martes, 12 de noviembre de 2013

Mysterium Cosmographicum


"La filosofía está escrita en ese vasto libro que está siempre abierto ante nuestros ojos: 
me refiero al Universo [...]. 
Está escrito en lenguaje matemático, y las letras son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin las cuales es humanamente imposible entender una sola palabra."
Galileo Galilei


Nos disponemos a tomar la salida. Yo he pillado un atasquillo a la entrada de Rivas y llego unos minutos tarde, por lo que Rafa y Joaquín ya están esperándome, haciendo el tonto y colgándolo en Facebook, claro.

Se trata de, después de estas dos veces, la ya cita anual con...

...¡LA REMONTADA INFERNAL!

Dos veces hacen ya una serie. El año que viene lo volveremos a intentar, por supuesto. El camino ya está marcado, los avituallamientos y las zonas de escapada son las suficientes y para hacer una Remontada Infernal no hace falta mucho más que prepararse físicamente y poner fecha.

Para quien pueda interesar

Son 105 kilómetros cuesta arriba, cada vez más cuesta arriba según pasan los kilómetros con algún tobogán de alivio entre El Pardo y Manzanares el Real, pero la hoja de ruta no miente. Cada punto de paso que tenemos anotado está más alto que el anterior. No sé el desnivel acumulado positivo, pero debe andar por los 3.000 metros aproximadamente.


|m/_ Juako y Rafa entre unos paréntesis de manos cornutas  _\m|

¿Qué nos atrae de estas cosas? ¿Qué nos impulsa a seguir una idea? Ya hablamos de la atracción en otra ocasión.

La atracción tiene que ver con la atención que dedicamos a algo y el entusiasmo que nos despierta, la emoción, las mariposas en el estómago como unidad de medida del atractivo a nuestros ojos de nuestro objeto de conciencia. De una idea, de un objeto material, de un proyecto, de una persona...

Se trata de la acción de atracción sobre nuestra atención de algo o alguien. La atención queda atrapada como un asteroide que entra en el pozo de gravedad de un planeta, con esa emoción de novedad, de entusiasmo y de alegría. Es, como ya dijimos, irresistible. Es, como la fuerza de la gravedad, una fuerza sin límites que hace que nuestra atención orbite entorno al objeto de conciencia, o que se estrelle contra él, quizá.

Porque de las cuatro fuerzas que gobiernan la naturaleza, la de la gravedad actúa sobre todo el Universo. Cada protón, cada mota de polvo, interactúa con el más lejano Quasar. Cada partícula con masa del Universo siente y ejerce el tirón gravitatorio sobre el resto de las partículas del Universo. En lo humano somos más parecidos a la fuerza electromagnética, que a veces atrae, a veces aleja, esto es, expulsa de su lado los objetos unos de otros como se alejan las personas cuando una de ellas toma la decisión de ser repulsiva con otra. Siempre acabamos, eso si, con gente atractiva, por necesidad lógica y no electromagnética. Las interacciones nucleares y electromagnéticas son muy fuertes, pero de corto alcance.

Por el contrario la gravedad es la más débil de las fuerzas en distancias cortas, pero solo suma, siempre suma. Directamente proporcional a la masa y, si, inversamente proporcional al cuadrado de la distancia. Los asteroides se arraciman, orbitan alrededor de planetas, ellos alrededor de soles. Los gases forman nebulosas, las estrellas galaxias y cúmulos globulares, las galaxias también se atraen entre si, y el polvo entre ellas, y la "materia oscura" indetectable pero que la teoría predice y que llena todo el Cosmos. Todo atrae a todo. Todo gira y se atrae para fascinación de quien mira al cielo. Un mysterium cosmographicum diría Kepler mientras desentrañaba el misterio con años de paciencia y bellas matemáticas.

Hexahedron.gifOctahedron.gifDodecahedron.gifIcosahedron.gif

Y las ideas, algunas, son muy atractivas. La idea siempre ha sido atravesar medio Madrid, más de media provincia, toda la ciudad capital, recorriendo el curso del río Manzanares. Es una idea simple, hasta diríamos que tonta, no lo vamos a negar:

Be simple, idiot!

Por eso la idea se ha apoderado de nuestras mentes. Por que la idea, y nosotros mismos, somos simples. Si no te gusta la idea, no estás invitado.

Salimos de Rivas, frescos como lechugas frescas, o no tanto un viernes por la tarde después de trabajar toda la semana, saludando como lo hacía Ronnie James Dio: imitando a su abuelita italiana cuando echaba males de ojo a los yankies de mediados del siglo XX después de emigrar a las Américas. Mano cornuta en ristre, desde entonces saludo y símbolo de identificación entre esa tribu rockera de los seguidores del Metal.


Kepler acabó desentrañando su mysterium. Su primera hipótesis, sin embargo, era de una enorme belleza, aunque incorrecta. Cuando aún pensaba que las órbitas de los planetas eran circulares y no elípticas, imaginaba que cada una de ellas estaba apoyada en una esfera sostenida por uno de los cinco sólidos platónicos, con el Sol en el centro.
La relación de distancia entre ellas, las matemáticas que sostenían el modelo kepleriano, guardaban relaciones isomórficas entre si con las relaciones matemáticas que se encuentran en la música. Es la tradicional idea pitagórica de que el Cosmos entero está gobernado por una armonía matemático-musical un Harmonices Mundi sobre el que algunos escuchamos claramente duras melodías de metal, riffs armonizados empleando los acordes prohibidos en la Edad Media por la norma gregoriana, para que no entrase el Diablo en la música a través de ellos, heavy metal: rápido, duro, sucio, desgarrado y guerrero.

En faena, bajo los puentes del Manzanares
Lástima que Kepler tuviese que aceptar la realidad y abandonar su teoría armónica, limpia y elegante, en favor de lo que se acabará denominando las leyes de Kepler. Un poco más sucias, con elipses en vez de círculos y esferas musicales, pero a veces, hay que dejar a Mozart y pasarse a Iron Maiden. A veces hay que cambiar planes.

Seguimos nosotros con el plan previsto, por ahora. Empezamos andando, para entrar en calor antes de romper a correr. Mejor. He traído las Asics Trabuco y los tacos no van bien por los primeros kilómetros de asfalto para salir de Rivas. Empezamos, eso si, a correr en cuanto tocamos la tierra y vamos a ritmos suaves, de más de seis minutos por kilómetro por el GR-124, pegados al rio Manzanares en su curso bajo. Temperatura perfecta, camino limpio de barro este año y ritmo cómodo, intercalando alguna caminata de vez en cuando para guardar fuerzas. Así llegamos en un suspiro al Parque lineal del Manzanares y Madrid Río.

Nos llama Raul para incorporarse en Marqués de Vadillo y nos acompaña hasta el Puente de los Franceses. No más allá porque no lleva frontal y teme que no tendrá luz para volver solo. Hubiese podido acompañarnos hasta el Pardo, ya lo sabemos para otra ocasión. Hacemos los primero treinta kilómetros en cuatro horas, media más que el año pasado, como teníamos previsto para guardar fuerzas para el tramo entre Tres Cantos y Manzanares el Real.


Una parada para cenar un poco antes de llegar a la carretera del Pardo, para que si se nos aparece el fantasma de Franco nos pille con algo en el estómago, y seguimos.

La parada nos ha sentado mal muscularmente, y sobre todo a Juaquín y a mi en los tendones de los tobillos. Nos hemos quedado fríos y se van notando los kilómetros acumulados corriendo cuesta arriba. También se va notando la edad. Es lo que tienen los ríos, van cuesta abajo y nosotros nos empeñamos en ir en la dirección contraria, atrapados por la idea simple como por la fuerza de la gravedad, como las patas de una mosca en la miel. Nos empeñamos también en mantenernos activos al mismo o mejor nivel que el año anterior año tras año. Conservo la esperanza al menos de ver que el padre de Anne Souplet ha corrido este domingo el Marathon des Alpes-Maritimes Nice-Cannes, a sus 73 años, con el viento en contra todo el recorrido lineal. Desde aquí le felicitamos y rendimos pleitesía.

Cuando lanzas una piedra lejos (o disparas un cañón, origen del interés de la investigación de la mecánica de Galileo) ésta describe una parábola y cae. Cuanto más lejos la lancemos, más larga la parábola, pero siempre caerá... o no. Si la lanzamos con la fuerza suficiente se irá por el otro lado del horizonte y aparecerá por nuestra retaguardia para caer quizá unos metros por delante de nosotros si no nos golpea en la nuca. Si la lanzamos mucho más fuerte, pasará sobre nuestras cabezas, dará dos o tres vueltas al planeta y caerá... si la enviamos lo bastante fuerte, se alejará y quedará dando vueltas, orbitando, atraída por la masa de la Tierra pero a distancia, como cuando se crea una insalvable frienzone o "espacio pagafantas" entre dos amigos/as que por no romper la amistad no rompen a otras cosas, pero tampoco se alejan con la esperanza de que uno de ellos se decida a dar el paso. Puede haber mucha atracción entre dos objetos sin que haya finalmente contacto. Mucha atención de uno en otra y de otra en uno sin que se resuelva una cita.

Me molesta un tendón del tobillo. Creo que he elegido mal el calzado, porque no me corrige suficientemente la pronación y el pié del esguince se mete mucho hacia dentro. Es precisamente el tendón que une el músculo tibial posterior con el arco plantar el que se me está inflamando. Hay días que hago barbaridades y no noto ninguna molestia y otros que con apenas, ejem, cuarenta kilómetrillos, voy hecho polvo. Creo que es por el calzado, pero tengo pendiente una visita al fisio.

Tapia del Pardo. Caminito a Tres Cantos
Desvío la atención. Es difícil desviar la atención, como es difícil sacar algo de una órbita o de un pozo de gravedad, o de una relación insana. El objeto está atrapado y es necesario que produzca el cambio, pero el dolor o la persona o el planeta no permiten escapar fácilmente.

Una opción es alcanzar la velocidad de escape. Si por ejemplo lanzamos algo a once metros por segundo en nuestra vertical, ese objeto se alejará de la Tierra sin remedio y para siempre. A más masa, mayor es la velocidad a la que se debe escapar. Hay veces que esa es la opción. Simplemente salir a la mayor velocidad posible del pozo (de gravedad).

Si el objeto está ya en órbita, es más fácil, se trata tan solo de que quede atrapado por otra fuerza mayor, que lo cambie de órbita. Puede ser la aparición incluso de un agujero negro, que tiene tal poder de atracción gravitatoria que ni tan siquiera la luz, a trescientos mil kilómetros por segundo es capaz de llegar a su velocidad de escape a partir de un punto llamado el "horizonte de sucesos". Este principio físico es explicado popularmente con una metáfora sobre manchas de moras referido a las otras atracciones humanas, demasiado humanas.

Desvio la atención del dolor, pero se impone la razón. Tengo en un mes una carrera importante que me clasificará, si la acabo en tiempo, para el Ultra Trail del Mont Blanc. Un posible objetivo para 2014. No debo hacer peligrar mi integridad física y mi entrenadora me ha dicho que me retire si es necesario.

Por tanto, a velocidad de escape muy baja, me dejo arrastrar y cambio de dirección en el punto en el que la órbita que estoy siguiendo rodeando la tapia de El Pardo entra en contacto con la órbita  de la carretera de Colmenar, en el Goloso, kilómetro 48, punto de encuentro entre ambas, donde me dejo arrastrar por la del autobús búho que va a Plaza de Castilla. Apenas un empujoncillo, una aceleración mínima y cambio de órbita, de influencia gravitacional y de dirección para volver a casa. Como un cometa errante del Cinturón de Kuiper que se ha despistado por el interior del Sistema Solar y ha quedado atrapado como una luna de Saturno.

A veces hay que abandonar, sobre todo en este deporte donde intentar seguir otros 57 kilómetros con un dolor es asegurarse una lesión y la práctica seguridad de no acabar o hacerlo para estar una larga temporada en dique seco. En eso los ultrafondistas, como los escaladores, tenemos que saber pararnos cuando no debemos avanzar y dar por buena y por feliz la jornada con lo que hemos hecho y nos llevamos en las piernas. En mi caso un entrenamiento estupendo y un rato muy agradable con los amigos.

Joaquín y Rafa ¿desayunando? en el McDonalds de Colmenar.
Luego dicen que el ultrafondo es malo para la salud.

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