercial y utilizado en la época (uno que no voy a nombrar y que se colgaba mucho, "ventanas" en la lengua de Shakespeare) y sustituirle por uno libre, con el "núcleo" o kernel recompilado a medida, es decir, desplumado de todo lo que sobrase y bajando la velocidad del microprocesador al mínimo, aumentando el rendimiento añadiendo memoria que, por otro lado, los sistemas libres gestionaban de forma más eficaz. Incluso se les quitaba el ventilador, que ya no necesitaban, para que no emitiesen ningún ruido. Por analogía le llamaron a esta idea de hacer más lento, silencioso y duradero al equipo "underclocking".

Pues de eso se trata. Algunos corredores incluso tienen que aprender a correr más despacio, algo que a mi no me hace mucha falta. Me basta con hacer más cuestas p'arriba muuuuy largas para ganar potencia y fuerza-resistencia a costa de perder algo de "chispa".

Si os apuntáis os espero por la Sierra de Guadarrama y alrededores.





lunes, 24 de febrero de 2014

Maratón de Sevilla 2014

El 23 de febrero ha sido el maratón de Sevilla. Mi maratón, según las cuentas del gran Capitán, número 42, lo que hacen 1.772 kilómetros maratonianos. No quiero ni pensar lo que llevo en total.

Lo de llevar cuentas exhaustivas en un cuadernillo lo hago cada día que salgo a correr, apuntando el tiempo empleado cuando lo sé, la distancia, la zona por dónde he corrido, la temperatura y si llueve o nieva, las sensaciones, con quien corro... Puede parecer, viendo a algunos corredores como yo que correr produce cierto tipo de desordenes neuróticos en la gente. Más bien es al revés. Es que, al final, si no eres hasta cierto punto una persona con unos determinados rasgos de personalidad es poco probable que te acabe enganchando correr largas distancias. Hay que ser un poco "perseverante" (cabezón), "riguroso" (intransigente) y "metódico" (obsesivo-compulsivo), en mayor o menor medida.

En la feria del corredor con las "winnies"
Un detalle. Lo de "clavar" los tiempos de paso. Eso exige probar bien el ritmo con muchas semanas de antelación, calcular a partir de las marcas en 10.000 metros y en media maratón cuales son las velocidades que podemos soportar para extrapolar el ejercicio al doble de distancia. La marca de maratón no puede ser, claro, simplemente el doble que la de medio maratón. Necesariamente hay que tener en consideración que el cuerpo no aguantaría a la velocidad de nuestra mejor marca personal (MMP) el doble de tiempo y recorrido. Hay que saber en qué momento exacto tienes que ir pasando cada kilómetro si no quieres desbocarte al principio y pagarlo después. Mucha gente lleva una pulsera con los tiempos de paso apuntados o una chuleta de algún tipo que calcula previamente con fórmulas y tablas de equivalencias que circulan por ahí.
Tiempos de paso previstos en el Maratón de Sevilla

El inventillo
Los corredores de montaña quizá somos menos obsesivos con los tiempos y las marcas. Funcionamos más con "sensaciones", pero Sevilla es uno de los maratones más llanos del panorama y la forma de acabar con él en el menor tiempo posible es salir al mismo ritmo al que se va a entrar en meta. hay que tener claro como se va a intentar ir si el día sale bueno.

En principio mi plan es salir a cinco minutos y medio por kilómetro. partiendo de mi MMP en medio maratón podría intentar hacer la carrera en menos de tres horas y cuarenta minutos pero no he entrenado específicamente, mi mejor marca queda a un año de distancia en el pasado y bajar de cuatro horas ya supondría para mi suficiente reto. Es algo que aún no he conseguido nunca.

Por supuesto que tengo en mente que si me encuentro con buenas sensaciones en el kilómetro veintiuno, subo un poco el ritmo y le araño cinco minutos al tiempo previsto, pero la experiencia me dice que no tengo que dejar volar mi imaginación y que es más probable que el cansancio me haga perder diez minutos a que las buenas sensaciones me regalen cinco, al menos en esta distancia.

A freír puñetas, saldré a seis, renqueando y sin "chispa" y haré la carrera, no de "menos a más" sino "de menos a menos aún". Es lo que hay. Puedes preparar lo que te de la gana, pero el día de la carrera, la distancia es la que manda y escuchando a las piernas, me dicen que lo de ir deprisa... otro día. hay que escuchar a las piernas, con independencia de lo que se escuche por las orejas.

En el mp3, llevo dos horas de música para ponérmela a partir de mitad de carrera y que me "lleve" hasta la meta el death metal melódico de Amon Amarth y otras delicatenssen similares.

Como podréis deducir de su color, va cargado de heavy metal.
Como llevo un diario de entrenamiento exhaustivo desde 2007, algún día de estos haré una estimación de los kilómetros de entrenamiento y competición que llevo en las piernas y una entrada con un breve resumen estadístico de los últimos 8 años. Igual me cae alguna bronca. A lo mejor me llevo alguna sorpresa.

De un maratón llanito, llanito, llanito, no hay tanto que contar como de carreras con más "acontecimientos" que los edificios que se van recorriendo: los puentes sobre el Guadalquivir, la torre del Oro, la Maestranza, la Giralda al fondo, el Parque de Maria Luisa, la Plaza de España (genial de animación), la catedral, etc... y el desgaste gradual que se va sufriendo, sin opción a recuperación. No hay, en el cansancio, picos y valles, tampoco en el recorrido, claro.

Antes de.
A partir del kilómetro 15 ya no dan botellines de agua. Se nota y mucho que han entrado inversores, incluidos varios fondos de capital-riesgo, en el negocio de los maratones. Este año los 9.000 dorsales de Sevilla han supuesto... ¡RECORTES! ¡Qué rápido aprendemos! Y que pronto nos acostumbramos a que nos recorten sin protestar demasiado. Más dorsales, mejor recaudación, menos agua, menos avituallamiento, nada al acabar para los que van en la parte de atrás aparte de un vasito de agua. Qué vergüenza, qué desilusión que con el apoyo que tiene el maratón en la ciudad, con la de gente que se ha echado a la calle a animar, con toda la gente que ha venido de toda España y Portugal (havia muitos vizinhos ocidentais :-) ) y del resto del mundo, que unos mamarrachos, para ganar un céntimo más, fastidien estos detalles. En fin, el año que viene, como el Mapoma, meterán 20.000 a hacer medio maratón, subirán el precio y darán menos. Con el boom del atletismo popular todo cuela.

Como dan vasos, no todo lo llenos que deberían algunos, tengo que caminar unos metros para beber en cada avituallamiento. Kilómetro 20, 25, 30, 35 y 40 y alguno más intermedio, que eso si estaba bien pensado. En realidad se pierde poco tiempo. En total quizá dos o tres minutos y estoy acostumbrado a arrancar a correr una vez parado, como corredor de montaña, pero a mucha gente la han fastidiado y se nota. Nunca he visto andar a tanta gente al final de un maratón y es que sospecho que muchos han tenido un marathonus interrumpus gracias a la tontería de no dar agua en botellitas para que puedas correr y beber a la vez. No es que eso sea fácil, hay que pillarle el truco, pero con un vaso te echas la mitad del líquido en el ojo y la otra mitad en la camiseta. Bueno, un poco sagerao soy, pero er que eztoy en Zevilla (y olé).

Pasando el kilómetro veintiuno, en quince minutos más y peores sensaciones que al acabar otros medios maratones mucho, pero mucho menos llanos, decido dar por perdida cualquier esperanza de hacer buen tiempo. Trataremos de acabarlo y, si es posible, sin andar para reducir el tiempo de sufrimiento que, anticipo que se me viene encima. Lo anticipo demasiado pronto, es sobre el kilómetro veinticinco o treinta cuando debería tener esos pensamientos, no a partir del quince. El clima es perfecto, el trazado también, voy bien preparado, pero no me van bien las piernas... por lo que sea. No hay que preocuparse. Llevo 42 maratones y quedan muchos por delante, ya haré mejor marca otro día. Reflexiono que si mi mejor marca en esta distancia, la mitad de los cuarenta y dos kilómetros, es en la Media Maratón de Latina, hace un año exacto, que tiene unos "cuestones del demonio", a mi el llaneo es lo que me hace polvo.

La música me anima muchísimo del 21 al 30, claro, un poco de "metaldopping" ayuda mucho. También un par de geles después de ese punto kilométrico en que aún paso con la pandilla que entrará por debajo de cuatro horas más o menos.


Luego me encuentro a Yolanda, de Getafe, mi "pueblico" y por lo menos tenemos charla y compañía un par de kilómetros. Nos perdimos hace ya tiempo en grupo, corriendo el Tres Refugios y desde entonces nos hemos cruzado en mil carreras. Hoy su chico no corre, que está lesionadillo, pero si no ya hubiese llegado, que es un "flaquito" de esos que vuelan. Ha ido acompañada de Hernando hasta hace poco. Otro crack, un himalayista todoterreno de esos que lo mismo sube un 8.000 que se hace la Travesera de Picos de Europa o un  medio Ironman.

Unos kilómetros más de sufrimiento, un mazazo en la nuca (o eso parecía) en el úlitmo avituallamiento a 2.195 metros de la llegada y a cruzar el arco de meta para disfrutar de ¡Un vaso de agua! que te daba la organización. Bueno, y naranjas y cerveza, pero no me apetecía.

Desparramado al acabar. 
Paliza de coche y a trabajar al día siguiente.

Al día siguiente muy bien muscularmente. Algo bueno tiene tener el cuerpo acostumbrado a estas cosas. Eso y la ducha de contraste, las medias de compresión, el batido de proteína al acabar y un ibuprofeno con el desayuno.

Y, lo mejor, que se acabó la temporada de asfalto, a por la montaña, que nos está esperando la Serra de São Mamede en mayo para hecerle cien kilometritos.



viernes, 21 de febrero de 2014

El reverso Dunning-Kruger de la Fuerza

«La Fuerza es lo que le da al Jedi su poder. Es un campo de energía creado por todas las cosas vivientes. Nos rodea, nos penetra, y mantiene unida la Galaxia.» ― Obi-Wan Kenobi
«Mi aliada es la Fuerza y una poderosa aliada es, de la vida es la creadora, crecer la hace, su energía nos rodea a todos y nos une, luminosos seres somos, no esta bruta materia. Debes sentir la Fuerza a tu alrededor, aquí, entre tu y yo, y el árbol y la roca, incluso entre la tierra y la nave.» ― Maestro Yoda
El efecto Dunning-Kruger es un curioso fenómeno que nos rodea por todas partes. Como la "Fuerza" en el universo ficticio de Star Wars.

Se trata de una característica de los individuos "incompetentes". Estas personas sufren la ilusión de considerarse, paradógicamente, más inteligentes que las personas que están a su alrededor, especialmente más que las personas mejor preparadas, con mayores conocimientos, estudios y experiencia y cuyas argumentaciones rechazan, muy a menudo, simplemente porque no comprenden, ni están dispuestas a admitir que no comprenden, los fundamentos de otro discurso que no sea el suyo propio. Todo el mundo tenemos un poco de Dunning-Kruger. Siempre nos gustaría pensar que estamos por encima de la media intelectualmente, pero de vez en cuando nos asalta la duda de si es así. Eso debería tranquilizarnos, es lo normal. Lo que delata a un verdadero ejemplar de este rebaño en concreto es su complejo de superioridad. Nunca dudan de ellos mismos, nunca cambian de opinión, nunca se cuestionan sus creencias.

Uno de estos personajes siempre reacciona con violencia al ser interrogado, actuando a la defensiva y, cuanto más racional y argumentada sea la crítica que se les haga, más emocional e irracional será la respuesta, con argumentaciones ad hominem, dirigidas a desacreditar la autoridad de la persona que tienen enfrente y no tanto sus planteamientos que, por otro lado, algo en su interior les dice que no entienden. Si se parasen a discutir sobre argumentos ello podría dejarles en evidencia al meterse en jardines dialécticos.Viven como amenazante cualquier cosa que, muy de lejos, pueda acabar en algo que no sea darles la razón y experimentan esta amenza de forma muy paranoica por lo que en cualquier momento se pueden ver amenazadas por cualquier comentario inocente de un interlocutor. Algo que puede ser desconcertante para quien hace en su presencia cualquier afirmación que no encaje en su dogma. Detrás de ese complejo de superioridad subyace una compensación del conocimiento, más profundo, de la intuición de que están en un mundo que se escapa a su entendimiento y razón, que, en el fondo saben que son idiotas y que se les nota.

Los corredores no podemos creernos que corremos más rápido de lo que corremos. La competición nos pone a todos en nuestro sitio y las marcas y los registros nos obligan a aceptar la realidad aunque no nos guste. No hay corredores que tarden más de una hora en recorrer diez kilómetros o que acaben una maratón en más de cinco horas y que crean que corren mejor que la élite de Etiopía y Kenia juntas. En el plano intelectual, sin embargo, es posible construirse una fantasía ególatra equivalente. Quizá por esto lo de correr no es para gente que no sepa aceptar y conocer sus límites. Al final, por eso, siempre, fuera de la élite, el correr nos conduce hacia el autoconocimiento y a competir contra nosotros mismos. En una carrera larga la gente que te rodea no es tanto contra la que compites como el equipo en el que te vas a apoyar para poder resistir hasta llegar a la meta.

Un tortugo arrastrándose por la nieve, consciente de sus límites
Curiosamente las personas con altas capacidades intelectuales suelen ser conscientes de sus limitaciones y estar, incluso, acomplejadas frente a la inteligencia de los demás, por la que sienten una sana (o no) envidia, pero suelen cometer el error contrario al de las personas incompetentes. Tienden a sobrevalorar el intelecto de quienes tienen cerca y asumen, falsamente, que todo el mundo puede entender perfectamente sus argumentaciones, que la población general tiene un nivel de conocimientos culturales y científicos alto y una capacidad de abstracción normal. Que la mayoría de sus interlocutores están en condiciones de seguir un hilo argumentativo y que pueden detectar, con solo escucharla, una falacia o un error. Tienden a comunicarse, por lo tanto, asumiendo que están ante una persona mínimamente preparada para comprenderles. Algo que suele ocurrir salvo cuando se cruzan con un fenómeno Dunning-Kruger. Notaréis entonces una gran perturbación en la Fuerza, "como si de pronto millones de voces gritasen de terror". Es como un encuentro entre un lord Sith y un caballero Jedi. El Reverso Oscuro de la Fuerza es la ira, el temor, la agresión; "de la Fuerza del lado oscuro son. Fácil fluyen rápidos a unirse en el combate. Si una vez tomas el sendero del lado oscuro para siempre dominará tu destino. Te consumirá, al igual que lo hizo con el aprendiz de Obi-Wan". Como le acontece a un Jedi que es presa de la ira y cae en el Lado Oscuro durante el combate con un sith, la persona con altas capacidades se enreda a discutir en el terreno del "troll" y es conducido a un campo de batalla en el que no sabe manejarse y donde tiene mucho que perder y nada que ganar, porque el reverso oscuro siempre vence en ese tipo de combates cuerpo a cuerpo. Siempre se saltará, consciente o inconscientemente, las reglas del combate dialéctico que su oponente no puede evitar y que limitan las infinitas barbaridades que si que están disponibles para el uso pervertido de un incompetente. La lógica aristotélica es "un arma noble, para tiempos más civilizados".

Nunca uses la esgrima verbal contra quien va armado con un revolver cargado de prejuicios e ignorancia.
También el corredor ágil como un gamo cree que todo el mundo puede seguir sus pasos. Asume que circula a un ritmo "suave", suave para él claro, que desfonda y revienta a la tortuga de turno que intenta ir a su lado, o más bien un paso por detrás, con la lengua fuera y el rostro congestionado. No lo hace por alardear, ni para maltratar a su compañero o compañera de entrenamiento, lo hace porque las sensaciones de los demás son difíciles de comprender siempre, a todo el mundo y en todas las circunstancias y si ellos (o ellas) van a un ritmo muy suave y que, de hecho, les cuesta mantener de puro lento que es, si se les disparan las zancadas hacia delante cada vez que se despistan y le "hacen la goma" a su víctima, no consiguen comprender que para la persona que tienen al lado ese ritmo les lleve a umbrales anaeróbicos en los que van al borde del infarto, sin poder simultáneamente correr, hablar y respirar y, optando por priorizar lo tercero para hacer el running compatible con su mera existencia física como ser vivo.

En lo intelectual que las personas por encima de la media se consideren, habitualmente, por debajo de ella y las personas más incompetentes asuman que están por encima de los demas parece una locura. Es una de las cosas que hacen difícil el mundo. Mirad a vuestro alrededor y quitaos los complejos. Los tienen las personas equivocadas, no quien los necesitaría. Ay, qué bien le iría a una cuanta gente si desarrollase el complejo de inferioridad que necesita y que felices harían a los demás. Cuanto disfrutaríamos todo el mundo de ver como algunas personas extraordinarias se valoraran a si mismas y dejasen de tratarse como si mereciesen las cosas malas que les ocurren.

Las personas competentes asumen que otros tienen conocimientos y capacidades iguales o mejores que los suyos y lo que les cuesta entender es justamente que no les entiendan. Los corredores más rápidos no entienden que el común de los mortales no les podamos seguir, pero lo tienen que aceptar ante la evidencia, como a los más tortugos no nos queda más remedio que aceptar nuestras limitaciones. En lo intelectual igual. Casi todo el mundo asumimos que hay cosas que no entendemos y tenemos que vivir con ello.

Si hoy os toca tratar con idiotas... ¡Que la Fuerza os acompañe!

"Para el bien, la necedad constituye un enemigo más peligroso que la maldad"
Dietrich Bonhoeffer, pastor y teólogo luterano ahorcado por los nazis.

lunes, 17 de febrero de 2014

Otro previo al Maratón de Sevilla: Maratón al cuadrado.

Audentes fortuna iuvat 
Virgilio. Eneida, X, 284.
He hecho un descubrimiento. Un descubrimiento estúpido y sin ninguna utilidad, pero muy motivador. Un descubrimiento relacionado con el Maratón de Sevilla del próximo domingo.

El último paga

En fin. El domingo maratón. He tomado la salida, hasta el día de hoy, en... en... ¡ay!. He leído por ahí que si sabes cuantos maratones has corrido es que has corrido pocos maratones y, ahora mismo, no estoy muy seguro de cuantos he hecho. Veamos, es difícil hacer la cuenta porque, al fin y al cabo, al mezclarse el tema de la montaña y la ultradistancia hay pruebas que no sé si cuentan o no como maratón. A ver. Los maratones de Madrid, como tal, si. Medidos al centímetro, homologados y terminados siempre, unas veces mejor que otras. Por ahí son ¿cinco? A ver... 2006, 2007, 2008, 2009, 2010, 2013... no, seis. De asfalto nada más, porque dos veces que he salido de las fronteras de la provincia de la capital, en el maratón de Valencia en 2007 y en el de Ciudad Real 2013, no he conseguido acabar la carrera. Mal presagio para Sevilla.

Sobre los descubrimientos, hay quien confunde los contextos de descubrimiento y de justificación en la ciencia. Por ejemplo, referido a la palodieta en los corredores. Si se parte como hipótesis de trabajo de que estamos adaptados a una dieta que ha cambiado hace muy poco (relativamente, en términos de la evolución de las especies) y que no tenemos una adaptación alimentaria a nuestros sedentarios y cómodos hábitos de vida, sino a un periodo anterior en que la supervivencia era más dura y había que recorrer largas distancias constantemente, ya fuese para buscar agua o para cazar, trabajamos con una hipótesis interesante, un buen punto de partida. Lo que mueve al investigador que toma este punto de partida puede ser su afición al deporte, puede ser su gusto personal por la carne y los huevos o quizá su falta de interés en los fetuccini o las lentejas. Puede ocurrir como con Newton, que lo que le movía a desarrollar unas leyes que unificasen toda la dinámica conocida, desde el movimiento de una bala de cañón hasta el movimiento aparente de los planetas en el cielo, era una motivación teológica. Newton quería encontrar el mecanismo con el que el Relojero había dado cuerda al Gran Reloj que era el Universo. Eso no quita para que, una vez desarrollada la Ley de la Gravitación Universal y cuando Napoleón interrogaba a Pierre Simon Laplace sobre el hecho de que pudiese hablar sobre el comportamiento del Universo sin hacer referencia a su Creador, el matemático francés, gracias a la existencia previa de las Leyes de Newton, pudiese responderle: "Sire, no he necesitado de esa hipótesis". La hipótesis del Relojero, como motivación de la investigación o como hipótesis de partida no implica introducir a Dios en las ecuaciones de la dinámica newtoniana, ni quizá prohibir los garbanzos como alimento. Si nuestros antepasados corrían hasta reventar a los bichos que después se comían, eso no invalida la pirámide alimentaria tal y como la Organización Mundial de la Salud, con estudios longitudinales a lo largo de décadas, ha establecido de modelo como mejor equilibrada nutricionalmente.

Presuntos restos de un bocadillo de nuestros paleoantepasados

Sigo contando maratones. 

Luego están los maratones de montaña, que no están bien medidos. Para empezar, el Alpino Madrileño 2007 no llegó a los 42 kilómetros, por problemas meteorológicos, y todos los demás, se han pasado de las 26 millas y 385 yardas, distancia oficial de la prueba olímpica de Maratón. El MAM se ha pasado a menudo tres pueblos y, en ocasiones, con nefastas consecuencias para los que van al final del pelotón. Van 07, 08, 09, 12 y 13, cinco "Alpinos Madrileños". Además dos "Penedós do Lobo", en Orense, dos "Jarapalos" en Málaga, un "Yeti Trail" en Murcia y un "Galerleiz" en el País Vasco. El "Zegama-Aizkorri" no cuenta, que me tuve que retirar, como en el de "Serra da Groba" en Vigo el año pasado. Total, si cuentan los maratones de montaña, son diecisiete maratones.

Sobre la paleodieta, hay un supuesto darwinista entre las premisas que quizá habría que revisar. El darwinismo clásico, frente a las teorías ya abandonadas de Lamark, que os sonarán de haberos cruzados con ellas en algún momento del colegio o el instituto, postula dos ideas fundamentales: la evolución produce cambios muy lentos y graduales (Natura non facit saltus) y los caracteres adquiridos no se transmiten de generación en generación (por mucho que comas, tu descendencia no hereda la obesidad adquirida). Bueno. Pues resulta que en temas relacionados con la nutrición las poblaciones de humanos se comportan de forma lamarkiana, es decir, si que se producen cambios más o menos bruscos en pocas generaciones, y las pautas alimenticias de una población hacen que los individuos de esa población mejor adaptados sean los que sobreviven. Es el conocido como "Efecto Baldwin" o "evolución baldwiniana". De pronto (de pronto en términos evolutivos, en pocas generaciones), una población se pone a cultivar trigo y a pastorear cabras. Familias extensas. Se tienen muchos hijos, mueren muchos hijos, la mayoría de desnutrición, los años malos, unos pocos de vez en cuando por intolerancia a los nuevos alimentos... ¿qué factor gana en términos de supervivencia de la población? Efectivamente, las poblaciones que cumplen con la condición de necesidad de alimentarse, las intolerancias a los cereales y a la lactosa, son irrelevantes en comparación con la mortandad que produce, simplemente no comer. Eso si que es malo para la salud. En pocas generaciones los individuos mejor adaptados a las nuevas fuentes de energía son la mayoría en la población que se impone a otros grupos que siguen algo más parecido a una "paleodieta". Paradógico en términos darwinianos, una conducta alimentaria, se acaba convirtiendo en rasgo genético. Eso explica que poblaciones que como forma de purificar el agua y hacerla potable, como los orientales, hierven hojas de té, tengan mejor tolerancia a la cafeína allí presente y menos al alcohol que los occidentales, que a través del proceso de fermentación de uvas o cebada malteada (vino y cerveza) hemos usado tradicionalmente como método para eliminar las bacterias de lo que bebemos y no "cascarla" aún más rápido de lo que lo hacíamos, que no era poco. Esto explica también lo de que los japoneses se pillen esos "pedos llorones" de exaltación de la amistad de forma tan económica.

Sigo con mi descubrimiento, que me despisto. Ahora... ¿los maratones y medio cuentan como maratones? Yo diría que si, Entonces, dos en Penyagolosa y uno en Chiva, hacen veinte. Y sobre las carreras de cien... me apunto las terminadas, claro, pero también en las que he hecho más de cincuenta kilómetros sin haber completado todo el recorrido, que me ha sucedido en cuatro ocasiones, dos "Colemenar", una "M-S" y un "GTP" (van veinticuatro). Además completos un 101 Peregrinos por el Bierzo, un 100 de Colmenar, una Madrid Segovia, un Gran Trail de Peñalara y un UTMB... ¿Cómo cuentan? Yo creo que como dos. Si acabas un maratón y sigues corriendo una distancia mayor que la del maratón aún, al fin y al cabo, has corrido dos maratones. El segundo jodidillo, "reventaete", pero eso no le quita valor, si acaso se lo añade, por tanto, cinco por dos, diez más, hacen treinta y cuatro. Espera, que en dos retiradas de las de antes ya llevaba yo dos maratones consecutivos. Treinta y seis. Con una Antinorte, una Napoleónica y dos Remontadas Infernales, en las cuales hemos recorrido más de los 42 kilómetros reglamentarios y, finalmente, con el trabajo de escoba en el GTP 2013, me salen cuarenta y un maratones.

Bien, ese es el descubrimiento. Esto quiere decir que Sevilla puede ser mi maratón número 42, el maratón al cuadrado. Llevaría ya en las patas un maratón de maratones, contados de esta manera. Además, según la Guía del Autoestopista Galáctico, 42 es la respuesta a la pregunta sobre el sentido de la vida, el universo y todo lo demás.

Que los cuento así porque me viene en gana a mi y a quien le parezca mal que lo comente abajo.

Esta semana a descansar y al final de ella, a comer como si hubiese cazado un mamut.

Carta de postres de un paleorestaurante 









viernes, 14 de febrero de 2014

Previo Maratón de Sevilla: el palo y la zanahoria

"Los kilómetros no son elásticos. Lo elástico es la cuerda que sujeta la zanahoria" 
Luis Arribas Sandonis
Queda poco más de una semana para el maratón de Sevilla.

Cuarenta y dos kilómetros y ciento noventa y cinco metros siempre dan respeto. A mi me causa especialmente respeto que sean absolutamente llanos, porque me he ido acostumbrando con el paso del tiempo a correr por montaña alternando un nivel de esfuerzo, y sobre todo una velocidad, que a lo largo de la carrera va a ir variando para adaptarse al terreno en el que se desarrolla la prueba. Me he adaptado a llevar una estrategia pensada para la carrera, estudiando el perfil altimétrico. Cuando llega una cuesta arriba se tira de una musculatura y cuando se baja se cansa otra diferente. En unos sitios ahorras, en otros gastas con prudencia. Los traileros son tacaños con sus energías. Siempre reservas, nunca vas a un ritmo pensado para dejarte vacío en el momento en que cruces la meta, maximizando el resultado, como hay que hacer cuando sales buscando tu mejor marca personal en una carrera de atletismo sobre asfalto.

En montaña dependiendo del tipo de terreno se pisa y se corre de una forma u otra y es precisamente en los tramos de llaneo donde yo estoy más desorientado en lo que al ritmo se refiere y donde me ocurre que a veces me vacío yendo un poco más rápido de lo que quizá debería. No me pasa a mi solamente. He observado a menudo bajar a la gente por la Loma del Noruego en dirección al Puerto de Cotos durante el Maratón Alpino Madrileño a un ritmo ligeramente por encima del suyo. La Loma del Noruego no es un llaneo, claro, pero depende con qué se compare. Viendo el perfil de la prueba esa parte es adecuada para "soltar piernas" y perder cinco minutos que luego se recuperarán con creces, sobre todo viendo lo que queda por delante aún. El siguiente "llaneo" después de bajar de Peñalara y hasta la base del tubo de Cabezas de Hierro conviene trotarle, igual que una vez coronada la Cuerda Larga, el resto del camino hasta la meta, pero no será posible hacerlo si ya no quedan energías que conjurar. (Javi, bon courage!).


En un maratón como el de Sevilla lo ideal es clavar el ritmo y hacer cada uno de los cuarenta y dos kilómetros en el mismo tiempo. Si acaso, reservar un poco e ir de menos a más, porque cuando se han recorrido aproximadamente tres cuartos de la distancia del maratón puede sobrevenir lo que se conoce como el muro o que te asalte el tío del mazo. Un bajón físico que te frena el ritmo, te aturde y convierte en un suplicio la última parte de la carrera. Eso que en larga distancia en montaña va y viene en distintos momentos, cuando sale el yeti a tu encuentro y te acompaña un tramo.

El temido muro llega cuando se ha calculado mal el ritmo y se ha ido un pelín apenas más rápido de lo que se debería. La preparación previa, el descanso y la alimentación de las últimas semanas hacen que cuando por fin se ha entrado en calor y encontrado el ritmo el día de la competición parezca que se puede correr indefinidamente quizá un poco por encima del que has entrenado y era el objetivo. Gran error. El exceso de confianza, las sensaciones, suelen traicionar y cuando se agotan las reservas de alimento y se llenan los músculos de desechos de la combustión metabólica, mandan a la cabeza una señal inequívoca pidiendo clemencia. Es tarde para salir del lío en que te has metido tú solito. Eso si te pasas "un pelín". Si sales a tope, a un ritmo medio minuto por kilómetro más rápido de lo que debes, no llegarás. Si el cuerpo no encuentra otro camino para hacerlo, te parará en seco lesionándose, desmayándose o algo más grave aún.

Por ahí, una de esas frases que circulan entre los corredores, es que los primeros treinta y dos kilómetros se corren con las piernas y los últimos diez con la cabeza. En el fondo se trata de poner en juego dialéctico los dos elementos facilitadores de la consecución del objetivo. Por un lado la preparación previa, por otro la motivación de la que dispongas el día de la carrera. Cuando hablamos de dialéctica en filosofía, a partir de Hegel, estamos hablando habitualmente de un "diálogo" entre dos elementos que se pueden contradecir inicialmente en apariencia, pero que se enriquecen mutuamente en su debate e interrelación y, de hecho, que pueden llegar con el tiempo a un consenso y un discurso único, un monólogo que sea la superación del anterior diálogo y se convierta en nuevo elemento para entrar en debate con otro más que surja como reacción a él... En filosofía siempre se está en la misma permanente batalla, aunque no siempre es la misma guerra la que se está librando.

¿Qué nos motiva?
La motivación y la condición física previa al maratón no son dos variables independientes. La motivación ha intervenido, y mucho, en el proceso de preparación para la carrera. Si no has sufrido ninguna lesión seria, el que hayas encontrado el tiempo y la energía para entrenar ha sido seguramente gracias a que veías la recompensa al fondo. Cada día que te has levantado a correr, cada vez que has estado bajo la lluvia y el frío o sudando bajo un sol implacable haciendo los deberes, cuando has visto pasar bajo tus bigotes unas croquetas de bacalao mientras bebías una bebida de cola ligth y te rugían las tripas para poder bajar un par de kilitos y estar fino el día de la carrera, estabas pensando en cruzar el arco de meta. El motor de esa preparación ha sido en gran medida el deseo de alcanzar tu objetivo el día D. Quizá haya otros motivos ocultos a tu mente consciente. Quizá sea verdad que, en última instancia el motor sea otro: el sexo, el narcisismo, resolver un trauma infantil, la voluntad de poder... no importa. No es relevante en este momento para nuestra reflexión.

Por otro lado, es más fácil motivarse cuando estás en buena forma y si cuando empiezas a correr se retrasa mucho la aparición de la fatiga, cuando no tienes que parar para descansar, sino simplemente bajar un poco el ritmo un kilómetro para recargar las pilas, cuando salir a entrenar dos horas te deja con ganas de más. Cuando te levantas por la mañana sin secuelas del palizón del día anterior y estás en condiciones de asimilar otro entrenamiento. Si por el contrario estás hecho un asco, deportivamente hablando, claro, necesitas mucha más motivación, más palo y zanahoria que te muevan hacia delante para seguir sufriendo. Porque entonces vas a sufrir, puedes tener la seguridad de ello. Incluso cuando estás en plena forma, a veces, casi siempre, se sufre. Lo otro es la excepción, cuando se disfruta la carrera desde el principio hasta el final, en cada momento, y no son las ganas de conseguir acabar la carrera lo que hace que lo consigas. A mi en un maratón de asfalto nunca me ha ocurrido, pero algún día haré mi carrera perfecta. No pierdo la esperanza.

Mientras tanto, es la causa final, la intención, y no la causa eficiente, lo que me mueve, pero es que, en los asuntos humanos la única causa realmente importante es la causa final, la zanahoria al final de la cuerda.

jueves, 13 de febrero de 2014

Media Maratón de Fuencarral - El Pardo 2014



"Querer es esencialmente sufrir, y como vivir es querer, toda vida es por esencia dolor. Cuanto más elevado es el ser, más sufre... La vida del hombre no es más que una lucha por la existencia, con la certidumbre de resultar vencido. La vida es una cacería incesante, donde los seres, unas veces cazadores y otras cazados, se disputan las piltrafas de una horrible presa. Es una historia natural del dolor, que se resume así: querer sin motivo, sufrir siempre, luchar de continuo, y después morir... Y así sucesivamente por los siglos, de los siglos hasta que nuestro planeta se haga trizas." 
A. Shopenhauer.
A. Shopenhauer
No estoy de acuerdo con Shopenhauer. Siempre he desconfiado de los filósofos pesimistas.

No estaba muy seguro de si merecía la pena hacer una crónica de esta carrera. No porque la carrera sea mejor o peor que otras o porque no haya nada que contar. Que no tenga nada que contar nunca ha sido un problema para mi a la hora de aporrear el teclado. Es por no volver a contar lo mismo y por no hacer la típica crónica de 1. joer qué frío antes de salir 2. ya salí 3. corrí. joer qué frío hacía 4. sufrí un poco al final 5. llegué-joer que frío.

Y es que, al final, si solamente voy a contar que he corrido y que he tenido que apretar los dientes, no tengo nada que contar que no pudiesen contar o correr igual o mejor los más de 2600 que tomaron conmigo la salida.

Y sobre filosofía, igualmente, la lechuza de Minerva solamente levanta el vuelo al atardecer (die Eule der Minerva beginnt erst mit der einbrechenden Dämmerung ihren Flug), y hoy se ha escondido o quizá es que es demasiado temprano. Tengo mil temas filosóficos que recordar, pero ninguno parece cruzarse con los acontecimientos de mi vida en este instante. Salvo el tema shopenhaueriano acerca de la volundad de la cita inicial.

Son tres cosas, escribir, filosofar, correr, que no siempre salen sin esfuerzo, que no tienen por qué fluir con facilidad. Hay días que toca practicar lo que en Atenas la marinería llamaba la "segunda navegación". Cuando no sopla el viento, cuando te aproximas al puerto de atraque, hay que arriar las velas, sacar los remos y darle duro al brazo, sufriendo hasta llegar al destino. No todo es fácil, hay días que hay que sudar tinta, juntar pasos, re-flexionar en "segunda navegación", que decían los filósofos atenienses tomando el término marinero, y alguno, hasta al marinero en si mismo si ambos estaban de acuerdo en la mutua toma.

He leído hace poco a un escritor que todos los días se obligaba a escribir unos párrafos porque, al fin y al cabo, la novela más larga está compuesta por un conjunto finito de párrafos. Mamotretus escribió su tratado (si existió) letra a letra, sin procesador de texto, con tinta y pluma de ganso. Que juntando poco a poco cada paso se alcanza el objetivo lo sabemos bien los corredores de largas distancias. Una carrera es un montón de pasos, hay que ir sumándolos sin prisas. Y, sin prosas, sin escribir nada, a veces filosofar es seguir dando vueltas al tema en la cabeza, en círculos, en aporía (sin-paso), tropezando con el mismo obstáculo una y otra vez sin ser capaz de resolverlo, pero cada vuelta al problema, descartando soluciones fáciles y escapatorias preparadas para que salgan por ellas los cobardes intelectuales, limpiando el problema hasta dejarlo pelado y verte obligado a saltar por encima de él hasta que no quede más remedio que tomar otra perspectiva del asunto de estudio. La filosofía no es una tarea de "idea feliz", que se resuelve mediante un conjunto de brillantes inspiraciones intelectuales. Es un ejercicio para gente cabezona y persistente, cansina.

Así más o menos corrí el otro día la Media de Fuencarral, en "segunda navegación", apretando un poco los dientes, forzándome un poco como a escribir esta crónica. ¿Y por qué? ¿Quién nos obliga? Nadie, realmente. Esta es una de las partes que nos resultan más opacas de nuestro intelecto a los corredores. ¿Qué nos impulsa a salir a entrenar muchos días que no nos apetece, qué nos obliga a participar en una prueba un día de frío impenitente en que se estaría infinitamente mejor en la cama?

Cuando las sensaciones son fantásticas, cuando todo fluye,... como en el sueño que he tenido esta noche en que corría kilómetros de escaleras hacia arriba y luego hacia abajo sin ninguna sensación de esfuerzo... claro, correr en sueños mola mucho, no cansa las piernas. Cuando la zancada es elástica y el cuerpo está descansado y bien entrenado, lo que cuesta es dejar de salir correr, de entrenar, de tomar la salida en la carrera. Otras veces, muchas veces, como el domingo, unas sensaciones térmicas por debajo de cero grados, un viento helado que mordía las carnes y encogía el alma entre temblores, un horario absurdo (¿Una carrera a las nueve a comienzos de febrero?), la amenaza finalmente cumplida de lluvia, el cansancio de la semana... todo invitaba a quedarse en la cama, calentito, y que pasaran unas horas retozando y disfrutando de la grata sensación de no tener que ir a trabajar, tomar un buen desayuno tranquilamente en vez de andar penando por ahí. Esa es la sensación que vencemos. La de comodidad, la escapatoria fácil y agradable a corto plazo. Nos ponemos la ropa de correr y salimos al frío, o le arrancamos unas letras al teclado, o le damos otra vuelta al problema, a ver si encontramos la solución.

Todo el mundo sabe lo que tiene que hacer para aprobar, para sacar el trabajo adelante, para perder peso, para dejar de fumar, para cambiar su forma desastrosa de relacionarse con sus parejas o para acabar un maratón. Casi todo el mundo tiene la capacidad para hacerlo, pero, al final, no se trata de capacidad, sino de voluntad. La voluntad también la tiene todo el mundo, pero hay que ejercercitarla. Hay que tomar la salida y, también, mantener el ritmo después.

Distrito de Fuencarral
Seré breve en cualquier caso. Pues eso, tomamos la salida, sin muchas ganas quizá, salvo las ganas de entrar en calor y, claro, cinco kilómetros más adelante, en una prolongada cuesta abajo, eso al menos ya lo habíamos conseguido. Salimos a 5:30, es decir, que salimos a un ritmo al que cada kilómetro tardábamos en recorrer cinco minutos y medio.

Dicen que el ciclista Marco Pantani subía las cuestas como una moto porque, como no le gustaban, quería acabar lo antes posible con ellas. A mi me gustan las cuestas, pero tenía ganas de acabar porque no había tenido ganas al empezar, así que a cinco minutos por kilómetro, me lancé hacia delante.

Recordando lo dicho recientemente por aquí sobre la mirada del tigre, decidí hacerme un Pantani y apretar para acabar lo antes posible. Me puse la música y empecé a adelantar gente desde el kilómetro cinco al diecinueve, en el que terminé de vaciarme las piernas y solamente pude mantener el ritmo hasta llegar. Aún a 500 metros de la llegada se me rompió el dorsal con la humedad del aguanieve que caía y entré en meta sujetándolo de esta guisa:


Y luego, lo dicho, más frío, chaparrón y a volver a casa a tomar una larga ducha caliente, una buena comida y una siesta reconstituyente.

Y al final, disfruté de la carrera y de las sensaciones, a pesar de todo.

Siempre se pueden echar ganas y ponerse a ello. Cuando no apetece al principio, también.
"Así pues debemos abrir puertas y ventanas a la alegría, siempre que se presente, porque nunca llega a destiempo, en vez de vacilar en admitirla, como a menudo hacemos, queriendo primero darnos cuenta de si tenemos motivos para estar contentos por todos conceptos". 
Ibidem.




viernes, 7 de febrero de 2014

RxC: The eye of the wolf

But the truth is, you didn't look hungry. Now, when we fought, you had the eye of the tiger, man. The edge! And now you gotta get back, and the way to get it back is to go back to the beginning. You know what I mean? Maybe we can win it back together. Eye of the tiger, man.
Apolo Creed, Rocky III

Han puesto mi foto en el equipo de CxC, una foto del maratón de Ciudad Real (jo, qué paisajes... bueno, no, eso no tenía). Me siento en la necesidad de rendir homenaje a este honor con un especial "Remontando por el Campo" (RxC)


La mirada del tigre. Me decía Jorge Urueña hace poco que al perder peso he perdido la mirada del tigre, se refería a esta foto que suelo enseñar por ahí y que afortunadamente no es la que han elegido para poner en su blog:


En Europa solamente hay tigres en los zoológicos y en los circos. Apresados, en el mejor de los casos, en un ambiente cómodo y controlado, en el peor, maltratados en jaulas y remolques sucios víctimas de una tradición que se resiste a desaparecer y que tiene su origen en los tiempos en los que enfrentarse a una fiera era un acto de valor y no, como ahora, de cobardía miserable. Especialmente cobarde cuando se trata de espectáculos dirigidos a alimentar el sadismo de unos pocos que sin embargo venden una imagen del espectáculo como "fiesta nacional". Una nación de la que se presentan como represententantes y, por si hay dudas, llenan todo de banderas rojas y amarillas para politizar (politizar no, "partidizar") el tema y presentar la simple repugnancia hacia el dolor gratuito padecido por un ser sintiente para diversión de otros como algo que los extranjeros nos imponen y el espectáculo sádico como una pieza de patrimonio nacional amenazada por la codicia de nuestros envidiosos vecinos.

En Europa, hay lobos. Corriendo libremente por el monte.



La acusación de haber perdido la mirada del tigre me da que pensar. Rocky perdió su hambre de ganar y la voracidad del novato, perdió la mirada del tigre, the eye of tiger, Sansón también perdió sus fuerzas cuando, traicionado por una mujer, le cortaron el pelo. Una metáfora de un mito universal e intercultural que nos cuenta que si eres un oscuro rockero heavy, una chica, por mucho que te guste, no te debe convertir en un descolorido pijo ibicenco. Los lobos, a su vez, después de 10.000 años de domesticación se han convertido, algunos, en una especie de ratas que pueden llegar a pesar menos de un kilogramo en su estado adulto. Para que luego se hable de los peligros de la ingeniería genética. Cómo si necesitáramos mucha tecnología para doblar el tamaño de las abejas en pocos años y que, claro, almacenen el doble de miel en celdas gigantes, que las gallinas pongan huevos dos o tres veces al día o reducir el volumen de un majestuoso ejemplar de lobo gigantesco y peludo que corría durante la última glaciación por las estepas heladas europeas a una vigésima y temblorosa parte de su original en forma de minichihuahua con mirada hipertiroidea y no de tigre precisamente.


¿Se pierde la voracidad por el triunfo?. Es más difícil acabar tu segundo maratón que el primero, tu segundo 100 kilómetros que el que hiciste por primera vez. ¿por qué? Primero porque la motivación la primera vez es mayor, existe la necesidad de demostrarse a uno mismo que se es capaz de conseguirlo. La segunda vez no, sabes que puedes y pierdes ese motor, en los entrenamientos y, sobre todo, el día de la competición cuando se presenta el sufrimiento que habías olvidado. Porque nuestra memoria tiende a quedarse con los mejores momentos, es decir, los de los últimos kilómetros en los que ya estás seguro de que vas a llegar, el paso por el arco de meta, el encuentro con amigos en carrera y con quien te viene a ver. La memoria dulcifica y reelabora los recuerdos. Embellece el pasado y olvida el dolor, porque el recuerdo de un amigo trae a la mente la imagen de esa persona, pero el recuerdo del dolor, del dolor físico, no trae a las terminaciones nerviosas nada remotamente parecido al dolor que se había experimentado. Otros dolores si. Los recuerdos dolorosos duelen cada vez que se evocan y por eso también, tenemos que olvidar.

De hecho, es la receta de la infelicidad: vivir en un triste pasado, embellecido y adornado por la memoria, negar y rechazar el presente, temer el futuro, resistirse a cualquier cambio.


Rocky lo consigue la primera vez, pero después vive de sus éxitos, se ablanda y la voluntad de vencer a toda costa le abandona, como a un premio Nobel que no vuelve a hacer en su carrera ningún descubrimiento significativo (nos dicen los sociólogos e historiadores de la ciencia que es un fenómeno tan frecuente que aún no se le ha hallado ninguna excepción a la regla). Se puede morir de éxito. Puede ocurrir, también lo contrario, el miedo a no volver a conseguirlo, a fracasar, puede empujarnos como a un empollón a sacar otro sobresaliente, porque lo que casi siempre les impulsa a estos es el pánico al suspenso, donde cada éxito es una amenaza de no volver a conseguirlo más. El empollón, con cada sobresaliente, no se confía y relaja, sino todo lo contrario, aumenta la expectativa y la presión para el siguiente examen. Tengo que reconocer que las 500 visitas a este blog en un día, hace dos días, me han hecho acordarme del pánico del empollón. Uf. Haber acabado el UTMB 2012 ¿puede pesar como una losa en el Ultra Trail du Mont Blanc 2014?

¿Habré perdido la determinación, la mirada del tigre, lo que necesito para terminar mi segundo UTMB?, esta vez recorrido, esperemos, que sobre el trazado previsto de 168 kilómetros en vez de sobre 115 como nos impuso la meteorología en 2012. Ese puede ser un buen factor de motivación. Atrapados en la comodidad del zoológico o maltratados entre los barrotes del circo, los tigres pierden su mirada de cazadores nocturnos. Pero tal vez, en la carrera de los Alpes, podamos encontrarla juntos, la mirada del lobo hambriento. Lobos que hoy, en el siglo XXI cruzan las sierras de Guadarrama y de Gredos y que llegan hasta la Submeseta Sur. Quizá la clave, pensando en las estepas del Sur, sea cazar en manada.

También me hace venir al recuerdo todo esto, por cierto, el consejo que me regaló hace un año aproximadamente una buena amiga, para que practicase la mirada de si-te-pillo-te-trillo, que nunca he tenido muy desarrollada, referido a otro tipo de caza de carácter más sensual. Qué importante es la mirada del lobo, sin ella estaríamos perdidos. Cómo nos gusta cuando la otra parte la entiende y nos la devuelve multiplicada.

En definitiva, creo que lo importante es mirar al mundo de frente, con una mirada que trasmita la determinación que se lleva dentro. Con fuego en las tripas y en el pecho que iluminen los ojos con una feroz alegría. La de enfrentarse a un nuevo reto. Las ganas de atravesar lo que haga falta, menos poner en riesgo la seguridad, para llegar a la meta en menos de 46 horas. Que sintiendo un grito de guerra o un aullido de lobo en en nuestra mente tomemos la salida en Chamonix el próximo 29 agosto con los ojos brillantes y la mirada de una manada de lobos hambrientos que salgan a devorar kilómetros de desnivel positivo hasta diez veces mil metros con cada una de sus bajadas.

Y, como todo en esta vida, fuera de la carrera, lo mismo. A comerse el mundo.




martes, 4 de febrero de 2014

Cuestiones de género

En primavera hay una carrera que no tengo pensado correr, pero a la que no faltaré. Es la carrera de las Woman Wind Xtrem, las "chicas del viento". Estaré como voluntario.

Correr es una actividad mayoritariamente masculina. Cada vez menos, por fortuna. En tiempos en los que hay tipos que, escondidos detrás de una sotana, condenan el feminismo "radical", me siento obligado a declararme públicamente como un feminista. Uno radical. Creo que no se puede ser otra cosa en materia feminista que radical. En cualquier planteamiento que defienda íntegramente los derechos humanos de una parte de la población, de más de la mitad de la población, no sé cómo se podría ser otra cosa.

Entrenamiento de las winis

Un poco sobre filosofía feminista.

El feminismo actualmente es uno de los "motores" más vivos de la filosofía política gracias al profundo análisis que realiza en cuestión de derechos de ciudadanía. En materia de filosofía política hablar de feminismo es hablar de profundización teórica en cuestiones que luego son perfectamente aplicables a toda nuestra especie. Es hablar de filosofía viva y en continua producción.

El feminismo, originalmente y hasta hoy, es el movimiento que defiende la igualdad de derechos y promueve el proceso de emancipación de las mujeres. No ser radical en eso, estar solamente parcialmente de acuerdo, es pedir que las mujeres no tengan "todos los derechos". Al pedir moderación parece que se pide que no se sea radical ni se caiga en la exageración, que solamente algunos derechos. Quizá, se supone, los que decidan los tipos con sotana, que creen que tienen autoridad para ello. No la tienen, ni autoridad tomada literalmente como auctoritas (autoridad moral, emanada del conocimiento experto o de la dignidad de una trayectoria personal), ni como potestas (nadie les ha votado), ni como imperium (lo que hoy llamaríamos poder ejecutivo, aunque lo intentan).

Como estoy muy cabreado con algunos temas voy a descargarlo aquí, que es para lo que yo escribo, para soltar lo que necesito soltar. No tiene que ver directamente con el tema de organizar carreras femeninas.

Lo de los curas reprendiendo el feminismo radical me recuerda una situación vivida con un amigo mío. Éste decía de otro suyo, que aquél no era del todo racista. Resultaba que solamente lo era "un poco", "a medias", con "algunas razas". En fin, en eso consiste ser racista, en estar a favor de unas razas y en contra de otras. En el caso de aquel tipo, en su jerarquía de exclusión, aceptaba de buen grado a los negros y los caucásicos por igual, en menor medida a los latinos y magrevíes y detestaba a los gitanos, llegando al odio con los que venían de Rumanía. No parecía tener ninguna opinión sobre los judíos ni sobre los aborígenes autralianos, por falta de contacto personal con ellos. En fin. Ser "medio racista" o "racista atípico" es ser, definitivamente, completamente racista de arriba a abajo. No ser "feminista radical" es ser machista. Estar solamente a favor de cierto grado de igualdad, es estar a favor de la desigualdad. Punto.

Ser machista (axioma, quizá lema) es igual de despreciable que ser racista, homófobo, xenófobo o clasista. No hay palabra para referirse a las personas que marginan a otras personas en razón de su discapacidad, pero el motivo de eso ya lo contaré más despacio en mi tesis doctoral. Darme unos añitos, que estoy en ello.

No se puede estar parcialmente de acuerdo en la defensa de los derechos de otra persona. Eso es lo mismo que estar a favor de la limitación de algunos derechos. La tibieza, las medias tintas, son inaceptables. En definitiva, un feminismo no radical no es feminismo, igual que un anti-racismo parcial sería un planteamiento racista. A nadie le parece mal que alguien sea y se declare como un demócrata radical o, por ejemplo, estar radicalmente de acuerdo con la supresión de las barreras arquitectónicas. Decir "yo soy un poco demócrata, pero no un demócrata radical, que en el término medio está la virtud: ni demócrata ni un fascista antidemócrata..." sería tanto como decir "yo soy medio idiota, que no me gusta ser radical en nada, no estoy a favor de un ejercicio completo de la inteligencia, creo que hay que ser un poco gilipollas".

No nos confundamos con la gente que critica la democracia, claro. De hecho muchos demócratas no estamos del todo cómodos con la actual democracia porque creemos que tendría que serlo más, no porque seamos antidemócratas. No nos conformamos con lo que hay, pero somos profundamente partidarios de una mayor democratización del sistema político.

Los tipos con sotana y sus aliados laicos lo saben y hacen una estrategia consciente de confusión para crear un mundo menos democrático, liar la conversación y hacer un "banco de niebla" que siga equiparando el término "machista" a "feminista", para seguir discutiendo la primera y fácil lección sin llegar, para no llegar nunca, al meollo de la cuestión. La cuestión consiste en qué mareras adopta la opresión y la limitación de derechos de ciudadanía, cómo se articula y se manifiesta la desigualdad y las causas de ello. La confusión se provoca, intencionalmente, para generar el "orden del día" deseado. Que la discusión se centre en una dirección y no se mire en otra. Al fin y al cabo, un ejemplo, mientra se discute imbecilidades como, por ejemplo, si pueden adoptar las parejas homosexuales no se discute, ni tan siquiera se pone de manifiesto, el que debería ser el verdadero problema: si deberían poder adoptar, acoger  y criar niños y niñas las parejas de homófobos, exponiéndoles desde la infancia a la homofobia. Igualmente mientras se discute qué es el feminismo y si el feminismo radical pretende deconstruir el modelo tradicional de familia, no se discute el por qué un grupo, basándose en una teoría de la vida platónico-medieval, que incluye "almas etéreas", dioses, ángeles, diablos y magia, pretende legislar sobre la interrupción del embarazo en un estado moderno y laico, o que debería serlo, y que quiere que su catecismo de ellos prevalezca sobre las personas que no comparten sus creencias convirtiéndose en código penal para todo el mundo. Que su catecimo legisle castigos para quien no crea en él, para las personas que no crean que en momento de la concepción se introduce el alma en los cuerpos por intercesión divina. Traduzco: que durante el coito un dios pone una substancia intangible en el óvulo aún no fecundado para predestinarle a ser un ser humano. Un estado laico no puede permitir dos cosas: 1.) leyes que prohíban abortar basándose en esta creencia a quien no la comparte ni 2.) leyes que obliguen a abortar a quien la tenga, claro, que está en su derecho cada mujer (ojo, cada mujer) de creer lo que quiera y actuar en base a esa creencia. Es el mismo derecho que ampara a quien no la tiene.

En el Vaticano hay una "linea caliente" con 12 curas exorcistas para atender 24 horas "exorcismos de emergencia" en todo el mundo desde 2012
Pero se puede ser feminista de muchas maneras... ...y cristinano también, porque en el Credo no pone nada de almas inmortales, repasarlo si no me creéis, eso más bien salía en El Menón de Platón, los cristianos creen en la "resurrección de los cuerpos", la teoría científica (el platonismo) que explique el cómo no forma parte del dogma de su fe, sino del catecismo de sus curas. Mañana podrían decidirse por las neurociencias y abandonar a Platón y no se alteraría el dogma.

Bueno, no quiero decir que las personas que no están a favor de las carreras de mujeres sean como lo peor de los fanáticos religiosos machistas, homófobos y clasistas que anda por ahí. Juegan en ligas distintas. Hay gente que opina legítimamente de forma distinta, que es un planteamiento erróneo hacer carreras solamente para chicas y sin que ello signifique que estamos ante un cerdo machista, pero quisiera discutirles los argumentos que puedan presentar. Lo de arriba era algo que, como ya decía, tenía que soltar hace tiempo para quedarme a gusto.

Hay distintos enfoques dentro del feminismo. Para alcanzar la plena emancipación y desaparición de las estructuras indeseables del Patriarcado... ¿Qué estrategia hay que seguir? ¿Cómo buscar, en cada ámbito de la vida, la equiparación de derechos y oportunidades, la visibilidad y la normalidad?

Bueno, ahí se puede estar a favor de una estrategia o de otra, de una forma de hacerlo en concreto. El año pasado se generó una polémica en torno a la carrera organizada por Sonia Elgueta. Una carrera de montaña para mujeres. Los palos vinieron golpeando desde varios lugares y la polémica se movió en un plano bastante limitadito. Los tipos de sotana hubiesen quedado contentos con la superficialidad de algunas críticas.

Este año tendremos otra edición y surgirán de nuevo las acusaciones. Hay quien piensa que no se deben organizar carreras solamente para mujeres. Bueno. Por un lado no se obliga a nadie a participar y no estamos ante la misma circunstancia de si se organizasen carreras solamente para hombres, porque la situación de partida es totalmente distinta en un caso o en otro.

Desde la organización de las Woman Wind Xtrem puedo estar seguro que no hay ningún rastro de machismo ni de hembrismo, que es lo mismo esto último que que el machismo pero en dirección contraria, de las mujeres hacia los hombres (esto es un regalito para que quien no usa con propiedad el concepto feminista, para que tenga uno más propio que emplear a partir de ahora, hembrismo). La actitud que hay tras la organización de esta carrera es la de acercar a las mujeres a una actividad para la cual están naturalmente muy dotadas por sus diferencias anatómicas con los hombres, en las que su mayor resistencia y flexibilidad, si existiese mayor base popular en la práctica, sin duda las pondrían pronto en los podios en la categoría absoluta junto a los Kilian y los Krupica.


El planteamiento, la estrategia, lo que busca la carrera de las winis, es crear un espacio de comodidad, donde las mujeres que se acerquen no tengan que sentir que ocupan un lugar en un universo abrumadoramente masculino. Tenéis que poneros en el lugar de alguien que empieza a correr y llega a un sitio lleno de testosterona y pelos, no necesariamente hostil, no especialmente agresivo o salido, pero si no, en terminalogía de Horkheimer "lo radicalmente opuesto", al menos un ambiente extraño.

De hecho la estrategia ha funcionado muy bien y en tan solo un año se han multiplicado en el entorno de la Sierra de Guadarrama el porcentaje de mujeres que corren. Cada vez hay más. Corren solas, en grupos con chicos o en grupos de chicas, según a cada una le apetece. Se apuntan o no a carreras. A carreras con chicos o solamente a la carrera de las chicas. A quien no le gusta una... no se apunta. Es así de simple. Si no te gustan las carreras para chicas, no la corras. Si eres un chico y quieres participar, puedes hacerlo ayudando de varias maneras.

Desde la experiencia de esa comodidad que se ha generado en una sola carrera de montaña "para chicas" se pueden crear, y se han creado, grupos de entrenamiento, con distintos niveles, con distinto grado de presencia masculina según se sientan cómodas las mujeres que van a reunirse allí y con objetivos distintos. A lo mejor no hacen falta muchas más, no lo sé. Se trata de animar y atraer a este deporte a cuanta más gente mejor, otra cosa que a algunos miembros y, como decía aquella, miembras, de la vieja guardia del Guadarrama le puede escocer la llegada de gente nueva, por resistencia al cambio o porque recuerdan unos viejos-buenos-tiempos, una Edad de Oro, en que el otros niños no compartían sus juguetes. La solución para las escoceduras es simple. Que les den pomada. A las escoceduras. Tengo un par en el botiquín de corredor de ultrafondo si alguien necesita un poco.

Esta Primavera allí estaremos animando y apoyando, que es casi tan fácil como obstaculizar y cuestionar, así que allí os espero a todas, todas vosotras, las personas. Feministas todas.




lunes, 3 de febrero de 2014

Lo que mata es la humedad

«Aus der Kriegsschule des Lebens. – Was mich nicht umbringt, macht mich stärker.»
(De la escuela de la Guerra de la vida - Lo que no me mata, me hace más fuerte)
F. Nietzsche
Relataban en una entrevista los amigos de Corriendo por el Campo (ver aquí, es fascinante), que tienen que aclimatar al frío para saber enfrentarse a los Alpes este verano. No van descaminados, salvo en mi tallaje original, que ahí exageran un poco bastante y que se movía en los 120 Kg. y la talla XXL, no más allá. Lo que viene siendo "obesidad grado I" y no "Mórbida", aunque en un par de años, si no me hubiese dejado seco un infarto, hubiera alcanzado ese estado catastrófico al ritmo que llevaba.

Sobre aclimatación al frío, mi primera carrera de montaña. Verano de 2007.

Vientos de ochenta kilómetros por hora, está jarreando y ya  lleva lloviendo desde ayer, ablandando y embarrando el terreno. Hay sensaciones térmicas bajo cero al llegar al Alto de Guarramillas durante el Maratón Alpino Madrileño. La "brisa cabrona de la Cuerda" que los guadarramistas ya conocemos, hace estragos entre los corredores en pleno verano y los sanitarios atienden varios casos de hipotermia. El viento es muy peligroso. Aunque se llame "sensación" térmica, es una magnitud que mide una propiedad física objetiva, la velocidad a la que el cuerpo pierde temperatura en función de variables como la humedad, velocidad del viento, altitud y, claro, lo que marca el termómetro. En este caso poca cosa para el mes en el que nos hayamos.

En el ascenso hacia Boda del Mundo hemos tenido que cruzar unos arroyuelos que, por la fecha que es, deberíamos poder salvar con una zancada o quizá saltando de piedra en priedra. Los arroyuelos se han transformado en generosos torrentes, aguas crecidas y caudales vigoréxicos como se hipertrofian los músculos de la muchachada de un gimnasio de barrio choni cuando se acerca la temporada de piscina. Nada de saltar de piedra en piedra. A los diez minutos de carrera hay que meter los pies, hasta las rodillas, en el agua fresca.

Avituallamiento en el MAM 2007
Mojados por fuera y secos por dentro, Llegamos a los avituallamientos y vaciamos en nuestras gargantas varios vasos de líquido, agua y bebida isotónica, ante la mirada de incomprensión de los ateridos voluntarios, que están empezando a aborrecer el H2O y preguntan con extrañamiento en el tono de voz -¡Pero...! ¿Cómo podéis tener sed?

Correr bajo el agua no es tan problemático y llevar los pies mojados desde el principio del recorrido tampoco. No pasa nada, los pinreles no tendrán oportunidad de secarse lo que queda de carrera. Cuando me quito las zapatillas muchas horas después esperando encontrarme un destrozo, me encuentro unos pieses arrugaillos pero sin resto alguno de ampollas ni rozaduras. No están ni tan siquiera sucios, como suelen estarlo tras un maratón, con roña tatuada que obliga al doloroso ejercicio de agacharse a frotarles bien en la ducha, cuando lo último que te apetece en el mundo es doblar las rodillas o hacer ejercicios de equilibrio sobre una sola pierna. Eso cuando no tratas de limpiar lo que no es más que un hematoma bajo la piel o en la uña del dedo gordo, con salvaje concentración hasta comprobar la futilidad del ejercicio.

Los cimientos de la concatedral de Logroño, hechos con sarmientos de vid, es decir, de madera, como no podría ser de otra manera en la región del tintorro por antonomasia, están sumergidos desde hace siglos bajo las aguas subterraneas de la zona pantanosa que pertenecen al caudal del cercano río Ebro, el que los peregrinos a Santiago cruzan desde la Edad Media sin descanso. Lo que mata es la humedad, la poca agua, porque el agua corriente... no mata a la gente, siguiendo con la sabiduría popular, ni pudre la madera.

Empapado y aterido por Pontevedra
Y, como dice un dicho iranio, en el que se resume lo que quiero expresar, al hombre que está empapado no le asusta la lluvia. Eso también sirve de metáfora para ir remontando por la vida. Para otras cosillas del vivir.

La cuestión es que con los madrugones para entrenar que se meten estos chicos y las tiradas que están haciendo, no necesitan mucho más. De hecho quizá necesiten algo menos, porque están embrutesíos.

Añadir al material obligatorio una buena camiseta térmica, de las que incluso mojadas conservan el calor del cuerpo, comer bien (¡cómo si eso hubiese que recordárselo!), mantenerse siempre en movimiento, lo que implica salir de los avituallamientos arramplando vituallas para no pararse e ir ensilando por el camino un rato después del punto de control y, sobre todo, hacerse a la idea de que, una vez mojados, no hay que temer a la lluvia, solamente hay que generar calor por dentro para contrarrestar el que ella nos arranca. Las sensaciones desagradables... contabilizarlas, observarlas, separarse de ellas como hacemos con un dolor de pies cuando llevamos ochenta kilómetros de cuestas arriba y abajo.

Siempre acaba escampando. Siempre, también remontando por la vida.

Siempre acabará saliendo el sol, y te pillará más fuerte que antes y con más capacidad para disfrutar de su calor.