viernes, 27 de marzo de 2015

Chappie. Heurísticamente ALgorítmico

Nuevo proyecto, para seguir aprendiendo (yo), con más filosofía y menos barro en los tacos de la zapatilla.

Otro blog para hablar de otras cosas... o de las mismas, vete a saber. Le podéis hojear (es un decir)  pinchando en la siguiente imagen.


martes, 17 de marzo de 2015

Movimientos antiálgicos


Ut diceret Dominus ad Satan unde venis qui respondens ait circuivi terram et perambulavi eam * 
Job 2:2
Y el Señor dijo a Satán: ¿De dónde vienes? Entonces Satán respondió al Señor, y dijo: "De dar un paseo por la tierra y de caminar por ella".

A veces evitar el dolor lesiona más gravemente que apretar los dientes y aguantar un poco de sufrimiento.

Hace un sol de justicia y el polvo del camino se pega al sudor y a la crema solar. Vas caminando por la larga calzada romana cercana a Mansilla de la Mulas en León. El municipio es famoso, además de porque pasa por él el Camino Francés a Santiago de Compostela, porque tiene un centro penitenciario pionero en cuestiones de tratamiento para la reinserción que se divisa como una enorme construcción desde la variante solitaria que has elegido del camino Jacobeo. Ayer apretaba también el calor e, inevitablemente, sudaban los pies dentro de los calcetines. Estaban hinchados por el ejercicio, la elevada temperatura y más aún por el peso de la mochila que cargas a tu espalda desde que saliste de Saint-Jean-Pied-de-Port. Cada paso con el fardo pesado hacía que la costura húmeda del calcetín se desplazara menos de un milímetro contra tu cuerpo y el roce de la prenda mojada provocó que la piel primero se enrojeciera y, después, para evitar romperse y sangrar, se formó una ampolla rellena de líquido. Literalmente se podría producir un agujero en la carne con el mero rozamiento continuado de la fibra textil, que así es el estrés mecánico de insidioso. Eso es lo que ocurrió ayer y hoy has amanecido con unas generosas vesículas junto a los dedos.

La bolsa se va llenando poco a poco de líquido linfático (¡ese gran desconocido!) y la piel tira alrededor del fluido encapsulado. De vez en cuando una piedra de la calzada se clava precisamente en la ampolla que se separa más por los bordes enviando una señal dolorosa a nuestro cerebro cuando esa piel se despega apenas un poco más y aumenta la superficie dañada. Quizá es la misma piedra que se lleva clavando hace miles de años en miles de pies arrancando miles de alaridos uno tras otro, año tras año, desde el momento inmemorial en que se inventó el calzado. Alaridos de legionarios romanos y de siervos de la gleba en la Edad Media, de hordas de peregrinos que se dirigían al Finis Terrae por diversos motivos. La piel se desgarra un poco con cada pisada, apenas unas pocas fibras de la epidermis, pero la planta de tu extremidad que tiene muchas terminaciones nerviosas exige al cuerpo que haga algo para detener la tortura que está padeciendo. Empiezas a hacer un movimiento para evitar el dolor. Pisas por la parte del pie que no tiene ampolla. Cargas más los músculos de ese lado, la rodilla queda desalineada y la cadera rota (gira quiero decir, del verbo rotar, no el participio de romper) unos grados de más en cada paso que das. Al cabo de quince kilómetros te duele la ampolla, pero también tienes una tendinitis en los ligamentos rotulianos y un acortamiento en el psoas ilíaco. Un dolor te atraviesa desde el pié hasta la coronilla en cada paso y cada metro hasta tu destino es un infierno en la tierra.

Vale, no es Mansilla, es Tatooine, pero hace el mismo calor en verano
El dolor es un mecanismo de protección. Como cualquiera de los mecanismos que tiene nuestro cuerpo a veces funciona mal. Algunos mecanismos son limitados, o están adaptados para una forma de vida que no llevamos. Por ejemplo, el hambre, ese mensaje que nos manda nuestro organismo de que tenemos que comer, tiene una finalidad muy clara. Sirve para que no muramos de inanición. Es casi la pulsión más elemental de los seres con un sistema nervioso y mantiene el balance energético, para que las células no se queden sin combustible que quemar. Pero si obedecemos el ciego impulso del hambre sin ningún criterio ni control consciente, alimentaremos, además del organismo, nuestra hambre futura y la capacidad de autocontención. Nos  veremos metidos en una obesidad o una diabetes de proporciones bíblicas y tendremos muy mala calidad de vida hasta el momento, más bien corto, en que nuestras vísceras aplastadas por la grasa nos lleven hasta la tumba.

Hay que escuchar al cuerpo, pero teniendo en cuenta que a menudo es un estúpido hijo de puta que te va a pedir que huyas cuando eso dispara el mecanismo de ataque de aquello que te provoca el miedo, o que te lances de manera suicida contra una amenaza imaginaria de algo o alguien que no puedes vencer, provocando un conflicto innecesario y una inevitable derrota, o que comas cuando tu cuerpo, aún no saciado, ya tiene alimentos más que suficiente para provocarte una indigestión, o que le des a tus receptores cerebrales una dosis de eso (nicotina u otras drogas) que cree que necesita con desesperación para recibir un supuesto placer que a estas alturas de tu vicio solamente es una bajada del nivel de ansiedad que te produce la deprivación de la sustancia. Lo de que "el cuerpo es sabio" es una vil escusa para comer lo que a uno le apetece. El cuerpo es un necio ignorante diseñado para un mundo diferente de la sociedad en la que vive.

El miedo mata la mente, como decían en Dune, el miedo impide pensar con claridad y nos hace actuar como animales (como bestias, pero en un entorno al que, al contrario que ellas, no estamos adaptados). Huyendo, atacando o quedándonos paralizados. Siempre merece la pena ignorar el impulso animal y someter al tribunal de la razón si es una de esas tres la mejor estrategia para solucionar un problema. A veces es preferible pisar con firmeza e ignorar el dolor que produce la ampolla que tratar de esquivar el dolor con un movimiento antiálgico, de evitación. A veces hay que arriesgar y quedarse, no salir corriendo y no permitir que sea tu miedo quien te gobierne.

"El miedo mata la mente". Tampoco es el Páramo leonés, sino Arrakis, el planeta Dune. 

En lo emocional, vivimos en una sociedad que huye del dolor en cualquiera de sus facetas. Que al primer síntoma de gripe se toma un cóctel de fármacos que elimina los síntomas. También los que facilitan y acortan la curación, como la fiebre y el moco. Que se esconden como ratas de las emociones negativas, del cambio, de la tristeza. A veces con fármacos legales o ilegales, repartidos por el médico, el barman o el camello se anestesia el dolor, no para avanzar sin movimientos perniciosos, sino para huir del cambio, para permanecer inmóviles. Vivir el presente, no pensar en el futuro, olvidar el pasado. El pasado, lo que eres, el futuro, lo que quieres ser. Es nihilismo, es dejar de ser y desaparecer, una forma de suicidio de la propia identidad.

Tratar de evitar el dolor o, por el contrario, dejar que sea la reacción instintiva e inmediata a él lo que nos guíe nos puede causar más daño del que la misma causa del dolor que nos amenaza.

Cuando se recorre una larga distancia (finjamos que estamos hablando de ultratrail), la cabeza debe mandar, debe vigilar, debe contabilizar el dolor y el miedo en un registro preciso. Es la razón la que debe llevar lar riendas, incluso, para dar permiso al cuerpo a actuar instintivamente.
Si quiere ganar, corra cien metros. Si quiere experimentar la vida, corra maratones
Emil Zatopek

martes, 10 de marzo de 2015

Prohibir y castigar. 14+1

No hay que simular filosofar, sino filosofar realmente. Porque no necesitamos aparentar estar sanos, sino estar sanos realmente.
Epicuro
Para Aristóteles los verdaderos amigos tienen que albergar sentimientos de benevolencia recíprocos y ser personas virtuosas. Ambas cosas dos. Para el maestro de todos los maestros si no se es buena gente, si no se practica la virtud, tampoco se puede "practicar la amistad".

Por supuesto existe quien sin alcanzar a entender lo que sea la amistad se asocia simbióticamente o se tolera, algo que llega a ocurrir entre algunas parejas sentimentales en relación de co-dependencia neurótica. Incluso existe la camaradería en la asociación de malhechores y delincuentes, existen los cárteles y mafias que sirven al cumplimento de un objetivo común y entre las cúpulas de algunos partidos (si es necesario establecer la diferencia entre unas cosas y otras) existe el amiguismo. Al menos cuando no se están sacando los ojos para conseguir trepar o pisar la cabeza de algún rival o meter el codo en las costillas (o el dedo en el culo) para ver quien consigue el poder, como decían en aquella gran película, el poder "omnímodo". Aparte de las puñaladas y defenestraciones habituales también hay mucho "pasillo", mamoneo y alianzas temporales que son llamadas, por analogía con el concepto original, "amistad".

Por supuesto, la amistad termina en esos casos, cuando esta no tiene otro fin que el cumplimiento de algún objetivo, en el momento en que las personas dejan de ser de utilidad las unas para las otras. La asociación transitoria, basada en el anti-kantiano principio del uso de los seres humanos como medios y no como fines, desaparece siempre al cabo de un tiempo. Lo otro, la gente que se llama y que se acuerda, por mucho tiempo que haga que no se ve, esas que desean encontrarse por el mero hecho de ver a la otra persona (es decir, considerarla un fin en si mismo, Selbstzweck), esas trascienden la utilidad de la relación. Una anomalía en un mundo en el que se valora casi todo en función de la utilidad y de la producción y se desprecia todo lo que "no vale para nada". Muchas cosas importantes y que merecen la pena cumplen esta condición de inutilidad.

Con la virtuosa Anne
Hablando de reuniones y de amistad.

Las autoridades que gestionan el Parque Nacional de Guadarrama han decidido prohibir el senderismo, montañismo, esquí de fondo y vivac en grupos de más de catorce personas sin un permiso administrativo previo.

Esto no sería llamativo si esas autoridades destacasen por ser extraordinariamente diligentes y providentes en otros aspectos de la conservación del Parque, pero no es así. Más bien parecen decididos a permitir todo tipo de desmanes limitando el número de agentes forestales y sus funciones, en una situación cada vez más precaria. Hace tiempo que se permitió cortar los piornos de las pistas de esquí para no tener que esperar hasta que las nevadas los cubran, dando lugar a la completa erosión de su superficie, conviertiéndolas en escombreras. Se da prioridad a la caza sobre cualquier otra actividad, se permite que fincas particulares cierren caminos públicos y cada fin de semana de verano se da acceso a la Pedriza del Manzanares a multitudes de bañistas que invaden un espacio natural único en Europa, espantando a la fauna y a cualquiera que pase a varios kilómetros de los "charcos" en los que berrean.

Estación de esquí del Puerto de Navacerrada y Valdesquí, "pelados" por imperativo económico 
Quizá se trata de la maldad inherente al ser humano. El "mal radical" del que hablaba Kant. Quizá algo más vulgar, la "banalidad del mal" de la que hablaba Hannah Arendt, eso que lleva a un burocratilla pelota puntilloso con su trabajo a gestionar excelentemente el exterminio de judíos en la Alemania nazi. Sin que sea movido por el odio o el deseo de ensañamiento, una forma de maldad banal, sin poderosas emociones detrás, un mero seguir egoistamente tu linea de menor resistencia sin pensar en las consecuencias. Un justificarse a uno mismo con cualquier cosa (elija cada cual su autojustficción favorita).

Presa improvisada por "charqueros" en la Pedriza. (Foto: Desnivel)
La solución que siempre se le ocurre al estúpido legislador es la misma. Prohibir o cobrar. Prohibir reuniones de más de catorce personas en la sierra, lo que probablemente es un paso previo a cobrar por ello, mientras no se toman otras medidas urgentes. Prohibir el senderismo en grupo, por ejemplo, es inadecuado al fin que se persigue (por cierto, la definición de Kant de maldad es "aquello que es inadecuado a cualquier fin"). No protege el entorno.

La única solución, por supuesto, consiste en cambiar al legislador. Y ya va tocando.

Una última vez voy a nombrar este tema con el que estoy pesado. En Roma el poder ejecutivo recaía en dos cónsules. Eran elegidos por dos años, uno para cada año, de tal manera que cuando se decía "...siendo Cónsules Publio Cornelio  y Tito Sempronio..." sabíamos exactamente de qué año estábamos hablando. Si quería organizarse para trapichaer y corromperse, tenían que hacer negocios rápidos, uno de ellos abandonaba el poder al año siguiente y el que llegase después podría pillarles. Si un sátrapa persa conseguía corromperle con oro, tenía que renovar su chantaje o soborno cada poco tiempo. Corromper en Roma salía muy caro y era fácil que te pillasen. Al igual que en la Atenas del strategos Pericles, había una gran circulación en los cargos. Casi todo el mundo se implicaba en política por breves periodos a lo largo de toda su vida. No se podía "pasar de política" (Idiotés en Griego), pero tampoco había muchos profesionales que ostentasen cargos de manera permanente.

El poder corrompe, si, pero cuanto más tiempo se mantiene, más eficaz es el corrupto en su actividad. Toda institución (los partidos políticos, las órdenes religiosas, los sindicatos, las oenegés,...) surgen con una misión y unos objetivos claros pero, ninguna, alcanza esos objetivos y se disuelve. En el proceso de desarrollar su actividad, trata de hacerse fuerte para ser más eficaz en su tarea. Trata de competir y sobrevivir en un entorno hostil para que no le impidan llevar a cabo su labor y, finalmente, convierte su existencia en su principal objetivo. Cualquier organización burocratizada, después de un tiempo, no tiene más finalidad que mantener sus propias estructuras y persistir, alimentándose del entorno y tratando de crecer lo suficiente para no ser devorada. La visión, misión, valores y objetivos iniciales se convierten, en el mejor de los casos, en una actividad marginal, un subproducto.

Los partidos políticos son estructuras altamente burocratizadas y, en nuestros sistemas, los que se alternan para gobernar llevan mucho tiempo funcionando. No tienen ningún interés no relacionado con su propio metabolismo. Los que tienen poderes ejecutivos se mantienen en sus cargos en ciclos consecutivos o de alternancia que se prolongan durante décadas. No existen mecanismos de autocontrol. No hay más acceso a las cúpulas que la de pertenecer a algunas élites (la casta).

No se trata de corrupción. Se trata de crimen organizado, pero nos queda el consuelo de que no pueden ejercer entre ellos, según Aristóteles, la verdadera amistad.
"Volveremos y seremos millones. Fuerza y Honor para todos"
 Juan Antonio Cebrián

martes, 3 de marzo de 2015

Hay más dioses que ateos

"Quien en nombre de la libertad renuncia a ser el que tiene que ser, ya se ha matado en vida: es un suicida en pie. Su existencia consistirá en una perpetua fuga de la única realidad que podía ser."
Ortega y Gasset
Escuchaba hace poco a un profesor de filosofía de la Universidad Complutense decir que existe algo más importante que la vida. Ese algo más importante incluso que la vida misma es "aquello por lo que merece la pena vivir". Muchas personas viven (y mueren), con dignidad, por aquello por lo que merece la pena vivir. Por cosas como la amistad, por sus hijos, por amor, por la justicia, por la libertad propia o de otros ciudadanos, por la familia, por defender la verdad, por la contemplación de la belleza, por el arte, por la ciencia o por la filosofía quizá. Hay muchas cosas más importantes que la vida misma y que son aquellas por las que merece la pena todo. No solamente sacrificarse por ello, sino, sobre todo, vivir y disfrutar plenamente de la existencia.

La dignidad humana tiene mucho que ver con aquello por lo que merece la pena vivir. Dignidad es lo que queda cuando a alguien le arrebatan la vida por defender aquello por lo que merecía la pena. Dignidad es lo que se pierde cuando se traicionan esos "ideales" y no se tiene valor de vivir para lo que es digno de vivir. Indigno es disminuirse y hacerse voluntariamente más pequeño y miserable quien libremente elige no crecer apartándose de todo aquello por lo que merece la pena vivir.

Cielos rojos manchegos.
Fotografía de Anne Souplet
Quizá sea mucho decir que correr sea una de esas cosas por las que merece vivir. Por correr quizá no, pero por algunas cosas que nos da eso de correr quizá si. Por todas esas buenas sensaciones y momentos que hemos vivido alguna vez, merece la pena. Eso puede añadirse a la lista de lo que nos dignifica como personas y lo que nos ha hecho crecer.

Una de las cosas que nos ha aportado a muchos el correr es el conocer gente extraordinaria. Amigos que se acuerdan de ti y te invitan a pasar el fin de semana, como el pasado ocurrió, en Ciudad Real.

En Almagro, con una gripe que no sé ni como estoy en pie.
Sin maiots de elastano ni prendas de compresión de polipropileno, sin zapatillas galácticas ni frontales que lanzan un chorro de luz como un sable láser, ni mochilas ultrailgeras con ultraligeros bastones enganchados en ellas. Solo juntarse, comer y charlar. Comer quizá mucho, llevados del placer que nos proporcionaron las exquisitas viandas que nos cruzamos, pero ya habrá otro día para quemar lo que este fin de semana hemos almacenado. No quemaremos los buenos recuerdos que nos hemos llevado.


Fotografía vilmente sustraída y retocada del blog de CxC

Y es que correr es algo que se hace, en gran medida, en soledad con uno mismo, como otras diversiones privadas en las que no vamos a entrar ahora. Aunque se puede correr con otras personas, buena parte del trabajo es individual. Sin embargo, se conoce a mucha gente corriendo y se almacenan y comparten muchos momentos y recuerdos. Aparte de las buenas sensaciones cuando se recorre un camino sintiendo fuerza en las piernas, también hay espacio para charlar, para acercarse y, por qué no, para filosofar.


jueves, 12 de febrero de 2015

Tontos y listos

"Condicionamos a las masas de modo que odien el campo —concluyó el director—. Pero simultáneamente las condicionamos para que adoren los deportes campestres. Al mismo tiempo, velamos para que todos los deportes al aire libre entrañen el uso de aparatos complicados. Así, además de transporte, consumen artículos manufacturados"
Un mundo feliz.
Aldus Huxley
Ayer hablábamos (es un decir) de Gente lista, como Alan Turing, y de gente tonta (eso ya sin dar nombres). Gente que usa su inteligencia como la usaba Turing, que viendo un galimatías aparentemente indescifrable era capaz de imaginar un mensaje posible y reconstruir la "ruedecita" que debeía ir inserta en el aparato de codificación que lo había generado por medio de un algoritmo de doble vía. Él, en un salto intuitivo inimaginable para cualquiera de nosotros, pudo reconstruir los algoritmos mediante ingeniería inversa, pero lamentablemente no usó nunca su inteligencia para caer bien a los demás, para no meterse en líos sociales, para gestionar bien sus emociones y para ser una persona feliz.

La máquina "Enigma"
Todo el mundo, en mi modesta opinión, es más o menos igual de inteligente. Apreciamos diferencias porque estamos inmersos en el día a día dentro de una especie animal y una sociedad en la que las pequeñas diferencias nos resultan significativas. Significativas para nosotros. Más significativo me parece el uso que se da a esa inteligencia, como se invierte la capacidad de cada uno. La "cantidad almacenada", en el improbable caso de que pudiéramos pesar el pensar de una forma adecuada, no nos indicaría si esa inteligencia se desperdicia o fracasa vilmente.

La mayoría de las personas con discapacidad intelectual, por ejemplo, que consideramos poco inteligentes manejan el lenguaje con facilidad, a un nivel imposible para cualquier máquina programable o para cualquier otro animal distinto del ser humano. Es una situación similar a cuando nos parece que unas personas son mucho más fuertes que otras. No tenemos en cuenta que las mínimas diferencias que pueda haber entre dos seres humanos (no digamos con una máquina) no son significativas si se comparan con la fuerza que puede desarrollar una ballena jorobada o un liopleurodon (ver imagen más abajo del bicharraco). Simplemente las personas usamos o desperdiciamos o atrofiamos nuestra inteligencia potencial en cosas distintas y con distinta valoración social. Por ejemplo, alguien que usa su inteligencia para diseñar ordenadores y que, con ello gana ingentes cantidades de dinero (Steve Jobs), es mucho más valorado y reconocido socialmente como un "genio" que alguien que desarrolla un sistema operativo libre (Richard Stallman), entre otras cosas porque medimos la genialidad según un estándar de "dólares ganados".

Imaginen ustedes la fuerza de un bicho capaz de zamparse una racioncita de elefantes en brochette
A continuación traten de mover, contra su voluntad y sin usar herramientas,
a una vaca o a un burro, que no son mucho más grandes que nosotros.
Con el tiempo una carga de cinismo se va adhiriendo a nuestros pensamientos. ¿Hay "listos" interesados en que correr esté de moda, como cínicamente nos señala Huxley en Un mundo feliz? ¿A quién y por qué puede molestar?

En principio quienes pueden ser reacios a la popularización una actividad tan inocua pueden ser, por un lado, quienes se sienten cuestionados o culpables porque mantienen una vida sedentaria. Por otro lado, quienes crean que pierden la exclusividad y diferenciación que les aportaba correr. En ambos casos estaríamos hablando de reacciones a nivel psicológico de individuos, con toda la variabilidad y complejidad posible que puede haber entre dos seres humanos cualesquiera. Será difícil de aceptar en uno mismo uno de estos posicionamientos pero podemos tranquilizarnos pensando que "son los otros" los que reaccionan de una manera tan, por otro lado, humana. Si una persona con una vida sedentaria se siente cuestionada puede reaccionar con un chiste fácil del tipo "correr es de cobardes" o si siente que han llegado nuevas generaciones que le han quitado el juguete con un "no tenéis ni puta idea, lo de antes si que era correr".

Tampoco olvidemos que cuando hablamos de "la moda de correr" hablamos de un significativo aumento de personas activas en nuestro país en los últimos tiempos, de una tendencia que es esperanzadora pero muy minoritaria. La mayoría de la sociedad sigue manteniendo patrones de conducta muy sedentarios. No hay tanta moda.

También con cierto fundamentum in re, puede molestar esta "moda" a quien se pueda sentir molestado o estorbado por la actividad del corredor: paseantes de perretes mal educados por sus dueños (con la mayoría no hay problemas), ciclistas y patinadores en sus cotos (o fuera de ellos, pero como con los dueños de perretes, con la mayoría no hay ningún conflicto) y hablando de cotos... no, de los cazadores hablamos otro día. El tema de la caza es para otra entrada.

Nadie piensa de si mismo que es un monstruo vanidoso "que se mola cantidad" o una criatura vaga y perezosa. Sin embargo conocer un poco más al ser humano que somos nos ayuda a profundizar en la naturaleza humana en general dado el supuesto que hemos asumido de que los seres humanos somos, fundamentalmente, parecidos. Cuando nos idealizamos a nosotros mismos como ángeles incapaces de sentir envidia, de ser vagos, de ser irracionales, de ser narcisistas, nos ponemos una venda a la hora de comprender mejor el mundo. Es por esto, en mi opinión, que la ironía es la más poderosa arma que Sócrates pone en manos de la filosofía. La capacidad para burlarse de uno mismo y de los otros seres humanos (por extensión) es lo que nos sitúa en el estado mental adecuado para abordar cualquier investigación.

(c) CC Ernst Vikne from Skien, Norway
El jogging, un movimiento de los años setenta, a estas alturas, sólo puede estar corrompido por las élites, o desaparecido. Corrompido como partidos y sindicatos organizados en aquella época o desaparecido como los movimientos vecinales coetáneos de los extrarradios de las ciudades o los "curas rojos" en la Iglesia Católica a la Romana.

¿Qué quiero decir?

Quiero decir que los seres humanos no son ángeles. Que donde hay dinero y reglas de juego que permiten ganarlo nadie va a añadir más reglas que limiten las ganancias. Lo de la "ética en los negocios", dejada a la buena voluntad de quienes los hacen, es... una estupidez. Lo digo así de brutalmente. Si alguien piensa que los organizadores de carreras como la San Silvestre Vallecana deben ser quienes velen por garantizar que se conserve el espíritu de la prueba deportiva popular, está poniendo a los perros a guardar la longaniza. Es como si a los bancos no se les pone límites a la hora de hacer negocio especulando con los créditos hipotecarios. Lógicamente cualquier contrato con, o permiso de, la administración para realizar eventos deportivos debe estar guiado por un buen criterio y por el sentido común. Por la honradez y profesionalidad de los políticos, eso que tanto echamos de menos. Parece de simple, estúpido, nuestros representantes, que por eso les pagamos y para eso existen, deben ganarse el sueldo, entre otras cosas, dando directrices y vigilando que se cumplan. Regulando que no sea un egoísmo inteligente la lógica de cualquier negocio.

Existe marketing verde que nos vende cualquier cosa como ecológica, marketing social que nos coloca cualquier servicio como imprescindible para salvar el mundo. Cualquier producto alimenticio se vende como saludable, nutritivo y hasta medicinal. Los medicamentos se venden como alimentos (¡Fácil de tomar! ¡Masticable! ¡Sabor cola ácida!) y los alimentos como medicamentos (¡Protege tu corazón! ¡Mejora tu tránsito intestinal! ¡Refuerza tus defensas!) todo ello ante la mirada de indiferencia de las autoridades sanitarias y de aquellas que deberían velar por los derechos de los consumidores. Lógicamente cualquier marca que entra a crear un evento deportivo o gestionar uno existente, a vender productos relacionados con la actividad física, se encuentra con un ecosistema legislativo absolutamente favorable para contarnos cualquier cosa y colocarnos su mercancía y con una clase política predispuesta a permitir que se haga negocio a cualquier precio... o a veces a un precio... precisamente.

Cualquiera que haga negocio con esto, quiere que correr esté de moda. Y entre gente honrada, mucho "listo" también.

El problema es que quien se cree listo, cree que los demás somos tontos. El que se salta la cola en el supermercado, el que se mete en un atasco en el último momento para no esperar, está convencido de que los demás no lo hacen porque no se les ha ocurrido, porque esa persona que tienen delante es menos "lista" que ellos. El que me dice que la nueva tecnología incorporada a su zapatilla me va a hacer volar, quien me dice que una carrera por asfalto de diez kilómetros no se amortiza vendiendo los dorsales a veintitrés euros, quién llama a plataformas de voluntariado social para conseguir mano de obra gratis para su carrera... se sitúa a si mismo por encima de los demás. Nos tratan como si fuésemos, además de fácilmente engañables (que lo somos), como tontos porque ellos son listos.

Lo peor de insultar la inteligencia de la gente es que difícilmente perdonamos la afrenta, porque somos así de limitados.

"Nunca odies a tus enemigos, afecta tu razón." 
Michael Corleone. 
El Padrino III


viernes, 6 de febrero de 2015

Listos y tontos

"Los tontos se repiten todos los días... ...como el ajo"
Anne Marie Genevieve Souplet,
filósofa francesa contemporánea.
Estuve viendo el otro día la película basada en la vida de Alan Turing. No sé si recomendarla. A mi me gustó porque me pareció que cuidaba algunos detalles y guiños, y por lo menos no escondía su homosexualidad como en la lamentable "Enigma" de 2002, un insulto revisionista gratuito a la memoria del genio. Añadía la nueva versión, eso si, muchos elementos de cosecha propia. Se echan de menos también varias cosas como la deuda que tiene el mundo con los criptoanalistas polacos que hicieron buena parte del trabajo (¡Oh padres Lukasiewicz y Tarski, perdonadlos!). No aparece el 75% de mujeres que trabajaba en las oficinas de desencriptación, no solamente "secretarias", sino muchas buenas matemáticas. No mostraba tampoco la personalidad tímida y amanerada del genio, ni su tartamudez.

La película no mostraba que, además de un excelente corredor de la milla, a menudo hacía tiradas largas entrenando desde Londres a Bletchley Park, a unos sesenta kilómetros y siempre que podía se metía buenos tutes corriendo por el campo. Estaba fascinado por los maratones, una de sus grandes pasiones. Llegó a correr un maratón en 2 horas y 46 minutos y aunque hoy nos puede parece una marca modesta (para la élite), en aquellos tiempos no lo era tanto y mucho menos para un corredor "popular". El Argentino Delfo Carrera ganó el maratón olímpico con 2 horas 35 minutos en 1948. De hecho Turing estuvo preparándose con la intención de competir con el equipo británico en esas mismas olimpiadas, aunque una lesión frustró su intento.

¡Demonios!, Turing era uno de los nuestros. Aunque no voy a decir lo que "somos..." para que Luis Arribas no nos complete la frase.

Alan Turing, el matemático, dándolo todo
Aparte de ser la persona que mayor contribución individual hizo para la derrota del fascismo durante la Segunda Guerra Mundial desencriptando las claves de comunicación nazis (algo que le agradeció el estado británico condenándole a castración química por el delito de su homosexualidad y que le llevó al suicidio si no es verdad que los servicios secretos "le suicidaron"), Turing hizo tres grandes aportaciones a la historia de la computación. Por un lado diseñó los primeros ordenadores programables, herederos de los cuales son esos milagros de nanotecnología que llevamos en los bolsillos y que sirven para compartir fotografías de gatitos (en el mejor de los casos). Quizá los seres humanos no merecemos más y, como opinó hace poco Fran Delgado, hay que empezar de nuevo desde cero con escolopendras (yo no soy tan radical, creo que cualquier miríapodo podría servir). Por otro lado, en respuesta a la cuestión de si las máquinas podrían pensar, definió el concepto de "Máquina de Turing", lo que hoy llamamos un ordenador y con las mismas estableció si una máquina puede resolver problemas y de qué tipo y en cuanto tiempo. El "cuanto tiempo" es importante. Es la tercera aportación.

Cuando un ordenador inicia una tarea, aunque disponga de un algoritmo capaz de resolverlo, es decir, que el problema sea computable y resoluble por un procedimiento estandarizado general de resolución de problemas programable en una máquina de Turing, no se puede saber a priori el tiempo que tardará en dar la solución, acabar. Es el "problema de parada". Consiste en que si una máquina tarda un tiempo finito, por ejemplo, un segundo, no le damos importancia, pero cuando tarda "otro tiempo finito distinto", un millón de años por ejemplo y, antes de que transcurra ese millón de años, no sabemos cuando va a acabar, resulta levemente enervante. ¿Me preparo un café? ¿Me voy a casa y vuelvo mañana? ¿vuelvo dentro de un millón de años? Más pronto que tarde el ordenador "colgado" se convierte en el objeto de nuestra ira (y no la estructura matemática del Universo, echadle la culpa a que existan enunciados formalmente indecidibles en los Principia Mathematica y sistemas afines).

Para Turing la pregunta sobre si las máquinas pueden pensar tiene dos imprecisiones que la convierten en una pregunta trampa. La primera es que es muy difícil definir qué es pensar. La otra es la definición de qué es una máquina. A la segunda pregunta responde con una definición arbitraria que da lugar al concepto de "Máquina de Turing", sobre la primera cuestión niega la posibilidad de definir algo con lo que no podemos tener experiencia directa. Efectivamente. Podemos asistir a los efectos de esa causa. Podemos ver "conductas" pero no pensamientos. Solamente cada cual tiene contacto con su propio pensamiento, pero no con el de los demás. Quienes confunden "cerebro y mente" tienen que entender que la relación entre ambas es la que hay entre "ver y ojo". Se puede ver un ojo, no se puede ver "el ver", por lo menos no el de los demás, solamente el nuestro ver propio. Solo vemos nuestro pensar y las conductas producidas por el pensar ajeno.

Metáfora del precio del dorsal de algunas carreras
A menudo se define la inteligencia como capacidad para resolver problemas, para adaptarse al entorno en definitiva, si hablamos de animales.

La idiotez, como hemos estado meditando esta semana por el "caralibro", la estulticia, la borreguez, la tontería, se detecta con facilidad en quien siempre aplica las mismas soluciones que no funcionan a los viejos problemas, los que pillan la linde, la linde se acaba y... ellos siguen. Los que siempre hacen lo mismo y no cambian. Los que cuando llegas el lunes piensas ¿será hoy distinto? y no, vuelven a su monótono ser.

Siempre nos queda depositar nuestras esperanzas en las escolopendras o los robots positrónicos.








viernes, 30 de enero de 2015

Correr está de moda

Rechazo el narcisismo, pero apruebo la vanidad
Diana Vreeland

Todo el mundo quiere ser, existir, vivir. No estoy hablando de instinto de supervivencia, aunque quizá haya algún tipo de vinculación en la génesis de esta necesidad de ser un individuo, una individualidad, una persona distinta de las demás y, por otro lado, el meramente "ser", resistirse a la muerte. Quizá. Todo el mundo necesita ser un individuo, diferenciarse, sentirse alguien y esta necesidad, este impulso, es uno de los pilares en la construcción de nuestra identidad. El otro motor de la identidad es sentirse parte de un grupo, de una colectividad, pertenecer a un gremio, a un país, a una tribu. Ahora que lo pienso, no tener identidad es, un poco, no existir, estar muerto, lo que explicaría la presencia entre nosotros de zombis cuya existencia cotidiana es no tener identidad, desfilar uniformados, unirse al rebaño. Repetir los patrones mayoritarios, los esquemas impuestos por "lo que se espera de ellos/ellas", sin apartarse una pizca de lo que otras personas han decidido que es lo correcto. Quien no puede apuntalar su identidad siendo distinto, quizá porque no da de si, tiene que disolverse en la pertenencia a lo que le proporcione la identidad. Si no puede improvisar un papel en la obra de teatro que se desarrolla a nuestro alrededor, siempre se puede acudir al karaoke a que te digan que tienes que decir.

"Él piensa por ti para que tú no pienses nada, con un cerebro sobra para toda la manada" Def Con Dos
Ese deseo de diferenciación tan profundo. De desempeñar un papel, un rol, en un grupo al que se pertenece, la necesidad de no ser considerado un ser vulgar, alguien que hace lo mismo que todo el mundo, sino que se es "especial", que es distinto, lleva a que a menudo se intente escapar de la moda imperante en la medida de lo posible. Digo "intentar" porque es francamente difícil hacerlo. En parte porque los criterios estéticos de una tendencia mayoritaria nos alcanzan desde un nivel no del todo consciente, bajo la linea de flotación de nuestro entendimiento, en ese coladero a nuestra mente que es "lo que percibimos sin darnos cuenta de que lo percibimos".

Por otro lado se puede demostrar matemáticamente que los que intentan ser distintos se acaban pareciendo entre si. Mirad la "moda" hipster de los que no quieren ir a la moda. Cada vez son más y más parecidos.

¿Hablarían en el siglo VIII antes de nuestra era de "la moda de correr" en Grecia?
Es por eso que esquiar era, en un momento de nuestra historia, algo que proporcionaba "exclusividad" y diferenciaba del resto. Una diferenciación basada en el poder adquisitivo de quien podía esquiar y quien no. Pero cuando se pierde esta exclusividad, de pronto, todo el mundo se calza un mono acolchado como un edredón, se pone en los pinreles unas tablas y se agarra a un par de palillos para ser arrastrado por el remonte de una ladera de la montaña y, a continuación, dejarse caer por ella y divertirse (no confundir esta "actividad al aire libre" con el deporte que es el esquí de travesía o el de montaña). Cuando se llega ese punto, cuando ya no es exclusivo lo que haces, quien quiere ser distinto no usa mono, sino que se pone unos vaqueros, no usa esquíes, sino una tabla de snow y, en lo posible, adopta una estética grunge. Es eso o buscar un resort más "exlusivo" en un clima cálido dónde poder jugar al golf sin chusma alrededor. Trasladamos la estación de explotación turística exclusiva de Baqueira a Marbella y arreglado.

Quien no quiere ser como los otros corredores puede pasarse al trail running ¿no? Además es relativamente barato en comparación con otros deportes... ah, no, que correr por la montaña está de moda...

El tema es que quienes quieren ser diferentes del resto... se acaban pareciendo entre si. Quizá el problema es el "querer" ser distinto en vez de ser lo que cada uno quiera con independencia de si es moda o no lo es. Es inevitable ser parte de la moda o de "la moda contra la moda". Movimientos contraculturales sucesivos han ido marcando la estética de los "rebeldes" a lo largo de las últimas décadas. Primero los rockeros adoptaron una estética "carcelaria", camiseta y pantalón vaquero, luego la revolución hippie, con los Beatles a la cabeza hicieron que los jóvenes se dejaran el pelo largo y se llenaron de colorines las camisas y usaran pantalones de campana en vez de ajustados. A continuación en el rock psicodélico hippie emergió tenebrosamente la oscuridad de los Black Sabbath y su negrura (pero sin perder el pelo largo) mezclado con las tachuelas y el cuero de la estética más gay sadomasoquista de los Judas Priest, en oposición a las crestas de colores, los imperdibles y las cuchillas de afeitar de los punkies. De vuelta a la moda carcelaria hiphoperos y raperos se pusieron los pantalones "cagados" y anchos y se taparon la cabeza con gorras de gran visera y capuchas. Cara de malotes y mucho flow con que rimar sobre una base rítmica. Y ya hemos hablado de los hipsters. Los que siempre habían querido ser "los más distintos" que los demás y entre ellos y que son tan fácilmente reconocibles por ello mismo.

Si correr está de moda ¿hay que dejar de correr? Si correr por la montaña es o deja de ser trending, ¿nos tiene que importar?

En definitiva, como sabemos por experiencia en filosofía, muchos debates están sustentados en pseudoproblemas. La cuestión no es si correr está de moda.

Es a quién le importe que lo esté y por qué.
"Después de todo, ¿qué es la moda? Desde el punto de vista artístico una forma de fealdad tan intolerable que nos vemos obligados a cambiarla cada seis meses"
Oscar Wilde


martes, 27 de enero de 2015

Cielo e Infierno

Fácil es la bajada al Averno: de noche y de día está abierta la puerta del negro Dite; pero dar marcha atrás y escapar a las auras del cielo, ésa es la empresa, ésa la fatiga. Unos pocos a los que amó el justo Júpiter o su ardiente valor los sacó al éter, lo lograron los hijos de los dioses.

Publio Virgilio Marón 
La Eneida, VI, 130
Facilis descensus Auerno: noctes atque dies patet atri ianua Ditis; sed reuocare gradum superasque euadere ad auras, hoc opus, hic labor est. Pauci, quos aequus amauit Iuppiter aut ardens euexit ad aethera uirtus, dis geniti potuere.

Disfrutaba el pasado fin de semana de la versión de Rafael Álvarez "El Brujo" de la obra El asno de oro (Asinus aureus) de Apuleyo. Una metáfora del proceso de degradación, caída y descenso a los infiernos que sirve al protagonista de la obra para, al salir de su condición de asno, renacer, ser regenerado y purificado. En eso consiste la katarsis, en un proceso terrible, doloroso, transformador que, al ser atravesado como se atraviesa una cortina de llamas, quema y destruye buena parte de lo que había, limpia con el fuego purificador del dolor, con las llamas de la tristeza, una parte del pasado y las lágrimas consiguen enjugar y quitar la roña al alma como lenguas de fuego esterilizantes. Sabiéndose por fin un pollino, tomando conciencia de que esa "asnez" es una encarnación de la condición humana, se vuelve a renacer para ser menos burro.

Solamente bajando al Averno se puede trascender la vida anterior y las "burradas" hechas, sobre todo a uno mismo, de pensamiento, palabra y obra, por acción u omisión. Como dice Virgilio en la Eneida, salir de las profundidades infernales es algo reservado a unos pocos "quos aequus amauit Iuppiter" (que han tenido "potra") o bien que han descubierto y usado su propio valor para salir de la oscura sima, ese que no sabían que tenían, y tras visitar las estancias que habitan Plutón y Caronte, volver, no simplemente a andar de nuevo entre los mortales, sino renacidos incluso subir haciendo trail running desde el corazón del Infierno hasta las estancias de los dioses en el Monte Olimpo, al ritmo que iría Kilian Jornet en un kilómetro vertical, para ver las cosas con la perspectiva que da volar alto, subir a ver como es el mundo desde arriba, como se ve desde nuestras queridas montañas, donde se contempla a lo lejos a la gente muy pequeñíta, insignificante, como somos en definitiva.

Al fondo, en el horizonte, dentro de diminutas casa, diminutos humanos haciendo cosas diminutas.
Hay otra forma de purificación. Quien haya leído "El nombre de la rosa" de Umberto Eco, recordará que hay un libro perdido alrededor de la cual gira el argumento de toda la novela, por lo menos así lo creí la primera vez que lo leí sin conocimientos aún de filosofía y de historia medieval. Este libro de Aristóteles hablaría de como la risa es un elemento de purificación. Como a través de la alegría se puede limpiar el alma con una katarsis similar a la que produce la tragedia.

La risa, la alegría, el compartir el tiempo junto a quien lo enriquece tiene también ese efecto purificador. No son necesariamente procesos separados. Igual que en un ultratrail se puede sufrir y agonizar en algún momento, la alegría al llegar, el placer de las risas compartidas cuando en la meta te reúnes para celebrar la conquista, son dos elementos que purifican, que sirven de κάθαρσις y de cambio.

En la novela de Eco los monjes han escondido el libro que versa sobre la risa para que el populacho siguiese temiendo a su dios y el orden establecido administrado por su Iglesia. El gesto siempre airado de Jorge de Burgos, el antipático anciano benedictino, no es muy distinto de los fanáticos provida de hoy en día o de los asquerosos asesinos de humoristas gráficos. Lo que más odian es la alegría, la inteligencia y la risa. La risa como orgasmo de la inteligencia, como carcajada, que no tiene nada que ver con el enseñar de dientes con que muestran su desprecio y su soberbia hacia quienes consideran menos que ellas las ratas de dos patas.
En este rostro devastado por el odio hacia la filosofía he visto por primera vez el retrato del Anticristo
Humberto Eco.
El nombre de la rosa

martes, 20 de enero de 2015

La soledad del asfaltero de fondo

«¿No tienes enemigos? ¿Es que jamás dijiste la verdad o jamás amaste la justicia?»
Santiago Ramón y Cajal
No he olvidado que hace algunas semanas prometí hablar acerca de cierto tipo de soledad del corredor. No la soledad de quien, porque va por delante o por detrás de la mayoría corre sin la presencia física de otras personas con dorsal, destacado o descolgado del pelotón. Ni de esas carreras que se estiran a lo largo de cientos de kilómetros y en las que acabas por recorrer la distancia entre dos avituallamientos sin hacer contacto con nadie, aunque sabes que existe quien te precede y quien te sigue. Tampoco hablo  de esos entrenamientos solitarios a las cinco de la mañana, cuando aún no han puesto las calles, que se recorren como en un sueño para no robar tiempo a los seres queridos. Esos que se pueden hacer los días que solo vas a usar un porcentaje de tu atención y creatividad en el trabajo. Esos en los que por Madrid Río solamente te cruzas al personal de seguridad que vigila que nadie robe mobiliario. Me refería más bien a la sensación que tienes cuando estás rodeado de una multitud de desconocidos, en medio de una de esas carreras a las que te apuntas y nadie te acompaña, ya sea porque te dejan "tirado" o porque nadie más se ha animado desde el principio. Llegas allí y no conoces a nadie. Todo el mundo habla de ritmos y de marcas y tú eres un bicho, con tu buff, tus manguitos y tu camiseta de carreras de las que nadie ha oído hablar por estos lares. Miras alrededor y sientes que practicas un deporte distinto de toda esta gente que huele a reflex. No sabes cuantos kilómetros haces a la semana. Tú solamente mides tiempo, desnivel y sensaciones. Alrededor solamente captas conversaciones sobre ritmos de minutos y segundos por cada kilómetro.

Corredor apuntando el entrenamiento del día: "15 Km. a 5'40'', buenas sensaciones..."
La primera vez que me asaltó algo parecido a esta soledad fue en las discotecas de mi adolescencia. Llegabas allí, con el pelo largo que te hacían recoger en la entrada, disfrazado de cualquier cosa que requiriese el relacionarte con la gente de tu edad, aunque tú, nerd, friki o como lo quieras llamar, estabas interesado por cosas muy distinta a la mayoría de ellos. Había un interés en común, claro: las chicas; y ese era el que te llevaba hasta un oscuro agujero con luces de neón, espejos  y "música" tecno. Lo que se entendía por música era un ruido ensordecedor que nada tenía que ver con los majestuosos sonidos que te acompañaban en soledad en tu walkman cuando tenías oportunidad, donde se reproducían casetes con música de Bach, Mahler y Shostakovich o, si acaso, de Barón Rojo o los Judas Priest. Los libros que hablaban de civilizaciones extraterrestres e imperios galácticos, robots o de mundos de fantasía llenos de dragones, elfos, magia y espadas no servían para ligar. No estaban de moda. El cine y las series de televisión no habían convertido lo "bizarrillo" en trending. Aunque hubiese servido, no se podían abordar tan complejos temas bajo el estruendo de unas pocas notas repetidas machaconamente en las que no había un desarrollo armónico de un tema melódico, sino mera repetición de una base que sonaba siempre más o menos igual y siempre a un volumen que impedía la comunicación. Este profundo rechazo y hasta aversión por la moda musical no facilitaba, tampoco, el ser capaz de bailar con algo que se pareciese de lejos a un poco de coordinación. La sensación era de soledad. De marciano en misión de observación que tiene que ir elaborando el informe final sobre el planeta Tierra y no sabe ni por dónde empezar.

No se puede estar más solo que rodeado de gente. En el metro, en una gran ciudad, con personas con la que no se puede hablar si no ocurre algo que permita vencer el tabú social de iniciar una comunicación con una persona desconocida en un espacio público sin una razón y motivo plenamente justificado y socialmente aceptado como válido. No se puede estar más solo que entre vecinos con los que te cruzas durante años y compañeros de trabajo con los que te sientas durante horas cada día sin llegar nunca a romper una barrera, una distancia invisible pero presente que garantiza la no implicación emocional, una especie de friendzone interior en paralela a la "zona amiga" exterior que separa la amistad de las relaciones sentimentales y que, como la otra, solamente se rompe con la violencia de un golpe de Sansón derribando el Templo de los filisteos. Si alguien en el metro se te acerca y se pone a hablar contigo sin motivo, de inmediato, la reacción más lógica, es tratar de extinguir la conversación. No dar "palique" al loco de turno, que por sus actos, así se define quien va contra la norma establecida.

Corredor tropezando con el arco de meta al acabar una carrera agotado.

Estar rodeado de "asfalteros" en una carrera no tiene nada de malo. Reconozco que solamente buscaba la excusa para pensar sobre la soledad. Es verdad que me puedo sentir por un momento fuera de lugar hasta que encuentro alguna cara conocida o se toma la salida y me sitúo en mi zona de ritmos trotones, pero en cualquier carrera popular me siento igual a los demás. Miro alrededor y, de vez en cuando, veo la badana, ese tubo de tela de colores que se lleva en la cabeza, de un "getepero" (alguien que ha corrido el Gran Trail de Peñalara), maiots de triatlon que anuncian la presencia de otro extraterrestre, pero de un planeta distinto del mío. Veo corredores de toda la vida que no se preocupan por arañar un segundo cada kilómetro ni de hacer en cada carrera su mejor marca. Gente que baja el ritmo para ir charlando con su pareja o con su amigo y disfrutar en compañía del recorrido. Familias que corren juntas. Tipos que charlan con el de al lado aunque no le conozcan, como cuando dos montañeros se encuentran arriba. Tipos tan distintos entre si como lo pueda ser yo de ellos y, en definitiva y por tanto, iguales a mi. En estos casos no se corre en soledad.

Hace poco una amiga nos contaba que ha sufrido acoso laboral. Ninguna persona está más sola que rodeada del acoso de los envidiosos e ignorantes y la cobardía de los que permanecen neutrales y "equidistantes". Nadie se enfrenta a mayor soledad que quien ve como alrededor todo el mundo mira hacia otro lado esforzándose en fingir que nada ocurre para no buscarse problemas, para que la víctima sea el de al lado y no ellos. El esfuerzo es tan grande y profundo que hay quien consigue, realmente, no ver conscientemente lo que ocurre frente a sus ojos. Esa soledad es la peor. Cuando dudas de ti mismo y de tus percepciones frente al aparente consenso general. Eso es lo que mina la moral y te hace sentir que no tienes a nadie a tu lado (salvo lo que hemos venido denominar, técnicamente, en otras ocasionas como "una piara de reverendos/as hijos/as de la grandísima puta"). Tomar conciencia de que se está sufriendo una situación de injusticia y tomar medidas para enfrentarse a ello, para que se produzca un cambio de algún tipo en la situación, es el único camino hacia la rehabilitación y la curación cuando el daño ya se ha recibido. Hacer daño es fácil, por lo menos más fácil que curarse, como si de una profunda lesión deportiva se tratase. Afortunadamente en este caso así es, se ha iniciado ya el camino hacia la liberación y, como precisamente es a la gente más valiosa a la que se le hace este tipo de ataques, una vez lejos de la gentuza solo hay que reiniciar poco a poco los ejercicios de fortalecimiento y recuperar la alegría que desplace el recuerdo de las personas miserables y que no merecen más dolor que su triste vida de matones de parvulario.

Pero hay gente que por su altura moral, por la alegría que sabe compartir a su alrededor y por su nobleza, nunca va estar sola, y que siempre va a tener gente alrededor (aunque sean unos desastres que le deben una llamada). La soledad es, más que un estado real, una sensación de estar en el sitio equivocado, como cuando yo llegaba a la disco.

Y, a veces, es verdad que se estaba en el sitio equivocado. Todo nómada sabe lo que tiene que hacer en estos casos.
Nadie aprende, nadie aspira, nadie enseña a soportar la soledad. Ser independiente es cosa de una pequeña minoría, es el privilegio de los fuertes.
Friedrich Nietzsche

martes, 13 de enero de 2015

Operación trikini

Cualquier persona que haya visto la imprescindible película "Borat" tiene grabada en su retina la imagen del personaje kazajistano luciendo sus encantos con una provocadora pieza de lencería de piscina masculina absolutamente nada heterosexual según nuestros estándares.

Por si alguien no había había visto la película o, tras años de psicoterapia, tratamientos electrocomvulsivos y fármacos, había conseguido olvidarla, este es el atuendo en cuestión.

Borat Sagdiyev, el segundo mejor reportero de Kazajistán
Son momentos, estos al principio del año, en que toca ponerse en orden. Apuntarse al gimnasio algunos, otros a carreras. Planificar la temporada en función sobre todo de si consigues dorsal para esa competición en que deseas pasar calamidades. Esto, conseguir inscribirse, cada vez es un factor más azaroso, por lo que la planificación de la temporada se convierte en un sistema intrínsecamente no determinista ya que depende de los principales objetivos de la temporada el ir acomodando en el calendario otras carreras, entrenamientos, quedadas para hacer el asno por el monte, etc. pero lo que no admite demora y hay que ir currándose es la OPERACIÓN TRIKINI, para poder perder algo de las lorzas que gintonic a gintonic, desde el cordero hasta el roscón, hemos ido introduciendo en nuestros organismos en el mes de diciembre (y enero si el empacho no nos ha asqueado antes).

Después de un tenso combate con el ratón del PC nos hemos inscrito para el Gran Trail de Peñalara, la prueba reina del Sistema Central, prácticamente todo el equipo CxC al completo (menos quienes esperan para ir a la carrera para "cagaprisas" de sesenta kilómetros y quienes no tienen afición por esto de la ultradistancia). Ya hemos conseguido que lo más difícil, que es tomar la salida, sea posible. Ahora queda lo segundo más difícil "tomar la llegada". Recorrer los ciento diez kilómetros por la Sierra de Guadarrama que se han convertido en el fresco paseo que un año tras otro reúne a casi todos los conocidos del trail running penando por la Pedriza, la Morcuese (o Morcuera), el Reventón, Peñalara, etc. lo que servirá además de despedida de nuestro querido aunque no respetado presidente que se marcha a una aventura por una conocida y prestigiosa universidad de la Costa Este de los USA. Allí seguramente los montes Apalaches querrán hacerle olvidar nuestra pequeña y cercana sierra y los cerros de Ciudad Real. Esperamos que no. Seremos Jorge, Quique (los Utemebitas), Luis, Guti y Miguel (estos dos saldrán como balas y no les veremos nada más que al principio), Anne y un servidor.

© RSEA Peñalara
Es un proceso lento y doloroso lo de sudar polvorones y cava. Por ahora la Operación está empezando y se desarrolla en varios frentes. El principal el de aumentar la cantidad y calidad de ejercicio. Otro el de comer mejor y un poco menos. Me arriesgo a repasar lo de "comer mejor" a riesgo de ser incomprendido, porque en temas de nutrición a veces es tan difícil hacerse entender como vencer las ideas preconcebidas que nos rodean y que llegan a la gente desde la industria alimentaria, vía publicidad, o desde una ideología anticientífica nutricional concreta, normalmente vía iniciación en un círculo esotérico.

No olvidemos que en griego los logoi, los escritos, pueden clasificarse en "esotéricos" si están a disposición de un grupo de "iniciados", como la Metafísica de Aristóteles, o "exotéricos", si están pensados con afan divulgativo para los que no conocen suficiente de una doctrina, como en el caso de la República de Platón. Hoy en día el marketing despojaría de ricos matices esta división dicotómica, seguramente hablando de "comunicación interna" y de "comunicación externa". A veces creo que todo el lenguaje de la economía moderna no es más que una vulgarización poco elaborada de ideas que otros ya habían desarrollado con más sutileza antes.

Lo de comer bien va a consistir en: primero, comer menos pan. Hay que aclarar para no ser linchado por unos ni vitoreado por otros (que me molesta más) que el pan es bueno, es saludable, tiene un poco de todo, vitaminas, proteínas, minerales... y por tanto sirve para "equilibrar" el menú. Simplemente le tengo mucho amor y me paso en su ingesta. Si tengo pan en la mesa lo ataco sin piedad, por tanto tengo que poner solamente una buena ración y no todo el que hay en la casa al alcance de mis ávidas pezuñas. Segundo, tomar menos cervezas. La cerveza si, es mala (lo siento amigos), debido a un ingrediente bastante nefasto, el etanol. Nada puede hacer bueno una sustancia venenosa para nuestro organismo, ni los polifenoles, ni los taninos, ni todo el marketing de la industrial del alcohol. Poca cerveza es poco mala. Mucha cerveza es muy mala. Optaremos por lo primero no por cuestiones morales, sino porque es una fuente de calorías innecesarias fácil de eliminar o, al menos, de rebajar al 30%. Luego, cada cual, que tome las drogas que quiera, que en eso soy muy liberal y hasta inmoral. Tercero, aumentar las verduritas en el menú. Quitan el hambre, están deliciosas, no son caras, tienen pocas calorías y mucho de otras cosas que si hacen falta al cuerpo. Cuatro. Legumbres en vez de arroz y pasta. Cinco. Pescadito dos días por semana. Carne menos, pero en ningún caso carne procesada (i.e. engrasada, con mala grasa a ser posible).

El resto lo que ya hago. Nada de calorías vacías (chuches, bebidas azucaradas, grasuzas de repostería industrial, etc...), mucha fruta y hortaliza y agua suficiente.

Y ahora que ya he ofendido o molestado a casi todos (como es mi costumbre) con alguna de las ideas de lo que es una buena o una mala dieta... haced vosotros lo que queráis, caramba, que nadie os dice lo contrario.


miércoles, 7 de enero de 2015

...con la mirada de un niño

El egoísta es una persona de mal gusto que se preocupa más de sí mismo que de mí.
Ambrose Bierce, El diccionario del Diablo

Debería arrancar el año con mi crónica de la Napoleónica 2015 pero... ¡Ay! Un inoportuno catarro me ha impedido acudir a la cita que Luis Arribas organizaba para bajar corriendo desde Buitrago hasta Alcobendas siguiendo los pasos del emperador de Francia en su visita a nuestra capital hace un par de siglos. Una lástima, pero una retirada a tiempo nos permitirá dar la batalla otro día. Estoy negociando el formato de la Remontada Infernal III con los presuntos asistentes.

En "esta fechas tan entrañables" que de una puta vez por fin ya finalizan, algunos estridentes y antipáticos tipos como yo se empeñan en decir cosas feas y que estorban el simulacro de buen rollo que otros se esfuerzan en fingir crear. Una realidad a lo Matrix que les envuelva y les impida ver el mundo real. Pues bien. He deicidio decidido hacer propósito de enmiernda y mirar lo que resta de este circo esta celebración, la llegada de los reyes magos, con la mirada de un niño, que es al parecer lo propio de la Navidad.

Mirando la Navidad con la mirada de un pequeñuelo, me da por pensar que los niños son pequeños monstruos que no se plantean dar algo a cambio de lo que reciben y que solamente se limitan a demandar sus necesidades. No digo que esté mal. Es la naturaleza humana. Desde el día que nacen están programados genéticamente para llorar y enfadarse si no se les suministra de forma inmediata leche, agua, atenciones, etc... y, con el tiempo, videoconsolas, dinero en metálico y cualquier otra cosa que satisfaga sus impulsos inmediatos. Una de las mejores oportunidades que tienen de mostrar su naturaleza es la "carta a los reyes magos". En ella expresan  su egoísmo primigenio a través de una lista de objetos materiales, juguetes, que desean obtener a cambio de nada. Solamente un largo trabajo por parte de los adultos consigue ir, poco a poco, socializando a estos animalillos para acabar convirtíendoles en provechosos ciudadanos capaces de empatizar con los demás, tener principios morales más allá de obedecer las normas que vienen impuestas desde fuera y en el mejor de los casos, llegar a ser buenas personas.

Aprovechando el 31D y el 1E para hacer algo mejor que maltratar el hígado.
El gradual proceso de acompañamiento a la edad adulta desde que al niño se le proporciona mágicamente todo lo que desea a capricho pasa por tomar conciencia de que "los reyes son los padres" (no, Froilán, tú no) y asumir limitaciones presupuestarias dependiendo en qué familia te toque, una de las primeras lecciones de la injusticia intrínseca del capitalismo. El proceso culmina cuando tiene cada uno que costear sus propios caprichos dentro de los límites del presupuesto de sus ingresos. Si todo ha ido bien también el ser humano en cuestión habrá pasado de tener una moral basada en normas externas impuestas por la autoridad (los padres) a un complejo sistema desarrollado durante su socialización en el que puede distinguir lo que está bien de lo que está mal y establecer sus propias normas basadas, fundamentalmente, en no causar daño a otros seres innecesariamente. Ni que decir tiene que este proceso es difícil y, en muchos casos, bastante deficiente.

Mirando egoístamente la Navidad que acaba de pasar, Madame Noël me ha regalado (entre otras cosas) una mochila chulísima: una Raidligth Ultra Olmo 12 que me tiene que acompañar muchos años por el monte y que en una primera prueba parece exactamente lo que necesito. Promete, porque la primera vez que me calzo una de estas cosas no suelo ir del todo cómodo con ninguna.

Arrancamos el nuevo año con material suficiente para los próximos retos, con cinco kilos que hay que ir quitándose de la cintura, pero con menos peso que otras veces en el alma. Las cartas a los Reyes son una pesada carga. Las cartas a los Reyes o a cualquier otro ser. Todo listado de deseos egoístas al dios al que se adore: el destino, el Karma, Odín, Jehová... depositar en "algo" una especie de formulario "expone-solicita" lleno de demandas es negarse a ser adulto. Hay que valorar lo que se tiene, que es mucho habitualmente y yo no tengo queja, y lo que se desea y aún no se posee, no pedirlo, sino dar pasos para conseguirlo. Si además necesitas poco y, como decía Francisco de Asis, ese poco, lo necesitas poco, tanto mejor.

Y por supuesto, los reyes son los padres ¡Viva la república!

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Dioses del trail running

    «No creo que los ateos deban ser considerados ciudadanos ni tampoco patriotas, esta es una nación bajo Dios».
    George H. W. Bush

Personalmente no estoy en contra de los anglicismos. Tampoco de los germanismos o los galicismo (mucho menos). Los lenguajes son estructuras vivas que cambian constantemente y no voy a forzar la creación de un neologismo en forma de parasíntesis de dos palabras castellanas que sustituya un concepto anglosajón que se viene utilizando ya hace tiempo y por todo el mundo. Por tanto, renuncio públicamente y de forma explícita a hablar de los dioses del corremontañismo sin más razón que el hecho de que la totalidad de las palabras que empleamos en nuestra comunidad de hablantes vinieron, en un momento u otro, desde otro idioma distinto al que hoy usamos: Latín, Árabe o Checo (si, también, "robot" es un préstamo checo). Ya abuso bastante del inventarme "palabros" nuevos en cuanto os despistáis un poco.

Kilian Jornet, uno de los "dioses" de nuestro deporte acaba de romper el récord de subida y bajada de la montaña más alta de América, el Aconcagua, como ya lo hizo en su momento con el Cervino o el Kilimanjaro.

El Cervino. (Fuente: Wikipedia)
Para muchos, entre los que me incluyo, el corredor catalán es el indiscutible vértice de la pirámide del panteón del trail, en el que también están otros como Scott Jurek, Dakota Jones, Fernanda Maciel, Nerea Martínez, Marco Olmo, Luis Alonso Marcos, François d'Haene o el muy venerado por los piadosos seguidores del sacro minimalismo Anton Krupicka, así como otra docena de corredores que siguen a Kilian en divinidad. Sería terriblemente difícil decidir quien es el segundo o quien se sienta a su derecha en el Monte Olimpo (por cierto ¿no había allí un maratón? Habrá que investigar).

Somos muy aficionados a divinizar o satanizar a personas que, en definitiva, son como nosotros en lo fundamental. Con pequeñas diferencias en la inteligencia o en la fuerza o agilidad que pasarían casi desapercibidas para otra especie inteligente que nos observase desde un platillo volante. Con mínimas diferencias, a veces, de opinión sobre temas políticos si nos sentamos a charlar tranquilamente y sin aspavientos y con ánimo de comprender la postura de quien tenemos enfrente.

Los dioses de unos son los demonios de otros. Pablo de Tarso, el inventor del cristianismo, equipara en su primera carta a los corintios el adorar a dioses paganos con adorar a demonios, algo que será costumbre a partir de ese momento en su empresa como forma de práctica comercial desleal en el mercado de los credos, con el fin de llevarse los clientes de la competencia a la primera oportunidad propagando una mala imagen del producto que llega al consumidor final.

No hace falta irse al periodo en el que se creo el cristianismo. A Rob Halford (de los Judas Priest), el "Dios del metal", se le llevó a juicio por inducción al suicidio y Dee Snider (Twister Sister) tuvo que comparecer ante una comisión del senado de Estados Unidos en una caza de brujas contra el rock y el metal que protagonizaron los más rancios defensores de un Dios vengativo que condena a torturas eternas en un campo de concentración subterraneo a todos los seres que no se postran a adorarle. Curioso ser omnipotente con rasgos de trastorno de la personalidad narcisista, sádico y acomplejado que, a pesar de su onmipotencia, pierde los papeles cuando uno de los seres creados por él (minúsculas) alberga dudas razonables sobre su existencia. También a todo aquel que tenga la religión equivocada de entre las infinitas posibles, presentes, pasadas o futuras, le está reservado todo tipo de vejaciones por un periodo infinito de tiempo. Lo que viene siendo interpretado como una justicia cabal por sus partidarios.

A estas alturas ya sospecharán algunos que los dioses (minúsculas) siempre se parecen a sus creadores (minúsculas) en lo que a personalidad se refiere. Si, también los dioses del trail running a los que, por tanto, tenemos que vestir y adornar de un aura que corresponda con el corredor (runner) que nos gustaría ser. Unos un toque más hipsters, otros más espartanos, otros "rollito" hippie. Cada uno se imagina a dioses, santos, semidioses, ángeles, demonios y héroes del trail (o del heavy metal) como mejor le conviene.

Persecuciones religiosas en los años 90, en "el mundo libre"

La existencia cotidiana nos rodea de poderes amenazantes que son insalvables para nuestra limitada fuerza e inteligencia y, según Engels o Freud, nos refugiamos en seres imaginarios que, como un padre, nos protejan de nuestros miedos. Eso es bastante comprensible. Lo que resulta extraño es el momento en que la inseguridad por las propias creencias lleva al odio hacia las que son distintas (la mayoría de las religiones han considerado históricamente que tenían el derecho de odiar y matar a quienes practicasen otra doctrina distinta). Cuando se pasa de adorar por los logros deportivos a detestar por las opiniones políticas.

Axioma: Los demás pueden tener una opinión política diferente a la nuestra.

Antes de subir el Aconcagua, comentaba Jornet en una entrevista en Buenos Aires que en la montaña hay que asumir la insignificancia que somos frente a fuerzas que nos superan y contra las que solamente podemos oponer el conocimiento, la prudencia y el respeto. Toda la entrevista fue extraordinariamente interesante y muestran un Kilian humilde, lejos de la imagen que puedan tener de él quienes van poco a poco convirtiéndole en un demonio del catalanismo.


Me sorprende enormemente gente que le quita valor anteponiendo los méritos (incuestionables) del anterior recordman (mierda, otro anglicismo) o que hacen quinielas sobre el próximo que le pueda arrebatar el título, que no el mérito. Sospecho que una foto con una gigantesca bandera de España (una de dos colores, no de las que gustan en este blog, con una franja violeta), y Kilian hubiese sido más aplaudido por aficionados que le tienen en su retina enarbolando la bandera independentista de Cataluña o sus declaraciones sobre el derecho a votar en un referéndum. Seguramente se le habría dado más presencia en los telediarios en cualquier caso. Si el año que viene corona el Monte Everest batiendo ese record será inevitable su visibilidad y su, casi, omnipresencia en todos los medios a escala planetaria. Algo que quizá da miedo a muchos.


Quizá lo mejor sería no crear dioses que luego tengamos que andar convirtiendo en demonios.

Amen. Insha'Allah.
«Estamos convencidos de que la gente necesita y requiere esta fe. Por lo tanto hemos llevado a cabo la lucha contra el movimiento ateo, y esto no sólo con unas pocas declaraciones teóricas: lo hemos aplastado».
Adolf Hitler, 1933