Nel mezzo del cammin di nostra vita
mi ritrovai per una selva oscura
ché la diritta via era smarrita.
Ahi quanto a dir qual era è cosa dura
esta selva selvaggia e aspra e forte
che nel pensier rinova la paura!
Tant'è amara che poco è più morte;
ma per trattar del ben ch'i' vi trovai,
dirò de l'altre cose ch'i' v'ho scorte. (1)
La Divina Commedia. Inferno. Canto I. Dante Alighieri
La hembra del Talitrus saltator, un minúsculo crustáceo marino que vemos como una pequeña pulga que salta junto a una nube de congéneres cuando caminamos por la playa, tiene la peculiar costumbre de devorar enteras a sus propias crías. Ellas, posteriormente, se alimentan de su cuerpo, se abren camino a través de la madre en un acto de parricidio caníbal que estaría muy mal visto entre los humanos, por lo menos entre la gente fina de valores tradicionales, los que vendrían siendo "castellanos viejos".
Una metáfora interesante de como la retribución mutua de Anaximandro se expresa en la naturaleza:
Los mamíferos, en ese sentido hemos perfeccionado la idea notablemente con el proceso de lactancia, aunque a costa de una pérdida de eficacia nutritiva.
Sin embargo algunos humanos también, en términos metafóricos, engullen a sus criaturas psicológicamente. Las anulan como entidades independientes para que ellas, por su parte, después les devoren a ellos en esa fase del proceso de crecimiento llamado adolescencia. No siempre. Siempre hay criaturas y creatores que saben alimentarse mutuamente unos de otros sin perder su esencia o existencia en el proceso.
El tiempo devora a sus hijos. El dios Chronos, cuenta el mito, no queriendo ser sustituido en la gerencia de la compañía, se deshacía de sus vástagos según eran siendo nacidos por un procedimiento idéntico al de la pulga de mar. Al final con similares consecuencias en términos generales, aunque cierto es que fue su hijo Zeus el que acabó pariendo hijos e hijas inesperadamente por distintas partes de su divina anatomía.
El cambio y la evolución, aún produciéndose día a día, poco a poco, a ritmo de placa tectónica, va remodelando los paisajes de la vida y cambiando su aspecto. Cuando van pasando los años, a veces miras para atrás y te vas encontrando, más o menos, en el camino que querías tomar, al menos en algunos casos. Pero no hay descanso posible, siempre estamos en camino. Los afilados dientes de Saturno-Chronos relucen cada vez más cerca y tenemos que seguir avanzando para no ser consumidos por su insaciable voracidad, aunque sabemos que tarde o temprano, el Tiempo nos alcanzará.
El tiempo nos va devorando a nosotros, los hijos del tiempo, los mortales, de forma inevitable, poco a poco hasta el último aliento. Seguimos adelante como un corredor que trata de pasar los puntos del recorrido de la carrera que tiene tiempos de corte. Momentos en los que, si apareces por allí demasiado tarde, te sacan de la competición. La adolescencia, los estudios, la paternidad y la maternidad, el divorcio, el doctorado, la oposición, ese trabajo que te ofrecen, irse a vivir a otro país... siempre hay algo que empuja para aprovechar el tiempo de manera productiva, para no perderse en nimiedades y poder superar la barrera horaria que permite seguir hasta el siguiente control, la siguiente base de vida, el próximo campamento base.
Los corredores de ultratrail dividen mentalmente su carrera en tramos que tienen que ir superando uno tras otro para llegar al final, teniendo en mente, sobre todo, aquel en el que están, para poder alcanzar más adelante el objetivo final. Se centran en el problema actual, con la mente preparada para pasar el siguiente escalón del proyecto cuando toque, sabiendo que van a tener que resolver problemas que surgirán más adelante, pero ocupándose de los que tienen entre manos.
Entre pies.
Y si en el trayecto, avanzando paso a paso, se van dejando atrás las malas compañías, los matones de patio de colegio, las relaciones sentimentales enfermizas, las rutinas laborales entristecedoras, esa gente que se queja por todo como una forma de compartir su mal humor con los demás, los bichos malos y quienes te ven como una herramienta que sirve a sus fines y no como un ser humano. Si en cada base de vida recargamos fuerza y dejamos la basura que hemos transportado hasta ese punto, lo consigamos o no, habremos hecho todo lo posible por conseguirlo.
Una metáfora interesante de como la retribución mutua de Anaximandro se expresa en la naturaleza:
"De donde las cosas tienen su origen, hacia allí deben sucumbir también, según la necesidad; pues tienen que expiar y ser juzgadas por su injusticia, de acuerdo con el orden del tiempo" |
Los mamíferos, en ese sentido hemos perfeccionado la idea notablemente con el proceso de lactancia, aunque a costa de una pérdida de eficacia nutritiva.
Sin embargo algunos humanos también, en términos metafóricos, engullen a sus criaturas psicológicamente. Las anulan como entidades independientes para que ellas, por su parte, después les devoren a ellos en esa fase del proceso de crecimiento llamado adolescencia. No siempre. Siempre hay criaturas y creatores que saben alimentarse mutuamente unos de otros sin perder su esencia o existencia en el proceso.
Relación paterno filial de las chungas la de Saturno con sus hijos |
El cambio y la evolución, aún produciéndose día a día, poco a poco, a ritmo de placa tectónica, va remodelando los paisajes de la vida y cambiando su aspecto. Cuando van pasando los años, a veces miras para atrás y te vas encontrando, más o menos, en el camino que querías tomar, al menos en algunos casos. Pero no hay descanso posible, siempre estamos en camino. Los afilados dientes de Saturno-Chronos relucen cada vez más cerca y tenemos que seguir avanzando para no ser consumidos por su insaciable voracidad, aunque sabemos que tarde o temprano, el Tiempo nos alcanzará.
El tiempo nos va devorando a nosotros, los hijos del tiempo, los mortales, de forma inevitable, poco a poco hasta el último aliento. Seguimos adelante como un corredor que trata de pasar los puntos del recorrido de la carrera que tiene tiempos de corte. Momentos en los que, si apareces por allí demasiado tarde, te sacan de la competición. La adolescencia, los estudios, la paternidad y la maternidad, el divorcio, el doctorado, la oposición, ese trabajo que te ofrecen, irse a vivir a otro país... siempre hay algo que empuja para aprovechar el tiempo de manera productiva, para no perderse en nimiedades y poder superar la barrera horaria que permite seguir hasta el siguiente control, la siguiente base de vida, el próximo campamento base.
Los corredores de ultratrail dividen mentalmente su carrera en tramos que tienen que ir superando uno tras otro para llegar al final, teniendo en mente, sobre todo, aquel en el que están, para poder alcanzar más adelante el objetivo final. Se centran en el problema actual, con la mente preparada para pasar el siguiente escalón del proyecto cuando toque, sabiendo que van a tener que resolver problemas que surgirán más adelante, pero ocupándose de los que tienen entre manos.
Entre pies.
Y si en el trayecto, avanzando paso a paso, se van dejando atrás las malas compañías, los matones de patio de colegio, las relaciones sentimentales enfermizas, las rutinas laborales entristecedoras, esa gente que se queja por todo como una forma de compartir su mal humor con los demás, los bichos malos y quienes te ven como una herramienta que sirve a sus fines y no como un ser humano. Si en cada base de vida recargamos fuerza y dejamos la basura que hemos transportado hasta ese punto, lo consigamos o no, habremos hecho todo lo posible por conseguirlo.
Tan a destiempo llega el que va demasiado deprisa
como el que se retrasa demasiado.
W. Shakespeare
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(1) En medio del camino de nuestra vida
me encontré en un oscuro bosque,
ya que la vía recta estaba perdida.
¡Ah que decir, cuán difícil era y es
este bosque salvaje, áspero y fuerte,
que al pensarlo renueva el pavor.
Tan amargo, que poco lo es más la muerte:
pero por tratar del bien que allí encontré,
diré de las otras cosas que allí he visto.