jueves, 30 de julio de 2015

Olimpismo y trail running


Fatiga menos avanzar sobre terreno accidentado que sobre terreno llano.
Kilian Jornet... no, ¡calla!..., Aristóteles, siglo IV a.C.
Me decía un amigo hace poco que el trail running es "una forma de vida", lo que inevitablemente puede parecer un tópico edulcorado, una autojustificación por la vía, muy habitual, de considerarse a mi mismo un "escogido". En cualquier caso la afirmación despierta mi escepticismo filosófico. Por lo menos cierto tipo de escepticismo, uno que no niega la posibilidad de conocimiento, sino ese escepticismo que pone prudentemente en suspenso todas las creencias hasta encontrar una justificación racional para ellas.

Los vínculos e interrelaciones en el grupo de aficionados a correr por la montaña, las afinidades y visiones compartidas, las amistades creadas y que forman una red tupida, ya que somos relativamente pocos, hace que se viva la sensación de pertenencia a un grupo cerrado, una gran familia, al que inevitablemente se idealiza. No es algo exclusivo nuestro. Todos los grupos tienden a construir una autopercepción de "ideal de pureza", una imagen de su colectivo que tiene todo lo bueno y nada de lo malo de otros grupos de referencia. Es un mecanismo psicológico, un sesgo cognitivo, incluso un mecanismo de defensa tan universal como inevitable y de sobra estudiado por la psicología y la sociología. La idealización es un mecanismo necesario para que nuestra mente discrimine generalizaciones sobre grupos, pero hay que ser muy prudentes para no caer en chovinismos de cualquier tipo. Es muy fácil y agradable sentirse especial.

Si te gusta correr por la montaña, te gusta hacer algo que mucha gente no entiende. Ni tan siquiera otros corredores o quienes practican otros deportes. Pero a veces nosotros tampoco hacemos un esfuerzo por entender a quienes hacen otras cosas. Una característica no exclusiva nuestra es que en la montaña no es tan importante la marca como la técnica (bueno, alguno hay que se ha escapado de la escuela de supermanes y anda quejándose de la molestia que le supone que haya corredores que van más despacio por detrás de ellos). El trail te expone a muchas más sensaciones cambiantes y que requieren tu atención que la carrera en ruta típica, como un maratón desarrollado sobre asfalto en el interior de una ciudad. Hay para quien, incluso, no importa lo más mínimo la competición y el recorrido y la compañía lo es todo. Esforzarse en mejorar constantemente, si, pero no para otra cosa que para "acabar" los retos que cada cual se propone.

Aquí un humane disfrutando de un deporte consistente
en llegar de un sitio a otro empleando toda la técnica
necesaria para hacerlo de forma rápida y eficaz. Parece divertido.
Aquí otro humane haciendo algo parecido. Participando en una competición
olímpica. Tiene que pasar entre unos palitos puestos a una distancia estandarizada
en el menor tiempo posible de manera que las marcas puedan ser
homologables entre distintas competiciones olímpicas.
Sin embargo en ciertos círculos (vale, si, en mi entorno más "friki") se percibe un cambio gradual en esta "comunidad" de corredores y corredoras de montaña (o trail runners que yo no tengo problema con este anglicismo habiendo otros muchos más perniciosos que se nos cuelan insidiosamente en la cotidianidad). La cosa va rompiéndose poco a poco en dos direcciones. No necesariamente una mejor que la otra, pero son visiones distintas. Algo parecido a la diferencia entre las artes marciales en las que no hay competiciones, por propia elección, y las que tienen un reglamento deportivo que permiten realizar torneos.

Hay un movimiento por parte de unos corredores para que las carreras de montaña no cambien en una dirección determinada marcada por una mayor reglamentación, separación entre la élite y los "populares", mejores sistemas de puntuación, cuantificación y evaluación de las carreras, fortalecimiento de las federaciones nacionales y de los organismos supranacionales... incluso replicación de estructuras que en un momento dado puedan convertirse en comités olímpicos si el trail pudiese hacerse una disciplina de este acontecimiento que cada cuatro años atrae el interés de todo el planeta. Algo soñado por muchos y temido por otros.


El movimiento olímpico reúne una "rapsodia" de especilidades y excluye otras sin que se pueda adivinar el por qué desde lo estrictamente deportivo. Deportes como la natación están llenos de pruebas de todas las técnicas y distancias, de manera que los mejores nadadores del mundo vuelven de unos juegos olímpicos con la espalda doblada del peso de las medallas que trasladan al cuello, mientras que en otras especialidades se escatiman. Especilidades muy implantadas de atletismo, con campeonatos nacionales e internacionales en todos los países como los 100 Km. en ruta o el "medio maratón" o, también en el triatlon distancia Ironman que no entran en competición. Hay, sin embargo, "deportes exclusivos" heredados del periodo inicial del olimpismo moderno en el que el deporte estaba reservado a unos pocos aristócratas como la doma olímpica o "carreras de yates a vela" y otros, mientras tanto, con cientos de miles de fichas federativas como el fútbol sala, el rugby o incluso palímpicos como el baloncesto en silla se quedan fuera, incluidos todos los deportes de montaña salvo los que participan en los Juegos de Invierno. Hay competiciones artísticas (gimnasia rítmica, patinaje o natación sincronizada) que son deportes por unas razones que se podrían aplicar al baile acrobático o al ballet clásico. Hay artes marciales que si, hay otras que no. En definitiva. El criterio es político y se basa en el poder respectivo de las federaciones de cada especialidad en el COI. No estoy destapando ningún secreto que se ignorara. Que un deporte se convierta en olímpico es una larga tarea y, en el proceso, suele necesitar una profunda transformación de la propia práctica deportiva.

Puede necesitar "palitos por los que pasar" y clasificaciones de niveles de dificultad del recorrido, como el descenso en piragua, adaptar la distancia para no... hacer sombra al maratón, como en el caso del triatlon olímpico, o reglamentar un sistema de puntuación en combates como el boxeo o el taekwuondo. Quizá el trail running necesite todo eso, pero no es algo que no se haya hecho antes. Podría haber perfectamente una prueba de "kilómetro vertical" sin ninguna duda. El seguimiento en directo hoy en día, gracias a los drones, ya no es ningún problema. Lo que no tiene pinta de que vaya a ocurrir es que el ultratrail de cien millas entre en la olimpiadas. Ni tan siquiera el "maratón de montaña olímpico", porque son carreras técnicas y muy largas, difíciles de homologar y comparar entre si y restan protagonismo a otros deportes que defienden su trozo de pastel olímpico. Ahora,... ¿no sería espectacular ver bajar por una pedrera a la élite del trail a todo trapo en una pantalla gigante?

Todo esto del olimpismo mueve una cantidad de pasta ingente y da de comer (y de otras cosas) a mucho ejecutivo importante. Y de eso va buena parte de esto.

Hace algunos años, en el seno del Aikido, un arte marcial moderno, como el kárate o el judo, se abrió el debate sobre si se debía avanzar hacia una reglamentación mayor que permitiese el desarrollo de torneos y competiciones, pero para buena parte de los practicantes esto estaba en contra de los fundamentos de su disciplina, que trataba de huir del combate, de la competencia y que finalmente así ha permanecido, como un camino de perfeccionamiento técnico más que otra cosa. Por el contrario el karate, un deporte con millones de fichas federativas lleva décadas tratando de entrar en las olimpiadas siguiendo el camino del judo y el taekwondo. En estos deportes el olimpismo supuso el abandono de técnicas de autodefensa y un enfoque competitivo que antes no era fundamental. Se ha pagado un peaje muy alto y muchos practicantes lo consideran una pérdida irreparable.

Pues esa es la percepción que se empieza a tener entre algunas personas de mi entorno. Que esto se va a romper, por un lado, hacia el lado del trail pirata, el punk trail y las quedadas para recorrer monte, y participar en las carreras que conserven el "espíritu" de los viejos tiempos y por otro hacia la alta competición, poner la organización en manos cada vez más profesionales y crear una estructura paralela a la de otros deportes más orientados a la competición.

Y por ahí ¿Qué opináis? ¿Deporte olímpico o forma de vida?



viernes, 17 de julio de 2015

5 trucos para correr tu primer maratón sin esfuerzo en solamente 4 semanas partiendo de cero que te cambiarán la vida.

¡Enga ya, hombre!

Espero que usted no haya llegado aquí pensando que realmente iba a encontrar algo tan imposible como lo que sugiere el título del artículo. Trucos. Rapidez, Ausencia de esfuerzo. Aprendizaje relámpago. Profundos cambios vitales y epifanías llegadas desde un enlace de Internet...

Pero bueno, ¿Estamos tontos o qué?

Pero seguramente a estas alturas ustedes ya estarán acostumbrados a encontrarse con este marketing "Pedro y el lobo" que funciona las primeras veces y, gradualmente pierde fuerza y se deshincha, por más que nos diga que "no te lo vas a creer", que "la quinta foto es la mejor" o que "a mi me ha cambiado la vida". Mensajes que prometen lo increible, lo bueno, bonito y barato, lo fácil y rápido. ¡No podrás creerlo! Promesas de cosas sorprendentes que llegarán, eso si, después de pinchar el enlace y atraer el tráfico web hacia lo que viene a ser técnicamente una MPP ("una mierda pinchada en un palo") o, simplemente, "un truño de noticia" cuando no una estafa o un malware que nos la lía parda.

Hubo un tiempo que ejercí, entre otras funciones, como orientador laboral ocasionalmente y me encontré algún inquietante y perturbador caso (afortunadamente no era el de la mayoría) en que había gente que solicitaba empleos que no requiriesen esfuerzo físico ni mental, bien remunerados y con jornada corta y flexible. Eran además solicitados por algunas personas con escasa formación, experiencia laboral, talentos naturales y, en general, cualificación profesional que, además, siempre estaban ocupadísimos para hacer una entrevista de trabajo y exigían a los empleadores potenciales que se adaptasen a su disponibilidad para "concederles audiencia".

La carta a los reyes magos. Pensar fuerte y no hacer nada, pero desearlo con ganas y en conexión con el Universo, la Madre Naturaleza o esperando el Karma, que como el cartero, siempre llama dos veces.

Metáfora de un karma en forma de empotrador que te va a dar lo tuyo...
...si lo pides a los reyes magos...
Queremos soluciones milagrosas, progresar sin esforzarnos, gimnasios con aparatitos a los que "enchuflarse" y que hagan el trabajo por ti. Suplementos, aminoácidos milagrosos (por otro lado, presentes en las proteínas de una tortilla francesa que nuestro cuerpo se encarga en extraer gratis durante el proceso digestivo) y atajos sintácticos para tardar menos en decir las cosas en 140 caracteres (el problema es que se acaba diciendo otra cosa).

Vemos cada vez más programas de televisión en el que un "listo" compra algo, le hace una ñapa y lo vende con jugosos beneficios. Un coche, una moto, un almacén abandonado... Darse un paseo, pujar y ganar pasta sin doblar el espinazo, comprando a diez y vendiendo a veinte. Será que el resto son tontos que no hacen lo mismo y están con las hipotecas hasta el cuello.

Por eso, aunque el running se ponga de moda, ser corredor/a no tanto. Calzarse un maratón, por el asfalto o por la montaña no es fácil, no lo regalan, no se prepara en dos días y sin asignarle una cierta prioridad. Y duele. Y hace calor (luego hará frío). El entrenamiento es un proceso de adaptación y si no es, como mínimo, incómodo, no se produce ningún cambio. Hay que supeditar la comodidad inmediata a la consecución del objetivo que se persigue y eso... no está tan de moda como parece.

Dietas milagrosas, pierde diez kilos sin esfuerzo con este sencillo truco...

Gana dinero con este sencillo truco...

Cursos cortos, sencillos, divertidos, donde se aprende un güebo y que cuando los haces cómodamente desde casa, haciendo los ejercicios con un cutipaste de la wikipedia, te van a buscar a la puerta con un contrato maravilloso, muy bien pagado y con excelentes condiciones de trabajo...

Lugares secretos y con encanto que nadie conoce y que te vamos a contar, a ti, que pinchas en el enlace y a nadie más...

Te regalo dinero, chicas que te esperan, alarga tu miembro viril, triunfa en los negocios, acaba con las injusticias del mundo haciendo click en un botón, aprende idiomas en dos días, rejuvenece milagrosamente, come alimentos mágicos que curan el cáncer... nuestra sociedad no está hecha de gente que corre, aunque el running esté de moda.

Platón habla de la "segunda navegación" cuando se hace filosofía. La filosofía requiere esfuerzo, entrenamiento, profundizar, extenderse, volver atrás, dar saltos al vacío, probar cosas. Pensar no es "tener ocurrencias", es aprender técnica y entrenar la cabeza para luchar contra los problemas que nos suponen una urgencia vital su resolución. Filosofar es parecido a correr. No es algo que vaya a estar nunca de moda, porque requiere esfuerzo y dolor, persistencia y continuidad.

Así que, nada de trucos. ¡A entrenar cabrones!

Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos [...] del otro lado del tabique, pasan hombres que llevan toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.
[...]
Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, qué pasaría si naturalmente les ocurriese esto: que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz, y al hacer todo esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes. ¿Qué piensas que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora, en cambio está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo que son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le muestran ahora? [...] Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas son realmente más claras que las que se le muestran?
Platón, La República 

miércoles, 15 de julio de 2015

GTP (Guía de Temáticas Platónicas) o "Galarleiz y También Platón"

El filósofo Ludwig Wittgenstein se encontraba en la estación de Cambridge esperando el tren con una colega. Mientras esperaban se enfrascaron en una discusión filosófica que absorbió toda su atención. Al ver que el tren comenzaba a alejarse, Wittgenstein echó a correr en su persecución. Wittgenstein consiguió subirse al tren pero no así su compañera. Un mozo que estaba en el andén se le acercó al ver la escena y le dijo para tranquilizarla:
No se preocupe, dentro de diez minutos sale otro.
Ud. no lo entiende - le contestó ella - él había venido a despedirme a mi.-
En la anterior entrada de este blog quedaba abierta la cuestión de qué demonios era eso de correr bien. A ver si hoy profundizamos un poco más. Quizá nos ilumine un poco la participación reciente en el Maratón Alpino Galarleiz.

Ola de calor en Madrid y nosotros bajo un fresco txirimiri, hasta con manguitos...
Además seguíamos un ciclo (nos queda una última entrada) de centrarnos en un autor en especial, Platón, a modo de experimento y a propuesta del maestro Spanjaard para poder dar una imagen más completa del pensamiento de un filósofo en concreto (¿por qué no elegiría yo a uno "de los mío", como Jan Łukasiewicz?). Y parecía que correr bien era correr rápido, correr más rápido que el resto, es decir, ganar. Pero... hay mucha gente que no gana y, es más, que sabe que no va a ganar antes de salir. De hecho esa es la condición de la inmensa mayoría y nos parecía... un poco desconcertante que tanta gente se reuniese para "perder carreras" todos juntos.

Quizá planteamos mal la pregunta. Buscábamos la idea perfecta de correr bien, pero no fuimos lo suficientemente platónicos.

La idea del Bien participa de la idea perfecta de correr. No es necesario preguntarse qué es correr bien, sino qué es, τὸ τί ἐστι, simplemente, correr. Si supiéramos eso, sabríamos que es correr bien. Al menos desde el paradigma del maestro de Aristóteles, en el que las Ideas perfectas existen de manera efectiva como objetos. Un concepto difícil incluso para el propio Platón que a través de sus diálogos (Platón es su mejor crítico), vamos viendo como "la idea de Idea" (valga la redundancia) se va complicando, se va volviendo más abstracta y se va "matematizando" y haciéndose lo que los filósofos llaman "aporética", es decir, "sin salida".

Correr es, y corríjanme si me equivoco, echar un pie delante de otro sin que permanezcan los dos en el suelo simultáneamente, que eso sería andar. Permite desplazarse rápido. Es la forma más rápida que tenemos los humanos sin emplear una máquina, como una bicicleta, o sin arrojarnos desde una ventana, que suele ser una forma rápida pero una estrategia no "perdurable en el tiempo". De un solo uso habitualmente, aunque se acelera a 9,8 m/s² (en la Tierra), y a poco que se tire uno de buena altura se alcanzan velocidades tremendas. El problema en este caso no es la velocidad que se alcanza con la aceleración, sino la mucho más rápida y brusca deceleración.

Algunas pendientes muy pronunciadas en esta carrera
Correr, es una actividad "natural", entendiendo como tal que no requiere un aprendizaje, ya que todos los humanos tienen ese potencial y, si nada lo impide, se desarrolla por si mismo sin ninguna otra intervención, no como montar en bicicleta, por ejemplo, que requiere un proceso de ensayo y error gradual.

Correr es algo que hacemos naturalmente y es la forma más rápida de desplazarnos. Más que reptar, gatear, hacer la croqueta, ir a la pata coja, postrado de hinojos o caminando. No es raro ver niños probando quien lo hace mejor, es decir, más rápido y "echando carreras" como juego espontaneo. Casi como un impulso instintivo. Otros animales también lo hacen y sirve como proceso de aprendizaje de estrategias de supervivencia, de ataque o huida, para cazar o para no ser cazado. También es probable que retarse a correr sea una actividad tan antigua como la humanidad y, desde luego, un elemento de los "juegos" que se celebraban en la antigüedad, por ejemplo, en Grecia durante las olimpiadas. No hay que olvidar que correr es una excelente preparación para el arte de la guerra y en especial para la infantería de todos los tiempos. Y una perfecta apuesta de borrachos en todos los lugares del mundo en que se fermentan o destilan bebidas espirituosas.

Hay quien dice que la arraigada tradición vasca en carreras de montaña tiene que ver con esos "alardes de taberna" en la que los mozos apostaban quien era el primero en llegar a la cima del monte más cercano o en hacer una ruta conocida por todos.

Galarleiz surge hace veinte años. De esta manera que nos relatan:

                     

Galarleiz es la matriz, el origen, la idea que después se copia y que da lugar a otras carreras de montaña por la Península como el Maratón Alpino Madrileño. Es, en cierto modo, como la Idea de Platón, el molde del que salen el resto de las copias, aunque es a su vez una idea pillada al vuelo más allá de nuestras fronteras.

Volviendo a lo que es correr. Una actividad natural e instintiva que sirve para ir rápido. Atendiendo a otras características, además de la rapidez, correr bien podría significar:

1) Correr de una forma bonita, estética, agradable a la vista, estilosa. Entre el "arrastrar de pieses" de un walking dead que podemos contemplar al final de un pelotón de ultreros y la elegante zancada de un masai en una prueba de "milqui" (gane o no), hay un abismo estético. Correr bien puede ser, simplemente, correr bonito.

2) Correr bonito tiene que ver con la eficiencia biomecánica y suele significar "correr sano". Los desequilibrios musculares, las asimetrías, los vicios técnicos, además de fealdad a la carrera suelen desembocar en lesiones y molestias. Correr bien puede significar correr técnico, correr sano.

3) Cuando se pilla el ritmo, cuando los músculos calientan, cuando las piernas siguen la mirada y se entra en estado trance, cuando las endorfinas corren por la sangre y llegan a los receptores de los centros de placer del cerebro, cuando se alcanza la velocidad de crucero y la cadencia entre la respiración y las piernas da la sensación de que vas a seguir corriendo eternamente y sientes que estás corriendo bien. Correr bien quizá es correr con buenas sensaciones, algo que puede estar ligado a hacerlo de manera técnica y estética. Por cierto, ello también suele significar ir rápido.

4) Las buenas sensaciones pueden venir por otro camino, además del interno. Aparte de las sensaciones propioceptivas, podemos correr por lugares bonitos, como los del Maratón Alpino Galarleiz, por Guadarrama o por Gredos, por Picos de Europa, por los Alpes o los Apalaches. Correr bien puede ser, simplemente, correr disfrutando, sintiéndose feliz de la soledad o de la compañía.

5) La buena compañía. Correr te permite conocer gente extraordinaria y relacionarte con ella en las carreras y en los entrenamientos. Gente como Luisfer, del Tierra Trágame, al que tuve el gusto de saludar en la carrera, su maratón número 107 (OMG!). Charlar con unos y otros, sobre todo con gente que tiene algo que contar más allá de ritmos y marcas de zapatillas y suplementos nutricionales. Correr es una actividad social, en la medida en que una carrera es un acto social y quizá correr bien sea correr en sociedad. Correr, según la máxima kantiana, como si los otros corredores fuesen un fin en si mismos y no un medio para alcanzar tus fines. Correr, incluso, para crecer espiritualmente.

Correr tiene beneficios físicos, psicológicos y sociales, lo que permite un crecimiento como persona. No si te lesionas, si te obsesionas con ello hasta hacerte daño o si eres un personaje centrado en los resultados deportivos que aleja a la gente a tu alrededor con su ego de "supermachaca". Eso te empequeñece y te aleja de todo lo que te puede aportar la aventura de salir a trotar por el monte, en soledad o con otras personas (humanas o perrunas). Competir contra uno mismo, por mejorar en algunos de estos aspectos, siendo con el tiempo capaces de hacerlo con mejores sensaciones, mejor técnica, más rápido incluso, si, como una actividad compartida con los demás más enriquecedora, si es posible hasta los noventa años. Quizá todo eso sea correr bien más allá de correr más deprisa que el de al lado.

Preparándonos para el maratón... psicológicamente, claro.
Dorsal para una carrera bonita y rápida y, por rápida, dura, con unas
bajadas (y alguna mítica subida) en la última parte que maltrataban los cuádriceps ya extenuados.

Fotos de Rául Martínez, compañero de batalla en esta ocasión, a pesar de una reciente lesión de tobillo

Un breve y merecido reposo antes de la siguiente batalla:
entrar en Madrid un domingo por la tarde en coche y "comerse" un atasco
más insoportable que correr otro maratón 
¿Qué os puedo contar de la carrera que no sea mejor que el que lo viváis yendo allí para la próxima edición? Quizá que Galarleiz es, sin duda, un sitio excelente para "correr bien" en todos los sentidos. Disfrutaréis muchísimo, del recorrido, de las zonas más técnicas y de las más cómodas, del paisaje, de la gente, del ambiente, de la organización, de la comida y hasta del "fresquito" si hay una ola de calor en el centro de la Península y por allí sopla airecillo, hay niebla, cae txirimiri y hay veinte grados de máxima menos que en Madrid.

En la próxima, acabamos con Platón (como dijo Teofrasto de Lesbos).
"El año pasado conseguí encontrar el axioma más corto de este cálculo. En la notación libre de paréntesis que he diseñado tiene sólo trece letras y la siguiente forma: CCCpqrCCrpCsp"
Łukasiewicz, Jan. Estudios de lógica y filosofía.

miércoles, 8 de julio de 2015

GTP (Guía de Temáticas Platónicas): Correr "bien"

“La agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida”
Federico García Lorca
Continuamos con el "mes de Platón".

Una parte del peligro de abrir un debate sobre cualquier tema, es la mala costumbre, creo que especialmente en este nuestro país, de desviar las discusiones hacia trincheras ideológicas sin salida. Es quizá una consecuencia (indirecta) de lo que llamamos el "cainismo", algo que va más allá de las mal llamadas "dos Españas" que se supone que siempre han existido y cuyos encontronazos no han sido mejorados por más de dos décadas de telebasura en la que tratan de convencernos de cuál es la manera correcta de debatir a través de realities horrorosos plagados de freaks, supuestos debates de pseudotertulianos que berrean salvajemente sin escucharse, concursos donde la guinda es la humillación pública de los concursantes por parte de supuestos expertos en un contexto de indefensión pública de sus víctimas y programas de famosos, así, sin más profesión, cuyo mayor mérito es decir lo primero que se les viene a la mente sin ningún filtro y, normalmente, sin darle mucha forma al escaso contenido. El proceso ha ido acelerándose y radicalizándose llegando a programas dirigidos principalmente a adolescentes donde el modelo es un grupo de supuestamente atractivos petardos y petardas, analfabetos funcionales escasos de ropa e hinchados por anabolizantes y cirugía, que no saben prácticamente hablar (y menos discutir) pero enzarzados permanentemente en discusiones bizarras.

Charlábamos hace poco paseando por las casamatas, nidos de ametralladora y las ruinas de los bunkers de la Batalla de la Granja (un día de paseo, aunque no se escapó la idea de volver en otra ocasión a correr unas decenas de kilómetros por aquel escenario histórico), si en otros países hay esa necesidad de posicionarse en un extremo u otro, de hacer una reducción al absurdo de las ideas del contrario, de admitir sin crítica las ideas de "los tuyos". Y había cierto consenso en el "no" entre la gente más viajada y la representación extranjera (francesa, como no). En otros sitios no existe ese odio visceral. No sabríamos decir si existen lugares donde también padecen semejante herencia cultural (seguramente), pero, al menos, hay otros escenarios mundiales donde no se mantienen rencores y planteamientos contrailustrados y decimonónicos con tanta vehemencia, ligándolos a una supuesta identidad nacional que abarca maltrato animal, unión Iglesia-estado y revisionismo histórico favorable a los peores criminales que han pateado estas tristes tierras. No importa si se acaba de terminar una terrible guerra civil en un país africano o si tus abuelos apoyaron a los nazis durante el gobierno de Vichy. Cuando todo termina, uno de los bandos, gane o pierda, no se cree en posesión de la identidad nacional. No se discute de política en los mismos términos que de furgol.

Por el escenario de la Batalla de la Granja, discutiendo de filosofía política

Una de las teoría allí sostenidas era que quizá el gran cambio que supuso la Ilustración europea a mitad del siglo XIX, que acabó, andando el tiempo, con prácticas extendidas por todo el continente como la tortura pública de animales durante los festejos (algo menos "Español" de lo que querrían sus partidarios), acabó con la presencia de las iglesias en los gobiernos, con la Inquisición (y con los jesuitas a menudo de pasada), promovió políticas de servicios público, la educación universal y el ideal de igualdad de todos los hombres y, con el tiempo, de mujeres y hombres... todo eso llegó a nuestro país, no a través de una revolución más o menos sangrienta, iniciada por clases medias y respaldada por los pobres (la fórmula de cualquier revolución), sino por la vía de la invasión francesa de Napoleón, no menos truculenta, por lo que para una parte de la ciudadanía se asimiló que los cambios ilustrados eran impuestos "desde fuera".

Por más ilustrado que fuese el déspota José Bonaparte, por más vil malvado e incompetente que fuese la alternativa del borbón Fernando VII, Pepe Botella venía impuesto desde fuera en vez de impuesto desde dentro, como nuestra monarquía de entonces (y la de ahora, aunque nos quieran amordazar). No hay nada como mirar hacia Grecia estos días para darse cuenta que cuando un país siente que los extranjeros quieren imponerles su voluntad, se genera un rechazo profundo a ello y adhesión inmediata a quien se les oponga.

Según esta teoría, para una parte de la población las "moderneces" son peligrosas, extranjeras y antiespañolas y aunque la otra mitad del país anhela librarse de esta herencia, se le imponen constantemente tradiciones y rituales casposos. Con independencia de si un paisano nuestro se considera de izquierdas o de derechas, estadísticamente rechaza o acepta ciertos elementos que nada tienen que ver con su ideología en principio. Es curioso que después del franquismo nunca ha triunfado aquí un partido de ideología liberal (que sea liberal, no que se apropie de la palabra para hacer lo contrario) o republicano (en un sentido estricto, es decir, que esté contra la monarquía abiertamente). Una anomalía en una Europa que es mayoritariamente liberal, laica y republicana y no entiende que ello tenga que ver con ser más o menos progresista o más o menos conservador.

Todo esto porque parece que cuando se discute de cualquier cosa hay que intentar adivinar "qué es el otro", para saber "si es de los nuestros" y si es que si, darle la razón para apoyarle, y si es que no, llevarle la contraria sin escuchar lo que está diciendo. Parece que hay que plantearse los temas, no como algo a investigar, sino como algo sobre lo que hay que tener ya la respuesta y ganar la discusión a los otros.

En fin. Furgolismo mental. Lo contrario del método socrático que busca otra cosa mediante el diálogo (dia - logo: a través de la razón).

Qué es eso de correr bien. ¿Qué es el Bien? Platón tenía su propia opinión al respecto. Una opinión tan elaborada que es en buena medida el meollo de su teoría de las Ideas que las últimas entradas analizábamos. La perfecta idea de Bien no es un Eido (εἴδω) cualesquiera, como la idea perfecta de "perro", la idea de Bien es la idea suprema en su teoría de las formas, ya que participa del resto de las ideas perfectas.

Una carrera tiene como objetivo la competición (en griego ἀγών, agón, de donde procede la palabra "agonía"). Se trata de ganar, de llegar el primero, de competir y agonizar para entrar en meta antes que los demás. En eso consiste una carrera y por tanto, sin más, correr bien, es correr de manera que se consiga ganar. Correr bien es correr para vencer. Rápido, o técnico, sufriendo o muriendo al cruzar la cinta de llegada. Si es una carrera, correr bien no puede ser otra cosa.

O no.

Platón señalando hacia el cronómetro entrando en meta
Correr lo más rápido posible para llegar el primero es uno de las planteamientos plausibles sobre lo que es correr bien. La idea principal y lógica. Por imitación (qué platónico estoy) con el corredor que más rápido corre, el ganador, correr casi bien o en cierta manera bien es correr lo más rápido dentro de lo posible, más rápido quizá que aquel con el que estoy "picado", más rápido que alguien (cualquiera, aunque sea el último) o más rápido que yo mismo otro día... correr rápido es correr bien y correr lento es correr mal. Esto tiene su lógica aplastante. Se trata de una carrera.

Pero desde este punto de vista, tomado en sentido estricto, solamente una persona consigue correr bien. Quien gana es quien únicamente corre bien, y no siempre, porque puede que no haga su mejor marca siendo ese su verdadero objetivo y, él mismo (o ella misma), su único rival si no hay nadie de su nivel. Desde esta óptica limitada todo el que no gana, fracasa. Las carreras de montaña son un fracaso colectivo para cientos de personas que participan en ellas. Son un enorme sinsentido salvo para quien pisa el podio.

Pero... ¿Qué pinta allí toda la gente que sabe que no tiene ninguna posibilidad de ganar? Quizá son más del noventa y nueve por ciento de quienes se reúnen bajo el arco de salida.

Bueno, hay cierto grado de consenso en que no. En que no solamente se trata de ganar. En que "competimos contra nosotros mismos". Que correr bien puede ser obtener un resultado que se desea y que supone un reto para quien lo plantea.

¿Dónde queda correr para estar con los amigos, para visitar nuevos lugares, disfrutar de la montaña, del "tercer tiempo"?
¿Solamente en los entrenamientos?

Pero, claro, eso da lugar al problema del límite. ¿Dónde se pierde el sentido de lo que es una carrera? ¿Dónde desaparece eso que los griegos llamaban agón, ese esfuerzo por mejorar, por conseguir lo que se busca? ¿Pasear cuarenta y dos kilómetros es hacer un maratón?. En ese sentido a muchas personas que acaban un maratón les parece que abrir los tiempos demasiado, permitiendo que alguien camine la mitad del recorrido y finalizando en seis horas, no es lo mismo que correrlo desde el principio hasta el final o que correrlo casi entero y andar quizá unos pocos kilómetros cuando "el tío del mazo" asesta un golpe como el del martillo de Thor sobre la serpiente Jörmundgander, a la altura del "muro", pero habiendo intentado, por lo menos, correr los cuarenta y dos kilómetros y pico de la distancia oficial.

No entremos en las motivaciones. Cada cual hace lo que hace por sus putas razones y, por un lado, no las sabemos y por otro, no podemos judgar si las nuestras son mejores. Lo digo porque este es el punto en que la gente se lanza a degüello de quien corre "mal" y busca razones y motivos bastante insultantes especulando más que aportando hechos. Lo cierto es que me importa una puta mierda muy poco la razón porque otra persona corre y me preocupa que haya gente tan preocupada por ello. Una herencia maldita de la psicologización de la sociedad en la que todo el mundo hace diagnósticos a los demás (y nunca a si mismos).

Pero claro. Entre ser el ganador y tomarse a pitorreo e ir de paseo y tomando cañas hay matices. ¿Cuál es el límite?

Pues no tengo una respuesta para eso, pero constato que, en general, cada cual tiende a poner el límite por detrás de si mismo. Casi todo el mundo considera que su obrar se ciñe al ideal, al buen correr. Quien hace un Gran Trail de Peñalara en veintidós horas, puede que considere que está en la misma carrera (o no) y haciendo lo mismo que quien lo hace en veinticuatro o veintiséis, pero nunca piensa "si me comparo con Kilian, Luisillo o Nerea soy un gusano de la misma especie que quien no pasa los cortes y no merezco que se considere que estoy corriendo, porque esto es arrastrarse". No. En general si ponemos una referencia de lo que está bien, esta se mueve entre los primeros clasificados y los que van un poco detrás de nosotros y despreciamos a quien, en el fondo, no va mucho más allá, pero poniéndonos por encima de ellos. Consideramos que estamos en la misma carrera y haciendo lo mismo que los que ganan, aunque estén seis horas por delante y nunca, haciendo lo mismo que a quien excluimos, solamente dos horas por detrás. Es naturaleza humana. Tenemos que prevenirnos contra ello y tratar de pensar objetivamente, sin caer en, como decíamos al principio, una discusión estéril sobre "quiénes son los míos" y atrincherarnos sin opción a cambiar de opinión o aceptar los matices y las razones de los demás.

Vamos, que no sé cuál es el límite, pero veo que tampoco nadie aporta mucho desde una argumentación constructiva. Solamente vaguedades y abstracciones.

Por cierto, que esto de hacer ejercicio con los músculos y ejercitar también "el celebro" lo podemos leer por primera vez en las obras de Platón, donde la mitad de las veces Sócrates, el protagonista de los diálogos, viene del gimnasio o va hacia él, o se ausenta un rato para hacer ejercicio. Es en Platón (antes que en el Juvenal de la mens sana) donde encontramos la importancia de hacer ejercicio para poder pensar bien y hacer una cosa y otra para ser feliz.

Para Platón el cuerpo es la tumba de la mente. El lugar en que está "secuestrada" y, por tanto, es importante mantener un "alojamiento" en las mejores condiciones posibles.

El cuerpo humano es el carruaje; el yo, el hombre que lo conduce; el pensamiento son las riendas, y los sentimientos los caballos.
Platón