martes, 19 de abril de 2016

De los superalimentos a los superejercicios

No hay mayor mentira que la verdad mal entendida.
William James, filósofo estadounidense
No es que se aproxime ese absurdo invento de la operación bikini que se supone que consiste en  sentirnos obligados a hacer "algo", lo que sea, para perder peso (y de paso el tiempo, y las ganas de vivir) cuando parece que se acerca una climatología más benevolente. Es que se va acercando el pico de forma que buscamos a través de los entrenamientos. Dos ciclos de ocho semanas con un descanso entre medias y, ahora mismo, empiezan a verse algunos resultados (los abdominales no, ni, como dijo aquel, se les esperan por aquí).

Hay que perder peso en ese proceso de ponerse en forma para el gran desafío deportivo de este año... que abordamos desde el escepticismo sobre nuestras capacidades. No para estar más "pintón" en la piscina, ni para esquivar el desprecio de la sociedad hacia las personas con sobrepeso. Que son razones legítimas como casi cualquier razón, por otro lado, suele serlo. Es para poder asimilar todo el entrenamiento necesario sin lesionarse y para reducir el esfuerzo necesario para hacerlo. Simplemente, se trata de que el umbral aeróbico (ojo, aeróbico) tiene una vinculación directa con el peso corporal y, con cinco kilos menos, puedo correr sin que las pulsaciones del corazón alcancen dicho umbral, con un esfuerzo cardíaco similar al que ahora me supone andar deprisa. Además las articulaciones reciben menos kilos por centímetro cuadrado de carga y necesitan menos esfuerzo para realizar su recorrido y por ello tienen menos riesgo de sufrir roturas, aunque sean "microrroturas". Otro año más, me toca afinarme.


Dejamos por ahora el profundizar con un enfoque más filosófico (i.e. "incómodo") las motivaciones estéticas y de salud que pueda haber para perder peso en un momento dado. La presión social sobre la imagen corporal y los intereses de la industria alimentaria por amasar (nunca mejor dicho) ingentes cantidades de dinero con nuestros desórdenes alimenticios. Nos ceñimos a lo deportivo, con la esperanza de que a alguien le pueda ser de utilidad. Pero pronto volveremos sobre ello, así como sobre el disneyprincesismo, el hellokitticismo y el rosismo en general entorno a este tema, que desde un enfoque de género gana mucha enjundia.

El otro día me di de bruces con el concepto de "tumba metabólica", y es que nuestro cuerpo es un sistema en equilibrio dinámico muy adaptable. No basta con calcular calorías ingeridas y calorías gastadas. El muy cabrón Él se encarga de regularse de manera que, aunque comes menos, ya no va necesitando más, aunque aumentes la carga de kilómetros, el pedazo de cabrón este él se las apaña para ser más eficaz y consumir menos calorías para hacer lo mismo o más. Se llega a un punto en el que no se puede comer menos y entrenar más. Simplemente, la fatiga, el hambre y la debilidad hacen acto de presencia y nuestra cuerpa, el soma, se impone a nuestra psychè, a nuestro pensamiento. Esto del ultrafondismo es lo que tiene. Nos convierte en motores diésel de bajo consumo y con mucha autonomía. Tractores de gran eficacia que van por el campo sin prisa pero sin pausa,... pero todo tiene un precio. Si comes menos o entrenas más, revientas, si comes más o entrenas menos... recuperas rápidamente (a la velocidad de la luz), el lastre que tanto tiempo y esfuerzo te ha costado dejar atrás.

Hay que replantearse la estrategia.

Aquí unos muchachuelos haciendo unos burpees en la playa para ponerse en forma
Aunque una década después de empezar a correr aún tengo la sensación de que soy un novato en estas cosas, ya hay algunos errores que tengo superados y en los que no caigo. Peco de inocencia y "pico" en otros, pero de alguno ya consigo librarme.

No voy a tomar ningún "supersuplemento" ni un "alimento mágico" que me vendan al escandaloso precio al que venden estas cosas. Suele ocurrir que el precio es el mismo que tendrían estos productos en el caso de servir para lo que dicen que sirven... pero sin hacer nada, claro. Y las cosas que si que harían algo como los "asteroides" esos... no los tomaría ni aunque fuesen legales y gratuitos. Por mi parte quiero que mi hígado y mi páncreas me acompañen muchos años de felicidad deportiva, así que no será por ahí por dónde buscaré una solución. La buscaré fundamentalmente trabajando en las cercanías del otro umbral, el anaeróbico.

Y después de la moda de los superalimentos y de los supersuplementos ha venido la de los... superejercicios...Algunas estrategias básicas pueden sacarme de la tumba metabólica como un remedo de un zombi redivivo por el vudú de la lógica termodinámica. Al fin y al cabo somos máquinas.

Para empezar, se trata de consumir las calorías necesarias, no menos, porque una dieta restrictiva, a estas alturas, solo me aporta debilidad y e impide el crecimiento muscular. Y de eso se trata. Musculos grandes, gastan más y ejercicios intensos consumen energía mucho tiempo después de ser finalizados. La vía de escape del callejón sin salida del diésel es pasarse al queroseno de alto octanaje. Ejercicios de fuerza y ejercicios de alta intensidad. Hay un amplio abanico para elegir, desde las "series" de toda la vida a los muy de moda y paleohipsters ejercicios funcionales.


Así que te pones a buscar por youtube, eso si, después de un asesoramiento experto que te dice, como norma fundamental, no mezclar (como en otras cosas de esta vida) lo que no debe ser mezclado. El día que trabajemos fuerza, no trabajamos intensidad, el que trabajamos resistencia, solo resistencia. No más de un día por semana de fuerza y de ejercicios de intervalos de alta intensidad (HIIT)... o lo pagaremos más pronto que tarde... y vigilando la fatiga para no caer en el sobre-entrenamiento.

Pero las rutinas que te encuentras por la Red... magistralmente ejecutadas por supercachas y fitgirls de cuerpazos llenos de musculillos sin un átomo de grasa... parecen inalcanzables... "repite este sencillo ejercicio 20 minutos al día y ponte cañón" suena a lo de siempre: fácil, mágico, probablemente fraudulento... luego te pones tu delante del espejo, con un torso que parece una pechuga de pollo en vez de una tableta de chocolate... y no sale igual.

Y es que no, pero es que si. El superejecicio es una verdad a medias. Y las verdades a medias son las peores mentiras. No puede basarse toda tu actividad física en un solo ejercicio de alta intensidad.

"Fácil". Fá-cil,-los-co-jo-nes.

Fácil para quien lo tiene dominado. Para ti, si intentas seguir el ritmo del hipster con cara seria del vídeo (o de la fitgirl de la sonrisa) te da un infarto. Deberías trabajar algunos días, en cualquier caso, ejercicio aeróbico (bici, correr, nadar, piragua...), los ejercicios de alta intensidad no deberían ser la base de una actividad física saludable y sostenible.

Lo de los 20 minutos también tiene trampa. Si le añades un calentamiento, unos obligatorios descansos entre serie y serie y un descalentamiento y estiramiento posterior, no te lleva menos tiempo que tus diez kilómetros de trote tractorista. Por otro lado, para ejecutarlo correctamente, tienes que partir ya de una condición física que te permita asimilar una forma de entrenamiento que es bastante agresiva para el cuerpo. Resulta que hay que estar ya fuerte para ponerse fuerte. No se puede el primer día pasar de series de burpees a abdominales de pilates, dominadas, multisaltos y sentadillas, sprints y circuitos con todo lo anterior a tope, como no se puede salir el día que corres por primera vez a hacer noventa minutos (ni treinta, oiga).

Así que resulta que aquí tampoco hay atajos. Ponerse en forma requiere trabajo, trabajo y trabajo. Entrenar duro y comer bien.
Fucking shit! 
Anónimo británico, en un ataque de sinceridad en el décimo burpee





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