jueves, 31 de julio de 2014

¿Vacaciones?


Por supuesto, y aunque hay quien lo crea, no cuento toda mi vida por Facebook o a través de mi blog. Expongo, solamente, aquello que quiero mostrar.

Noto cierta paranoia alrededor de los conceptos de "intimidad" y "privacidad" que no estoy seguro de hasta qué punto está justificada o si, como en la metáfora, estamos mirando a la punta del dedo que señala en vez de la dirección hacia la que deberíamos dirigir la mirada. A mi me resulta obvio que se han normalizado ciertas conductas de exceso de celo que hace pocos años eran exclusivas (precisamente) de los personajes de las revistas que querían proteger su intimidad sobre todo de cara a venderla al mejor postor, que siempre pagaría más por imágenes, eso, "exclusivas". De ahí a circular por aeropuertos con grandes gafas de sol que tapasen media cara y que, al poco, se considerase ello rápidamente por nosotros la plebe como un signo de riqueza y distinción, las lunas tintadas en los coches (también hizo mucho daño "el coche fantástico" a una generación entera de macarras del volante) y otros elementos semejantes se han incorporado a la vida cotidiana de quienes estamos al final de la cadena de las modas. Los famosos lo hacen, nosotros les imitamos, o seguimos a quienes les imitan o a los que imitan a los que les imitan. Las modas son así, se nos imponen sin entender muy bien desde donde nos vienen.

También hay quien no se sabe manejar con un mínimo de soltura en las redes sociales y que despotrica contra cualquier cambio tecnológico en el cual no consiga establecer las relaciones de poder o el éxito que posee fuera de ese contexto. Les reconoceréis por un tono de desprecio hacia la tecnología, un desdén hacia quien la emplea, un constante censurar lo que otros hacen simplemente porque no saben o no se atreven... como cuando escuchamos censuras, críticas y desprecios contra la actividad de correr. Gente que con suficiencia y alegando celo de su intimidad no tiene cuentas en las redes sociales, por ejemplo, pero que lejos de justificar con un "no sé" o un "me da pereza ponerme a ello porque no lo conozco", trata al resto con una superioridad moral que no viene a cuento. Si no tienes cuenta en Facebook, bien, no pasa nada, salvo si te crees que eso te hace mejor que quien la tiene y la usa.

La cuestión es que parece que hablar de los planes para las vacaciones es algo que hay que mantener en secreto y, personalmente, no creo que eso sea conservar la intimidad. Por lo que yo conservo la intimidad es por lo que no cuento y no digo, por lo que cayo y por lo que no llego a decir y que, si dijese, sería indiscreto. Lo que muestro es lo que me da la gana de enseñar, como con la ropa que me pongo o dejo de poner según y donde.

Son planes salpicados de deporte y carreras por todas partes porque la carrera de los días 29 a 31 de agosto me condicionan la preparación previa para ella y el desplazamiento hasta los Alpes para participar en el Ultra Trail del Mont Blanc.


Pero vamos a empezar calzándonos, los compañeros de Corriendo por el Campo , Quique, Luis, Jorge y Ramón, con la inestimable compañía de Marian y otros amigos que nos acompañarán un tramo, unos 110 kilómetros con más de 5.500 metros de desnivel positivo acumulado (más bajadas) por la sierra de Guadarrama.

La semana siguiente espero contároslo, que estaré "acochinado" en El Escorial dándole el último impulso al entrenamiento para la gran cita y tendré tiempo para escribir.

No se pueden empezar (creo) mejor unas vacaciones que reventando a subir cuestas hasta olvidarse en qué empresa trabajas antes de que haya pasado un día desde que te alejaste de la oficina.

miércoles, 30 de julio de 2014

Ligeras molestias

Somos víctimas —pensaba yo— de un doble espejismo. Si miramos afuera y procuramos penetrar en las cosas, nuestro mundo externo pierde en solidez, y acaba por disipársenos cuando llegamos a creer que no existe por sí, sino por nosotros, pero, si convencidos de la íntima realidad, miramos adentro, entonces todo nos parece venir de fuera, y es nuestro mundo interior, nosostros mismos, lo que se desvanece. ¿Qué hacer entonces?
Antonio Machado (1917)
Quizá miramos mucho hacia el interior. Los corredores observamos constantemente nuestros dolores y molestias, especialmente, antes de la competición o después de una lesión. El dolor es algo normal y cuando focalizamos la atención en él se convierte en el centro, lo magnificamos, nos obsesionamos y se aparta de nuestra conciencia, o queda el la periferia de ella lo realmente importante. Siempre antes de una cita importante nos asalta la duda de si ese dolorcito, esa sobrecarga, esa molestia, nos va a fastidiar el reto que nos habíamos propuesto.

También hay periodos de la vida en los que nos observamos con cuidado permanentemente, que estamos tan pendientes de nuestra curación física o emocional que nos pasa desapercibido lo que nos va ocurriendo, la existencia que vamos teniendo. En los que, como decía John Lennon, la vida es eso que nos ocurre mientras vamos haciendo planes. Periodos donde focalizamos la atención hacia el interior ante el miedo que produce el poder quedar dañados, por el deseo de recuperarse lo antes posible para volver a una rutina vital mejor, como si de una actividad física deportiva se tratase. Algo análogo a las soluciones económicas que tan solo pretenden dar respuesta, reaccionar, a la crisis económica como si, desde 2007, no se hubiesen producido más cambios en el mundo, en, por ejemplo, la tecnología de la información que se deben tener en cuenta porque no es posible "revertir" los efectos de una crisis y volver al pasado, y habría que poner los medios para "superarla". Soluciones nuevas para un mundo nuevo. Soluciones complejas para problemas complejos y multifactoriales.

Planes de entrenamiento para el fin de semana con los CxC
Vamos acumulado kilómetros y desniveles en las piernas para el gran reto de agosto y, claro, como es inevitable, se van cargando los músculos, se van produciendo ligeras molestias por el sobreesfuerzo que no llegan a la categoría de lesión, que, con alguna visita al fisioterapeuta, vamos aligerando, descargando, suavizando. En mi caso y esta vez, son los isquitibiables, los músculos sobre los que paso sentado muchas horas al día y que tienden a acortarse y a volverse más rígidos en los corredores para desesperación, en muchos casos, de los profesores de yoga o método Pilates. Un agarrotamiento general y crónico de nuestra parte posterior que en mayor o menor medida tenemos casi todos los que corremos, por mucho que estiremos al acabar.

Ser una pequeña molestia, un ruidito, un pequeño incordio, es ser poca cosa.

Hay seres humanos que no aspiran a mucho más que a eso. A ser un silbido que distrae, unas pataditas en la mesa, un sonido de pipas crujiendo en un lugar inapropiado, ser, tan solo, una pequeña molestia. Y eso es ser muy poco. No se puede aspirar a menos que a ser ruido blanco, sin información, aspirar a ser una picadura de mosquito. Al final es tratar de ser lo mínimo más que la nada y a través de otros, ni siquiera apropiándose de sus méritos, tan solo tratando de mermarlos.

Y lo peor es quien aspira ello y no lo consigue, porque ¿qué es ser menos que lo mínimo que se puede ser? ¿Qué es alguien que aspira a ser una molestia y no lo consigue? ¿En qué se queda ese ser?

En lo mismo que las molestias cuando desaparecen. En una sensación no sentida, en un ser que agotaba su existencia en convertirse en una sensación y es privado de ese mínimo ser.

En nada, como las molestias que tenía en el biceps femoral ayer cuando hoy me he levantado sin ellas.

Menos de un mes para el UTMB.

Lemmy Kilmister opina sobre las molestias.


viernes, 25 de julio de 2014

UTMB -1 mes. Emociones y pasiones

"No conoceré el miedo. El miedo mata la mente. El miedo es el pequeño mal que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mí y a través de mí. Y cuando haya pasado, giraré mi ojo interior para escrutar su camino. Allí por donde mi miedo haya pasado ya no quedará nada, sólo estaré yo."
Dune, Frank Herbert
Reflexionábamos el otro día mi amiga Rocío y yo sobre cómo hay gente que parece triste y que, en el fondo, lo que está es enfadada y al revés. También te encuentras a veces por ahí quien va por la vida tan cabreado, con tanto enfado a flor de piel, con el gesto siempre torcido e irritado, que debe esconder necesariamente detrás de la mueca, esconderse a si mismo, una gran tristeza, una pena infinita. Lo hemos observado en los niños quienes hemos trabajado con ellos o quienes les han traído al mundo y criado. A los niños les cuesta distinguir cuando están tristes y cuando están enfadados y reaccionan a su tristeza con los mecanismos propios con los que se afronta la ira y el miedo. Cuando están tristes actúan huyendo, agrediendo, volviéndose apáticos o sumisos...

Confundir las emociones no es algo exclusivo de la más tierna infancia. Cada vez encuentro más adultos que no son capaces de reconocer su propia ira, que ante un suceso en el que estaría totalmente justificado el cabreo, quedan sumidos en una especie de dolor sordo desde el que no sienten más que tristeza y pena hacia el objeto (y sujeto) de lo que debería ser un justo enfado. Que se quedan atascados en el recorrido que lleva desde reconocer el daño sufrido hasta el perdonarse a uno mismo en vez de cargar con el peso de la culpa. En general distinguir con sutileza las propias emociones a las que se está sometido es una de las partes fundamentales de la maduración intelectual y emocional, es decir, de la maduración personal, ese proceso siempre inconcluso pero siempre perfeccionable. Crecer, sobre todo cuando ya no se aumenta de estatura, es un recorrido lento y complejo y no necesariamente, pero a veces si, doloroso. Largo como una carrera de cien millas por la montaña. Me preocupan algunas personas que conozco y que se encuentran en estado de no-enfado permanente.

De estos temas está mal visto tener opinión no profesional. Si la filosofía se ocupó en el pasado de las emociones y los sentimientos, del álgebra emocional, de las pasiones, hoy en día ese terreno ha sido ocupado por la psicología, la "ciencia" de la conducta observable y mensurable que, por ejemplo, aporta buenas soluciones a como enfrentar el miedo con distintos tratamientos y abordajes según escuelas y métodos diferentes, aunque no resuelve, nunca, por caer fuera de los límites de eso de la "conducta observable", otros fenómenos cognitivos tan importantes para la vida humana como pueden ser, por ejemplo, el valor, la valentía quiero decir. Hay una psicología del miedo, capaz de medir sus causas y efectos y la mejor manera de metabolizarlo pero, como señala José Antonio Marina, la valentía aún es terreno y coto de la filosofía. No hay ni puede haber una psicología del coraje (ay... Courage!).

No parece buena idea andar contando los días que quedan para correr el UTMB. Por un lado es aumentar la presión, los nervios. Por otro es contar los días para que se acaben las vacaciones antes que ni tan siquiera empiecen. Un lío de emociones que cuesta aclararse a uno mismo. Afortunadamente emociones suaves. No dramaticemos.

Mer de Glace, Chamonix (c) robsimmon
Ya me pasó en 2012 que las vacaciones, obligatoriamente consumidas en agosto, acababan con el objetivo de la temporada. Los días para que llegue el descanso van desapareciendo, pero cada vez lo hacen más lentamente. Hay ganas y miedo a que avancen los días. Miedo y ganas de tomar la salida aunque ello supone que se acabarán unas vacaciones que aún no han empezado. Faltan dos semanas de "subida" de entrenamiento y tres de "bajada", y están omnipresentes las molestias musculares casi inevitables cuando se asimila mucho volumen de ejercicio, y ante la expectativa de un desafío que nunca se ha afrontado, hacen que la incertidumbre arroje sombras sobre el resultado y, también, sobre el estado de forma que se tiene. Es el "síndrome del empollón", ese tipo que antes de un examen teme que va a suspender aunque ha estudiado y se lo ha preparado adecuadamente. Nadie siente tanto miedo a suspender como esos nerds que sacan todo sobresalientes. Miedo a pasar las vacaciones pensando y anticipando el momento en el que acabarán.

Creo que el año que viene me busco mejor algo para los primeros días de agosto.

El cerebro se activa para defenderse, para anticipar una amenaza que no está en el presente, que no es realmente una amenaza. Está por ahí, por debajo de las conversaciones y de los pensamientos, pero una inquietud flota en todo momento y va ganando presencia a medida que se aproxima la cita. El miedo a lo desconocido. No hay estrategia, ni recuerdos, ni experiencia análoga con la que afrontar la carrera a partir del kilómetro 120...


Así que recurriremos a nuestro mantra, no a la programación neurolingüística ni a la autohipnosis, simplemente nos repetiremos una vez más: "el miedo mata la mente..."


lunes, 21 de julio de 2014

Cuestas, juegos y trampas

"[...]aquellos días de la agonía del espíritu, aquellos días terribles del vacío interior y de la desesperanza, en los cuales, en medio de la tierra destruida y esquilmada por las sociedades anónimas, nos salen al paso, con sus muecas como un vomitivo, la humanidad y la llamada cultura con su fementido brillo de feria, ordinario y de hojalata, concentrado todo y llevado al colmo de lo insoportable dentro del propio yo enfermo; el que haya gustado aquellos días infernales, ése ha de estar muy contento con estos días normales y mediocres como el de hoy;"
El lobo estepario, Hermann Hesse
Hay momentos en la vida de un humano en la que los acontecimientos y las emociones que se generan, en la que el día el día a día, se parece a los niveles hormonales de una persona ciclotímica, un perfil de acontecimientos y de pasiones como el de una prueba alpina de esas con forma de dientes afilados de bestia carnívora, de subida y de bajada constante, como las almenas de una muralla árabe con sus características y puntiagudas pirámides que amenazaban a quien quisiese pasar sobre ellas. Un perfil así:

Perfil del Ultra Trail del Mont Blanc. 10 subidas, 10 bajadas y se acabó.
En otros momentos de la existencia se transita por valles redondeados, por una orografía suavizada por los eones como unas viejas cordilleras desgastadas cuyos cerros se suben y se bajan sin ningún desnivel abrupto, sin ningún pico ni cresta que obligue a poner las manos sobre la roca y avanzar con las cuatro extremidades y echando de menos una quinta o, en caso de haberla (según cómo y qué contemos como "extremidad"), que ésta tenga una capacidad prensil.

 Fotografías cortesía de Shinichi Sasaki

Pero lo que nunca hay en la vida es una llanura, una estepa, una tábula rasa. Somos seres en equilibrio dinámico y ello implica que siempre estamos subiendo o bajando. Con un suave vaivén, cuando la vida nos acuna con delicadeza y cariño, o, sin piedad, cuando nos sacude violentamente en forma de salvaje huracán como los de la atmósfera de Júpiter, a cuatrocientos kilómetros por hora, capaz de arrancarnos la carne de los huesos. Pero inmóviles, estáticos, nunca estamos. Va en contra de nuestra naturaleza. Eso no quiere decir que todo el mundo avance, claro. Hay quién, cuesta arriba, cuesta abajo, va trazando un surco por donde pasa dando vueltas siguiendo el mismo camino infinitamente y, a cada vuelta, profundiza el surco y tiene más difícil escapar de él. Otras, subiendo y bajando, avanzan en una dirección. Algunas personas incluso deciden qué dirección desean tomar y tratan de no perderse por el monte.

El placer de ir cuesta abajo. Indescriptible.
No es lo mismo perderse que desorientarse. A veces pierdes el camino, pero sabes dónde estás y dónde quieres ir. Otras avanzas, a lo mejor vas bien, a lo mejor no, no lo sabes, pero el problema es que no te puedes ubicar en el mapa ni a ti ni a tu destino. Perderse es normal, desorientarse es peligroso por lo que hablábamos. Se puede empezar a caminar en círculos y acabar avanzando agotadoramente siempre por los mismos senderos, "viviendo el presente", la supuesta maravilla del pensamiento místico facebookil. El refugio para la persona aterrada por el cambio. Seguir moviéndose para permanecer en el mismo sitio. Para no perderse por el monte, para orientarnos en el campo podemos llevar un buen mapa o un gps. Para no avanzar en círculos viciosos en la vida hay que construir un puzzle, encontrar y encajar las piezas, o quizá una visión más wittgensteiniana, crear una red, un tejido de enlaces sobre el que caminar.

Para Wittgenstein la comunicación se basa en un conglomerado de juegos, de juegos lingüísticos, cada uno de ellos con sus propias reglas. Hay que entender juego en un sentido no necesariamente lúdico, sino como un conjunto de reglas que se comparten en una comunidad de hablantes. La clave es esa, que no existen ni pueden existir los lenguajes privados. El lenguaje es una red de conceptos interdefinidos, intersignificados, una red sobre la que se camina, sobre la que se desarrollan juegos con reglas explícitas e implícitas.

Un deporte, por otro lado es un conjunto de reglas que se comparten con una comunidad. Es algo parecido a un lenguaje. Quizá incluso cada deporte, teniendo en cuenta las reglas explícitas e implícitas de cada uno, sea un lenguaje en el sentido en el que Wittgenstein se refiere a ellos en ocasiones.

La vida y el lenguaje no están formados por juegos de reglas explícitas, hay que tratar de entenderlas, organizarlarlas y clasificarlas según "cierto parecido de familia".
Saltarse la reglas, hacer trampas, en la vida y en el deporte, que es lo mismo, es engañarse, sobre todo, a uno mismo. Montarse en un coche para subir una cuesta y avanzar un puesto frente a otro corredor que sabes que lo merece más es miserable, injusto, estúpido, asqueroso, es saltarse las reglas del juego, es perderse en un lenguaje privado y, más aún, en un deporte como el nuestro que ni tan siquiera va a reportar un beneficio millonario el acto de hacer trampas.

El camino para perderse a uno mismo, para hacerse un ser mezquino y miserable empieza por creer que las reglas que se aplican a uno mismo son distintas que las reglas que sirven para los demás. El engaño y la manipulación son el mal. Sea tomando pócimas mágicas o "corriendo" un ultratrail en coche.

Esto es así aquí y en Andorra.
“A los verdaderos hombres no les pertenece nada. El tiempo y el dinero pertenece a los mediocres y superficiales.”Hermann Hesse

jueves, 10 de julio de 2014

Haciendo amigos (tómalo con karma (I) )

"Si a un historiador su metodología le suministra una mala reconstrucción racional, puede, o bien distorsionar la historia de modo que coincida con su reconstrucción racional, o decidir que la historia de la ciencia es muy irracional".
Imre Lakatos
Thomas Kunn ha marcado un hito en la historia de la filosofía de la ciencia y es uno de los pocos autores que ha trascendido el mundillo de los filósofos, sociólogos e historiadores de la ciencia para llegar a los oídos de los propios científicos... ejem, espero que esta afirmación no me acarree problemas con los historiadores y, sobre todo, con los sociólogos, autodeclarados científicos por ellos mismos desde Auguste Comte (haciendo amigos...). La noción de "paradigma" en Khunn es clave para entender el contexto en el que se descubre la ciencia, aunque las reglas con las que se justifica un descubrimiento científico sean diferentes a las reglas que hacen que un descubrimiento sea necesario históricamente en un momento dado. Si, esta última frase hay que leerla un par de veces. Sobre todo si hoy es lunes. Hoy esto va a ser un poco espeso, como los piornos y retamas cuando pierdes el camino y tienes que ir hasta él en linea recta "trochando".


Una foto del Gran Trail de Peñalara que nos hizo Juan Antonio.
Para disimular un poco, que parezca esto un blog sobre carreras de montaña.
Atrochando out of road, una cosa será la demostración del teorema de la relatividad y otra los cambios en la visión del mundo necesarios para que pueda surgir una teoría semejante y que sea aceptada por la comunidad científica. Son dos contextos, el de los descubrimientos de los hechos del mundo por la ciencia y el de justificación de uno de esos hechos ante otros científicos. Dos cosas que no siempre van a la par, como nos podrían contar algunos que tuvieron problemas en su época al estrellarse contra los prejuicios de la sociedad como les acaeció a Bruno, Galileo o Darwin. Para caracterizar lo que sería un contexto y otro, pensad que lo que lleva a investigar a Newton sobre las leyes del movimiento, que era una motivación teológica, coherente con su momento histórico, no tiene nada que ver (en la forma) con las fórmulas matemáticas que emplea Laplace para demostrar las leyes de Newton y afirmar, sobre Dios, que él no necesita de semejante hipótesis. Una cosa son las motivaciones personales y psicológicas del científico, y otra cosa diferente los parámetros físicos mensurables al que se aplica el instrumental matemático disponible. Son dos realidades simultaneas, no son realidades independientes, pero son de naturaleza distinta. 

El clima social, el conjunto de creencias y de hechos históricos de una época empujan a los descubrimientos científicos y tiene su lógica implacable que va paralelamente al hallazgo de una fórmula o de una ley que se sostiene sobre una estructura formada por todos los descubrimientos anteriores descritos por otros científicos en el lenguaje de la ciencia, la matemática. En un momento de la historia el clima político y social hace que la fabricación de armas que derriben las murallas y la necesidad de calcular el disparo de los cañones con precisión hagan que se desarrolle más la tecnología metalúrgica y se descubran las leyes que regulan el tiro parabólico y otro momento distinto es en el que la necesidad de generalizar las leyes del movimiento hace que se unifiquen en una sola teoría las que describen el movimiento de una bala de cañón al ser disparada y los movimientos aparentes de los planetas sobre el fondo del cielo estrellado.

Esta "doble naturaleza" esta aparente "armonía preestablecida" (abusando de otros conceptos filosóficos inapropiados) de dos esferas distintas de la realidad se produce por ejemplo entorno al problema mente/cerebro. Los pensamientos de una persona y los procesos electroquímicos presentes en el cerebro son cosas distintas, ocurren a la vez hasta el punto de que no se puede distinguir si lo uno causa a lo otro o lo otro a lo uno, y tienen una explicación y unas reglas lógicas diferentes. El cerebro es materia y sigue las leyes de la materia, de la química y de la electricidad, las reglas de una compleja red neuronal. Cuando hablamos de la mente, del pensamiento, de la razón ... lo hacemos de algo que no es material (no podemos pesar un pensamiento en un a báscula, como si un cerebro) y su lógica, la del pensamiento, no es la de las matemáticas del conexionismo, la de las redes neuronales, su lógica es la que describe parcialmente la silogística de Aristóteles y, a menudo, las pesadillas de la razón de las que tratan de intuir regularidades los psicólogos y que desde el inconsciente crea sus propias reglas (ejem, el subconsciente en general, no el de los psicólogos, que luego me acusan de meterme con este querido gremio que también se ha autodeclarado "científico". Seguimos haciendo amigos).

Pero nos apartamos de la idea de "paradigma" con la que quiero llegar hasta el trail running. Forman parte de nuestra Weltanschauung colectiva, de nuestra "visión del mundo" como sociedad, un conjunto de conocimientos y creencias contra los que voy despotricando poco a poco a través de las entradas de este blog. Algunas de las "verdades" que no me creo incluyen la autojustificación para consumir tóxicos como el alcohol y el tabaco, sobre la base de los supuestos beneficios del consumo moderado o la idea de que lo "natural" es bueno por sí mismo (de hecho, la mera idea de que se pueda describir que es eso de "lo natural"), o que una dieta o un calzado pueda ser justificable desde el análisis de conductas de antepasados humanos de los que tenemos poco más que un registro fósil. La empanada mental de algunos llega a la indignación contra los dietistas / nutricionistas científicos por decir que el consumo de alcohol es malo (cualquier cantidad) y despotricar contra una sociedad que compra alimentos procesados. Gente que compra "leche ecológica" para desayunar y, antes de irse a dormir, ha consumido alcohol, tabaco y otras drogas, incluyendo la lectura crédula de su propia literatura autocomplaciente.

Si la envidia matara el cementerio estaría lleno de hijos de la gran puta
Adel Asila


CONTINUARÁ (campo a través)...

jueves, 3 de julio de 2014

Naturalmente, con un poco de mala leche

"El verdadero modo de vengarse de un enemigo es no parecérsele.
Marco Aurelio
Cada vez más corredores están optando por tratar de encontrar la dieta que más se acerque a aquella para la que "estábamos diseñados" antes de la más o menos reciente revolución del Neolítico. Lo "natural" está de moda y no solamente en lo del calzado minimalista. Se reflexiona sobre que nuestros antepasados no tomaban cereales y legumbres, no pastoreaban ganado ni lo ordeñaban, que no digerimos bien la mayoría de los alimentos que consumimos porque no estamos genéticamente predispuestos para ello. Hay mucha discusión sobre qué cosas son naturales y cuales no, pero creo que la cuestión central, la que se obvia, es qué sea "lo natural".

Para el pensamiento griego los dioses, con minúsculas, no eran entes "sobrenaturales". Los dioses eran parte de la Physis, de la naturaleza, no estaban fuera de ella, ni por encima ni por debajo, ni separados del resto de los animales, plantas y minerales, en "otro mundo" o en un Más Allá. Estrictamente hablando, la mayoría estaban Acá, en el Monte Olimpo para ser exactos, no en el Hiperuranós (el "sobrecielo"), donde Platón situaba las Ideas. Algunos por ahí andaban y nadaban por el mundo repartidos como Poseidón o Hades, en los océanos o en los infiernos, que también eran parte del mundo "real". Probablemente es gracias al (o por culpa del) cóctel platónico-helenístico-hebreo que nuestra Cultura Occidental introduce la idea de ligar lo divino a lo sobrenatural como algo que está más allá de las reglas de la naturaleza, es por una "emulsión" conceptual que liga muy mal lógicamente. Es por una base de neoplatonismo con copos de cristianismo flotando en suspensión por la que se llega a deshacer, durante la Edad Media, el trabajo que arduamente habían conquistado los Físicos, los sabios griegos de la naturaleza, pasando del Mitos al Logos, del pensamiento mágico al pensamiento racional.

Las emulsiones, como la leche lo es, son sustancias inestables a las que un cambio de temperatura o PH puede hacer que se "corten" y sus ingredientes se separen. Como una armazón de contradicciones puede sostenerse en equilibrio hasta que un hecho, un dato de la experiencia, un cambio en el entorno, hacen que lo que parecía que podía permanecer homogeneizado eternamente se... separe y haga grumos... y ya no pueda mantenerse "ligado" en el pensamiento. Como los conceptos de "monarquía" y "democracia", que muchos ciudadanos pensaron durante décadas que eran la misma cosa. Llega un momento en que no pueden convivir simultáneamente aunque se presenten ayuntadas, se distinguen perfectamente la una de la otra.

Metáfora de las relaciones entre la monarquía y el pueblo soberano
La leche, excelente alimento aunque no esté de moda decirlo, es una emulsión. Es una solución acuosa, es decir, fundamentalmente agua, en la que hay disueltas sustancias como azúcares (lactosa) o calcio, en la que están en suspensión proteínas y grasas. La leche es el único alimento que reciben "naturalmente" los mamíferos durante los primeros estadios de su vida y, por tanto, ha de tener "un poco de todo", es decir, estar equilibrada nutricionalmente. Es el alimento equilibrado por antonomasia. Por supuesto las necesidades nutricionales de cada mamífero son distintas, por tanto las proporciones varían entre la leche de ornitorrinca (que por cierto no tienen mamas), la de elefanta y (me puede el amor por la rima) la de las infantas. También son distintas las necesidades nutricionales de un lactante y de un adulto. Tampoco es necesario, por cierto, que cada alimento y cada una de las comidas que hacemos esté equilibrada, ni tan siquiera es necesario que cada día lo esté en su conjunto. Es suficiente que, y no solamente atendiendo a "macronutrientes", es decir, a grandes grupos de alimentos (grasas, proteínas, hidratos de carbono), que todo lo que el cuerpo necesita pase por él con frecuencia. Para ello una dieta monótona es una inconveniencia, aunque no hay ningún alimento "imprescindible". Desde ahí, desde los perjuicios de la monotonía, a veces se salta en un ejercicio de falacia lógica a pensar que una dieta variada es buena por si misma. O que basta con "comer de todo" para comer sano. Una dieta puede ser nefastamente variada. Os recomiendo encarecidamente la lectura del blog "mi dieta cojea".

Sobre las emulsiones si, por ejemplo, le añadimos un ácido a la leche, esta se separará en sus ingredientes y una fea capa de suero cubrirá una poco atractiva pasta hecha de grasa y proteína. Es algo que también ocurre cada vez que entra en contacto con los ácidos del estómago al consumirla y no tiene nada de malo aparte de su aspecto. Otro tanto sucede cuando elaboramos cuajadas, requesones o quesos. Ocurre también además, por ejemplo, con la leche contaminada de bacterias, que la acidifican. Eso si es chungo. Por eso asociamos la leche en buen estado a la leche que mantiene las propiedades que tiene cuando sale de su recipiente natural. No voy a hablar de ellos, de los pechos de las mamíferas. Ni a poner una foto de una chica neumática corriendo. Os habéis confundido de blog. Buscad con más fortuna en las portadas de la revista Runners.


Unos miles de años de selección artificial y tenemos un bicho sin "cuennos" con permanente
galactorrea al que hay que ordeñar para que no explote.
No necesitamos ingeniería genética para convertir un lobo en un chihuahua.
Lo natural se opone a lo sobrenatural. Cuando hablamos de lo natural hablamos de lo posible frente a lo que solamente lo sería con reglas distintas a las de la naturaleza, haciendo "posible lo imposible", en el terreno de la magia y el milagro.

Lo natural se opone también, según otra idea de "natural" a lo antinatural, a lo artificial, a lo sintético. Al producto, en definitiva, de la mano del ser humano, a lo que no podría existir si un homo sapiens no hubiese decidido poner sus manos en ello, manufacturarlo.

Se entiende entonces que cuando se habla de "natural" se pueden confundir estas dos ideas desde las que se define el concepto de "Naturaleza" por oposición. Se puede crear un terreno (inexistente) entre los seres humanos y los dioses, entre "lo antinatural" y "lo sobrenatural" ocupado por plantitas, animalitos y fotos de atardeceres sobre el mar donde todo habita en armonía siempre que un perverso humano no transite por su "equilibrio" inherente o los dioses manden un castigo en venganza por no adorarles (suelen tener un problema de trastorno narcisista de la personalidad).

Un filósofo griego se sentiría vagamente desconcertado por la distinción entre "natural" y "artificial", como si las artes y artesanías de los humanos estuviesen fuera de la Physis, como ocurre en la tradición judeocristina que sitúa a su Dios todopoderso en el ámbito de lo "metafísico", en el Más Allá. No entendería la oposición entre "Natural" y "Humano" como cosas situadas en esferas de la realidad diferenciadas. Ellos hablarían de la poiesis, de la acción acotada en el tiempo que lleva algo del no-ser a la existencia. Pero si las personas están en el mundo, lo que ellas crean no puede estar fuera.

No hay un "fuera del mundo".

No existe el "equilibrio natural".

Típico paisaje "natural" donde vemos
reforestaciones, caminos y restos de actividad ganadera.
Etiquetamos como "Naturales" ciertas cosas. Tendemos a considerar que lo natural es bueno, lo artificial, lo sintético, lo "químico", es malo. Algo desconcertante ya que situamos con esa burda clasificación elementos altamente perniciosos para la salud en el grupo de lo "natural" y algunas grandes ideas de la humanidad en el otro capítulo. Podría, a modo de ejemplo, hacer dos columnas que recogiesen cosas "naturales" y "artificiales" a un lado y a otro. En una estarían enfermedades de todo tipo, infecciones, hongos venenosos, parásitos intestinales,... en el otro la diversidad de alimentos que las revoluciones neolítica e industrial han puesto a nuestra disposición, el jabón, el cepillarse los dientes con una pasta fluorada para que no se pudran demasiado pronto y estemos condenados a la inanición, como le ocurre a otros animales. Las medicinas, los antibióticos y antisépticos, las vacunas...  Para evitar ser linchado por grupos de hippies enfurecidos por la calle, aclaro que es un listado sesgado y no exhaustivo, una reductio ad absurdum, es decir, un ejemplo muy evidente que pretende refutar la teoría de la bondad de todo lo natural y la perversidad de todo aquello en lo que el ser humano pone su mano.

Yo creo que no existe "lo natural" porque no existe ni "lo sobrenatural" ni lo "antinatural". Distinguir entre sustancias "químicas" y "naturales" carece se sentido más allá de lo emocional, porque las sustancias llamadas naturales también son química, no son sustancias etéreas y espirituales. Y el peligro es que cuando se intenta crear un espacio atendiendo a una dicotomía natural-antinatural o natural-sobrenatural se acaba introduciendo de tapadillo el elemento irreal que se deja fuera, es decir, que si digo que correr con zapatillas amortiguadas es "antinatural", postulo una especie de sacralidad, de "Diosa Madre Naturaleza" de cuyo lado no debo apartarme, como si lo natural fuera bueno, sea lo que sea o por difícil que sea de determinar y lo artificial un pecado, una afrenta a los dioses que ellos castigarán (posiblemente con una fascitis plantar). Supongamos que correr amortiguado (y limpiarse los dientes) sea algo artificial.. ¿y qué? ¿Qué ocurre si otros animales no toman leche después del destete? Nosotros si, es nuestra NATURALEZA, en el sentido que es lo que nos diferencia y define del resto de los bichos, procesamos los alimentos. Los esterilizamos para no pillar enfermedades, los desnaturalizamos por cocción o marinado para hacer una predigestión que los haga más fácilmente asimilables, los cultivamos y criamos, los molemos y mezclamos, los guisamos con especias antisépticas como el ajo o el chile. Los trasladamos de una parte del mundo a otra y, gracias a ello, disponemos de una enorme variedad de fuentes de alimentos distintas con las que hacer una dieta saludable... o insalubre.

Crear rupturas
a priori
en el discurso es abrir la puerta a loirracional, al discurso normativo arbitrario y autoritario que oímosa nuestro alrededor.
Jean-Pierre Changeux,
 La naturaleza y la norma
Crear rupturas a priori en el discurso es abrir la puerta a lo irracional, al discurso normativo arbitrario y autoritario que oímos a nuestro alrededor.  
Jean-Pierre Changeux, La naturaleza y la norma






martes, 1 de julio de 2014

Gran Trail de Peñalara, GT60K (Segunda parte): La voluntad de poder

¿Dónde esta la belleza? Allí donde uno tiene que querer con toda la fuerza de voluntad; allí donde uno quiere amar y perecer, para que tal imagen deje de ser nada más que imagen. Amar y perecer; desde todas las eternidades lo uno esta ligado a lo otro.
Friedrich Nietzsche
Hablábamos de la buena voluntad en la última entrada para rendir homenaje al voluntariado sin el cual no podríamos hacer carreras como el Gran Trail de Peñalara. También os animaba a que os apuntaseis, como hacemos cuando vuelan los dorsales para una carrera meses antes, reservando el día para el acontecimiento, no esperando a ver si lo tenemos libre, y os comprometieseis para ir a devolver en forma de voluntariado lo que recibimos en otras carreras como en la Madrid-Segovia. Pero la voluntad tiene otras dimensiones más allá de la solidaridad.

Si hay un concepto que ha adquirido una nefasta fama y por razones muy comprensibles en la historia del pensamiento ha sido la idea de "voluntad de poder" en Nietzsche. Una idea mal interpretada torticeramente por parte de, primero, los ultranacionalistas alemanes de comienzos del siglo XX y, a continuación, por sus nefastos herederos del Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei.

Para Nietzsche la voluntad de conseguir los deseos es el mayor motor del ser humano. Eso es la voluntad de poder. Para conseguir ello se plantará frente al mundo y reclamará el lugar que le corresponde en un momento dado. La voluntad de poder es un proceso de expansión de la creatividad humana, un superarse, un dar un salto hacia delante cumpliendo lo que uno creía que podía hacer, lo que se había imaginado conquistando. Por supuesto los nazis interpretaron el concepto como "voluntad de dominación" y lo ligaron al dominio de un grupo sobre otro, a un proyecto colectivo de totalitarismo que no se detenía en consideraciones morales hacia "los inferiores".

Entrenando el recorrido unos días antes. Bajada de Morcuera a Rascafría.
Alguien que ha entendido muy bien los conceptos de Superhombre y de Voluntad de poder es Hermann Hesse. Os recomiendo, para profundizar en el concepto, la lectura de sus libros "Demian", "Siddharta" y "El lobo estepario".

"…Y no es que existan las casualidades, simplemente,
cuando alguien busca algo siempre lo encuentra. 
Es el deseo de la persona lo que hace que las cosas sucedan, 
su necesidad lo lleva a ello.” 
H.H.
Tomamos la salida del Trail Peñalara 60K en Miraflores de la Sierra, puntualmente a las 6:45 del sábado, con una temperatura muy agradable, para correr en camiseta y pantalón corto. Un lujo a esas horas.

La Salida de la prueba. Fotografía de Ana Barroso, que además nos cuidó todo el recorrido.
Es un ultra muy especial para mi. Es la primera vez que corro una carrera de maratón o más, en compañía... acompañado, acompañando, "emparejado", en definitiva, desde el principio hasta el final. Por supuesto y como es habitual, con Anne. Después de muchos maratones y muchas carreras de más de maratón, me doy cuenta de que soy un solitario corriendo. Es la primera vez que voy desde el inicio hasta el fin con alguien en una distancia superior a los veintiún kilómetros y, en esa distancia, contadísimas veces. Un motivo es simple. Subo mejor que la mayoría del pelotón y bajo mucho peor que casi todo el mundo, aunque voy mejorando poco a poco.

Los primeros kilómetros van por una pista con una subida muy suave. Con las piernas descansadas se sube corriendo muy bien haciendo una amplia curva que evita el camino habitual marcado en blanco y verde y que sale a la derecha de la Fuente del Cura. Solo los últimos kilómetros se hacen más "andables" cuando vuelve a cruzarse con las marcas del recorrido montañero. En hora y media, como estaba previsto, llegamos bastante frescos al puerto de la Morcuera (o Morcuese, Jorge, o Morcuese. Esta forma verbal es asín). Allí detrás del objetivo de una cámara estará Juanan (maratoniano de asfalto sub 2:45, una bala), para animarnos y darnos alas para la bajada.

Con Juan Antonio. Otra, pero no "una más" de las gratas visitas
que tuvimos durante la carrera. Fotografía de Ana Barroso.
La bajada desde Morcuera a Rascafría es una anomalía en esta carrera. Una larga, cómoda y rápida pista muy al principio del recorrido. Sería ideal para acabar, pero ahora es peligrosa precisamente porque nos pilla con fuerzas y hay que tener la cabeza fría. Forzar un ritmo solamente unos segundos por kilómetro más rápido que tu más reservona velocidad de crucero puede hacer que vacíes las piernas antes de tiempo. Así lo hice yo, a un ritmo por debajo del que podía pero un poco por encima del que debía y que pagué ya el resto de la carrera. Anne, por el contrario, reservó fuerzas bajando a mi ritmo y fue el resto de la carrera con esa chispa que da ir pasando gente y aunque sea con un tipo aferrado a tu estela forzando su ritmo para seguirte por medio Guadarrama.

En el Puerto del Reventón, reponiendo fuerzas. Fotografía de Ana Barroso.
La voluntad de alcanzar los deseos es el motor más poderoso del ser humano. Es la Voluntad en sentido Nitzscheano. Un ultratrail se hace con una combinación de mucho entrenamiento y mucha voluntad. También con un poco de suerte. Eso no nos hace mejor que nadie, simplemente explica por qué a veces no llegamos. Cuando no lo deseamos a fondo o cuando no nos hemos preparado y, por supuesto, cuando tenemos cualquier error logístico. Unas zapatillas muy apretadas, una rozadura inoportuna y, cuarenta kilómertos después, el cuerpo no obedece a la voluntad.

P'arriba hacia el Risco de los Claveles, el Punto de No Retorno (PNR) de las tres carreras.
Fotografía de Ana Barroso.
Nos encontramos gente conocida y amigos por aquí y por allí. Corredores, voluntarios y gente que viene a animar. No sé si preocuparme pero un recuento somero sobre mis contactos del Facebook me da una cifra de cincuenta de ellos metidos en la carrera en alguno de los tres roles citados en alguna de las tres competiciones. Temo nombrar a diez y dejarme a cuarenta fuera. Pero no faltaron amigos y amigas. Sin duda somos personas afortunadas y esas amistades son una de las mejores cosas... no, caramba, es lo mejor de todo esto. Es un día de fiesta, más que un cumpleaños. El GTP se ha convertido en el día del corremontes del Guadarrama. Una fecha ineludible.

Luego vendrá la parte difícil de la carrera. La dura y larga (con perdón) subida al Reventón y el Risco de los Claveles, haciendo la garrapata humana sobre los grandes bloques sueltos de granito. La pedregosa bajada a Cotos, donde volvemos a encontrar el cariño y el apoyo de nuestras amigas "winies", la tendida e inacabable Loma del Noruego y la técnica bajada por la Tubería, bajando la ladera de la Cuerda de la Cabrillas por la Barranca hasta sufrir los cinco kilómetros finales de pista fácil que no puedes andar y que no quieres correr, pero que harán el milagro de eliminar toxinas de nuestros músculos para acelerar la recuperación de la carrera.

Luego una llegada entre aplausos, sobre una larga alfombra azul. Un gran recibimiento para una gran carrera que no estaría completa sin sentarse con buena gente junto a la llegada en una terraza, después de una merecida ducha (inmerecidamente  helada, pero eso también ayudará a la recuperación muscular) para tomarse una cerveza mientras se saborea el triunfo. Lo hemos conseguido. Sesenta y tres kilómetros y casi tres mil metros de desnivel positivo acumulado durante once horas y quince minutos, quince menos, también, de los previstos al comenzar la jornada.

Fotografía de Cata la Pedricera